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Al momento de escribir este artículo es incierto el desenlace de la crisis provocada en torno a la Ley 1386, conocida como Ley contra las Ganancia Ilícitas. Es difícil vaticinar si el gobierno logrará controlar y reducir la protesta originada o si esta se desbordará reproduciendo lo vivido en noviembre de 2019.
Sí es posible, en cambio, analizar cómo este problema se fue paulatinamente escapando del control gubernamental, las contradicciones profundas en nuestra formación social que destapa y las tendencias que parecen visibilizarse en esta crisis.
La primera constatación es la chapucería del gobierno: un conflicto que podía ser controlado en sus inicios se fue amplificando a dimensiones perturbadoras. Evidentemente, la actual administración se instaló con la íntima convicción de que le tocaría vivir su “noviembre 2019” y debía, esta vez, ganar esa contienda. Fue una especie de profecía auto cumplida. Anticipó acontecimientos temidos de tal manera que estos fatalmente llegaron a cumplirse.
En esa incorrección, el gobierno tomó como verdaderas premisas falsas. La primera, que el pueblo el 2020 volvió a votar por el MAS por adhesión a su ideología y sumisión a su máximo dirigente, Evo Morales. La segunda, que, en consecuencia, ese pueblo llegaría esta vez hasta el máximo sacrificio si la política y objetivos del MAS se viesen de nuevo amenazados por la derecha, la reacción y el imperialismo.
Los acontecimientos parecen indicar que el 55 % que votó por el MAS el 2020, lo hizo por los errores, incapacidad y descomposición del “gobierno transitorio” de Jeanine Añez y no por adhesión a los postulados del Socialismo, sean estos del siglo XX o XXI. El pueblo votó por el MAS indiferentemente del candidato, lo que no deprecia necesariamente la figura del actual presidente Arce, pero sí relativiza la importancia que se le da a Evo Morales. En todo caso, una vez elegido, Luis Arce no se comportó como principal mandatario, sino como maestresala del verdadero jefe, en la sombra este y a la espera de capturar nuevamente el poder.
Una vez lanzados los dados por la confrontación ¿cuál la estrategia gubernamental? El gobierno podía haber solucionado ese conflicto los primeros días, cuando el paro indefinido era cumplido en Santa Cruz, mientras que en La Paz la normalidad era evidente. Conforme pasan los días, la situación se vuelve más aguda en todos los departamentos. Los llamados a la negociación que los primeros días podían haber sido muestra de solidez, ahora son interpretados como manifestaciones de debilidad gubernamental.
El presidente y vicepresidente hicieron, ambos, llamados a la movilización de las organizaciones sociales. El mutismo e indolencia de estos para sacrificarse debe sentirse dolorosamente en la actual administración. Y es que las cosas han cambiado en Bolivia. Los sectores populares ya no son la masa ovina que cualquier poder podía manejar a su antojo. Curiosamente, son estos sectores los que desmiente la política oficialista. Son los más susceptibles de asimilar la consigna de que la Ley 1386 es una amenaza para su incipiente prosperidad.
Panorama desolador: Gobierno al sálvese como se pueda. Decadencia de la clase política en Occidente, que no articula ni es escuchada por las clases populares emergentes. Empoderamiento de una clase dirigente en Santa Cruz, que se complace con su dominio territorial, pero timorata para emprender destinos nacionales.
La resistencia de los sectores populares en Occidente a la Ley 1386 revela un evidente tránsito de grupos postergados a sectores emprendedores, pero todavía marginados. Su actual visión económica prefigura nuevas expectativas políticas. El atractivo que el Asia despierta en estos sectores en lo económica, quizás en el futuro tenga su correlato político. Queda a especular si será en el sillar de la emergencia japonesa, del verticalismo chino o del ejemplo de Singapur para depurar los males sociales en pro de una sociedad moderna y de ejemplar libre mercado.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo