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El legendario baterista de los Rolling Stones, Charlie Watts, ha fallecido a sus 80 años, rodeado de su familia en un hospital de su natal Londres. Esa es la noticia que han reportado recientemente a nivel mundial los diferentes medios noticiosos del planeta.
Charlie, como miembro fundador de nada menos que los Rolling Stones, ha sido uno de los más icónicos bateristas del rock. Su carácter apacible, discreción y elegancia, lo distinguían enormemente de sus histriónicos compañeros, el vocalista Mick Jagger, y el guitarrista Keith Richards.
Literalmente éste baterista marcaba con gran exactitud tanto el compás musical como el equilibrio de egos al interior de los Stones, y dentro de ese espacio, los performances de los protagónicos Jagger y Richards, se desplegaban con absoluta libertad y estridencia. El resultado de ello: la interpretación de espléndidas canciones. Música en todo su esplendor.
Y es que marcar y respetar el compás, si se quiere crear música, es fundamental, pues si emitimos los sonidos a un ritmo acompasado, es decir, fuera del compás, tan solo generamos ruido.
Y esa es también la gran importancia, para las Naciones como en la música, del respeto del compás constitucional, que de la misma manera que lo hizo Charlie con su potente batería, marca la Constitución para todos los actores políticos, las Instituciones e incluso la sociedad civil, quienes gozan, así como las notas musicales en el pentagrama, de absoluta libertad para desenvolverse, pero siempre respetando y observando ese compás de límites infranqueables que marca el orden constitucional democrático.
Respetar las prohibiciones constitucionales, y cumplir los múltiples deberes que ésta también nos impone, son el único requisito para ejercer de manera irrestricta nuestra libertad. La fatal consecuencia de desplegar acciones que no estén acompasadas con la Constitución, rompiendo con ella, es la generación de graves crisis democráticas, sociales e institucionales, es el de generar un auténtico ruido que solo continúa postergando las aspiraciones de paz y desarrollo de las sociedades.
Por el contrario, y al igual que en la música, si más bien respetamos el compás constitucional que marca nuestra Ley Fundamental, lo que generaremos como sociedad es orden y armonía sociales, que son esenciales para finalmente alcanzar la Paz y el desarrollo que tanto necesita Bolivia.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo