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La administración de Luis Arce, el masismo jefaturizado por Evo Morales y el engendro de ambos: el relato del “golpe de Estado”, han tropezado con el escollo de los organismos internacionales. La OEA y su informe ratificatorio, la Unión Europa y su pronunciamiento, la Corte IDH y su opinión consultiva han impedido que esa teoría fantasiosa se consolide en el país.
Pero, el intento de suicidio de la expresidenta Jeanine Áñez ocurrido este sábado en el penal de Miraflores en La Paz ha elevado exponencialmente la presión internacional sobre el gobierno autocrático de Bolivia y puede ir en aumento buscando la liberación de la expresidenta.
Horas después de que Áñez intentara quitarse la vida y ante la minimización del hecho por parte del Ministro de Gobierno y del Jefe de la Policía Boliviana, la representación boliviana de la Unión Europea y la Embajada de Estados Unidos se pronunciaron oficialmente, casi con las mismas palabras, expresando preocupación por lo sucedido y pidiendo que se garantice la salud de Áñez.
“Nos preocupan los informes sobre el bienestar psicológico de Jeanine Añez. Alentamos al gobierno de Bolivia a garantizar que reciba la atención adecuada”, sostuvo la Embajada vía Twitter. “La UE en Bolivia escucha con preocupación las noticias sobre la ex Presidenta Jeanine Áñez. Esperamos que las autoridades responsables hagan todo para garantizar su derecho a la salud integral, tanto física como mental”, afirmó la Unión Europea, también en Twitter.
Al día siguiente del hecho, dos representantes de la Organización de Naciones Unidas: una de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos y otra de la entidad ONU Mujeres ingresaron al penal de Miraflores y constataron que el estado de salud físico de Áñez se encuentra debilitado y está profundamente afectado en lo emocional.
Luego la ONU emitió un comunicado oficial en el que propuso una valoración siquiátrica a la segunda presidenta mujer en la historia de Bolivia que debe ser realizada por “profesionales independientes y reconocidos por las partes” y pidió al gobierno tomar medidas para evitar intentos de suicidio de las privadas de libertad.
Este lunes, la presión internacional dio otro paso. 23 expresidentes de Ibeoramerica firmaron una declaración conjunta en la que reprochan al gobierno por el trato inhumano que sufre la exgobernante, hacen “responsable internacionalmente” al gobierno por la vida y la integridad de Áñez, y piden a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos que gestionen la liberación de la expresidenta.
En situaciones como esta, suelen aparecer pronunciamientos del otro lado, en este caso de los aliados del gobierno masista, a fin de intentar equilibrar la balanza de las reacciones internacionales. Sin embargo, hasta el momento ni países del denominado siglo XXI ni organismos controlados por el populismo de izquierda dijeron esta boca es mía.
El silencio ha sido la primera opción de los gobiernos autodenominados progresistas porque respaldar el trato inhumano y la violencia sicológica a una expresidenta puede terminar afectando sus niveles de aprobación, en muchos casos exiguos, dentro de sus países. Por tanto, el gobierno de Arce debe enfrentar solo la presión internacional para que Áñez deje la cárcel, ya sea para ser llevada a un centro médico o para retornar a su domicilio con custodia policial.
En todo caso, la presión internacional puede convertirse en un vendaval si, por ejemplo, evaluaciones siquiátricas independientes corroborán que el intento de suicidio es producto de un “síndrome de paranoia” creado por los ansiolíticos que le aplican a la expresidenta, tanto que la mantienen dopada y no recuerda haber intentado quitarse la vida. Dicho de otra manera, ¿la idea es matarla pero que la responsable sea ella?
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo