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Como pocas veces, estas vísperas de aniversario gubernamental, la comidilla sobre los ministros está servida. Hay varios ingredientes para ello: El más visible, es la dizque recomendación de Morales Ayma al presidente, de cambio por otros para que “lo cuiden”. También hay que anotar la inesperada destitución del hasta ese momento viceministro Cox, destacado por sus poses de hombre duro contra la resistencia ante las ambiciones de prórroga del jefe cocalero del MAS. Y tampoco es poco importante la expectativa de otros sectores para que algo mejore en la pobre gestión de Arce Catacora, porque desde luego involucra a todo el país.
Más allá de lo anecdótico, es claro que hay ahora un jefe de partido y un jefe de Estado que no es la misma persona, como ocurrió en el largo periodo del masismo, e incluso antes en los periodos completos de las presidencias de la “democracia pactada”. Son evidencias de tensiones y disputas internas entre la muy tímida burocracia estatal cercana a Arce y los ímpetus del caudillo fugado y sus leales que no se resignan a dejar las delicias del poder, que ahora puede incluir ostentación de avasallamiento a los derechos de los visibles líderes de la defensa del mandato del 21F (antiprorrguista) y la consiguiente transición en 2019. También se habla de un bloque choquehuanquista; es decir, seguidores del actual vicepresidente y cabeza del Legislativo, pero no tiene expresiones visibles de ser una corriente articulada y que esté activa. En verdad, la notoriamente vistosa es la de Morales y todavía no presenciamos una corriente a favor de Arce, pero la podemos sospechar, dado el presidencialismo vigente.
La importancia de este asunto, además de las obvias, radica en que si se termina imponiendo el evismo (categoría acuñada por su inmediato entorno, hace ya buen tiempo), seguramente se acelerará el deterioro de la democracia en el país, ya muy dañada por esta comprensión miope de la política como venganza y anulación del otro. Para nada es que la supuesta otra corriente sea significativamente mejor, dados los antecedentes de la primera cohorte ministerial con muy pocas –si acaso alguna- luces de gestión. Pero sentido de supervivencia tendrán…
En contadas intervenciones discursivas del vicepresidente encontramos elementos que abogan por la convivencia y la complementariedad; pero es claro que le falta concreción y continuidad, ya no digamos con los hechos sino al menos con los gestos. Y lamentablemente no hay tal, al menos hasta ahora.
¿Qué es lo novedoso ahora? Que es constatable los pocos méritos de la gestión, justamente en lo que se esperaba fuera el fuerte de Arce Catacora dado su largo paso por el Ministerio de Economía, cierto que en época de “vacas gordas” que ya no hay más. En lo que fueron aplicados, la de instalar la versión del golpe y consiguiente represión, está visto que es muy resistida y sobre todo mantiene una polarización que no favorece una gobernabilidad exitosa, pero con las victorias ciudadanas antes esas leyes policíacas que no pudieron quedar vigentes. Seguro no para el público, pero internamente el equipo de Arce reconocerá que no fue un año lleno de logros y sí de algunos fracasos muy llamativos, como los apenas citados.
Como justicia poética pensé cuando se conoció la noticia de que el vice Choquehuanca y seis ministros cayeron con Covid, en esta nueva ola de contagios. Viendo las redes, mucho menos piadosas,se habla de un rechazo de unos y otros muy explícito para el corto tiempo que llevan en sus cargos. Soy consciente de que las tales redes son muy sesgadas. Pero es que tampoco los procesos de fiscales y sus resultados en fallos judiciales son precisamente ejemplo de administración de justicia objetiva y convincente. Así las cosas, este 2022 se las trae, no será aburrido para nada. Y ojalá para reorientación democrática a pesar de las cúpulas.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo