Escucha la noticia
Cuando supo que ganaría las elecciones de octubre de 2020, se impuso la tarea de superar la crisis sanitaria provocada por el Covid-19. Inició su gestión convencido de que la vacunación masiva es la salida y también la manera de diferenciarse de las cuarentenas. Encabezó las negociaciones con proveedores internacionales y en su mensaje del 22 de enero lanzó su gran apuesta. Luis Arce anunció la vacunación de 7,2 millones de bolivianos mayores de 18 años en ocho meses.
Para conseguir la meta, había que asegurar que lleguen a Bolivia 15 millones de dosis. Arce estaba confiado porque un tercio del total sería enviado por su amigos de Rusia y el resto sería provisto por China y laboratorios de otros países. Los dos grandes aliados de su gobierno le daban la tranquilidad de que el plazo se cumpliría sin sobresaltos.
Entusiasta, en febrero de este año, celebró la llegada de 20.000 dosis rusas y acompañó los primeros pinchazos en varias partes del país. Pero, a fines de marzo, Arce dio las primeras señales de que su apuesta no andaba por buen camino. Para ese momento debieron haber llegado 1,2 millones de las dosis rusas pero el retraso era evidente.
Desde México, adonde llegó en su primer oficial como nuevo Presidente boliviano, Arce movió la meta y dijo que la inmunización concluiría en octubre, basado en las promesas de sus aliados rusos de que el envío de los lotes se normalizaría a partir de abril.
La segunda y la tercera ola de la pandemia, que no saben de plazos ni promesas incumplidas, golpearon con fuerza al país. Provocaron escasez y especulación en la venta de oxígeno, saturaron nuevamente unidades de terapia intensiva nuevamente saturadas y, como no ocurrió antes, mostraron cadáveres apilados en las morgues de los hospitales porque los cementerios no podían con la gran cantidad de entierros sin dolientes. La crisis sanitaria estaba más presente que nunca.
La informalidad continuó y el gobierno camufló la burla con piruetas discursivas que llegaron al rídiculo de decir que el efecto de las primeras dosis de las Sputnik V ya no era de 90 ni de 120 días, sino de 180. Los contagios y los fallecimientos marcaron récords en el país, la población pasó de la preocupación a la alarma y de ahí a los bloqueos por falta de vacunas. La apuesta presidencial se hacía humo entre la desesperación de la gente protegida a medias.
Arce hizo un intento por detener del descreímento en su plan de vacunación y la noche del 1 de julio apareció en la televisión anunciando la llegada de 8 millones de dosis hasta este mes, seis millones de las chinas Sinopharm, un millón de unidosis Janssen de Johnson & Johnson donadas por Estados Unidos y cantidades menores de AstraZeneca y, ya sabemos, de las segundas dosis de las rusas Sputnik V.
Sin embargo, la meta, fijada primero para septiembre y luego para octubre, ha sido cambiada otra vez por el Presidente. En su criticado mensaje por el Día de la Patria, Arce volvió a recorrer la meta, esta vez para diciembre de este año pero con el recaudo de que la vacunación no alcanzará a los 7,2 millones de bolivianos, sino al 90%.
El nuevo plazo y la nueva proporción anticipan que la totalidad de la población vacunable de Bolivia, vale decir los 7,2 millones mayores de 18 años, estaría protegida recién en 2022.
La percepción de la gente tiene encadenadas las diversas crisis que soporta el país. Y mientras no se supere la crisis sanitaria, la reactivación económica seguirá siendo considerada como una utopía, el retorno de la totalidad de los niños y niñas a las aulas se mantendrá como una tarea pendiente y el ingreso de la sociedad a la normalidad pospandémica será un asunto lejano.
Empezando el 2022 habrá pasado un año completo de la apuesta de Arce para vencer la pandemia en Bolivia en ocho meses de este 2021 y todo apunta a que será otra promesa incumplida, otro acto de demagogia presidencial frente a la angustia de la gente de saber que viene el golpe de la cuarta ola y el ataque de variantes letales como la Delta.
Los cambios en los plazos, la burla de los aliados del actual gobierno y la pandemia aún lejos de ser erradicada dejan claro que Luis Arce es un mal apostador.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo