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Más allá de lo indignante que resultan las denuncias de corrupción escalonada en la Alcaldía Cruceña, donde los ítems terminaron siendo una modalidad de pago, es evidente que detrás de este caso, disfrazado de lucha contra la corrupción hay una clara intención política, que sigue el mismo libreto que procesos judiciales anteriores como el caso Terrorismo o las detenciones arbitrarias de Jeanine Añez, los policías, militares y Marco Pumari.
En todos los casos, se instrumentalizó la justicia para fines políticos con el objetivo inicial de neutralizar al bloque opositor, encarcelando a unos cuantos para asustar al resto. La forma más eficiente de ejercer el Poder es a través del miedo. Una vez se cuenta con detenidos, el Poder Totalitario empieza la construcción de un relato que el aparato comunicacional estatal replica bajo la fórmula Goebbeliana de repetir una mentira mil veces, hasta que algo se quede.
Pasó así con el caso Terrorismo, que sirvió para dividir y contrarrestar al bloque opositor, el caso empezó con un allanamiento ilegal, ejecuciones extrajudiciales y detenciones preventivas de gente inocente, seguido de una cacería de extorsiones que buscaba amedrentar a los opositores desde el bolsillo, para finalmente construir una falsa historia del separatismo cruceño. Pasó también con la aprehensión de Jeanine Añez, los uniformados y Marco Pumari, vulnerando en todos los casos la presunción de inocencia y principios constitucionales como el juez natural. En todos estos casos no hubo un debido proceso en el cual se demuestren con pruebas la culpabilidad de los detenidos. Desde el relato totalitario no vas preso porque seas culpable, sos culpable porque estás preso. Sobre la base de esas detenciones se edificó el discurso de golpe de Estado y se pretendió borrar las evidencias del Fraude donde los fantasmas, esta vez sin ítem, también votaron.
Pasa ahora también con el caso actual que pretende enlodar, una vez más, a Santa Cruz en su conjunto, el cuento de ayer era “Santa Cruz Separatista”, el de hoy “Santa Cruz Corrupta”. Todo este engranaje judicial-comunicacional de sometimiento comienza con la instrumentalización de la justicia, el ejercicio del Poder a través del aparato judicial ha sido el mecanismo más eficaz para neutralizar la oposición y construir realidades paralelas. Es justo y es correcto que los corruptos, previo un debido proceso en el cual se respete la presunción de inocencia, sean sentenciados de acuerdo a su grado de participación en actos de corrupción, pero no es justo ni correcto que se aproveche la coyuntura para comenzar una avanzada hacia el totalitarismo.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo