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Por Alejandro Pelaez
Hay quienes dicen que Estados Unidos ganó la guerra fría cuando cayó el muro de Berlín (1989), otros, no sin razón, afirman que la guerra fría se decidió cuando el muro se tuvo que levantar en primer lugar (1963), pero yo iría más atrás, las bases para ganar la guerra fría fueron sentadas en 1948 con la implementación del Plan Marshall. Oficialmente denominado Plan para la Recuperación Europea, fue el programa a través del cual Estados Unidos canalizó USD 13 mil millones (173 mil millones en dólares actuales) para la recuperación de alrededor de 18 países de Europa occidental, incluyendo a sus anteriores enemigos, Italia y Alemania occidental.
En contraposición, se estima que Rusia extrajo una cantidad similar en concepto de reparaciones de guerra, de los países que “liberó” del dominio Nazi, y que permanecieron en la esfera soviética. Para mayor agravio, Estados Unidos ofreció incluir a estos países en el Plan Marshall, pero la Unión Soviética se opuso. Fue en este punto cuando Estados Unidos alcanzó su máximo prestigio internacional y soft power que le dura hasta nuestros días, y cuando la Unión Soviética perdió la guerra fría antes de empezarla.
Es difícil contabilizar la población total beneficiada por el Plan Marshall, pero sólo Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania Occidental sumaron alrededor de 178 millones de habitantes, y usaremos esta cifra conservadora como referencia, arrojando un factura de USD 1.000 por habitante. Otro dato relevante, es que el presidente de EE.UU. de ese entonces era Harry Truman, pero éste decidió que el Plan lleve el apellido de su Secretario de Estado (para nosotros canciller) Marshall, para despolitizar la ayuda, ya que el prestigio del general retirado Marshall estaba más allá de cualquier disputa bipartidista. Parecido a lo que sucedió en Bolivia con el “Evo Cumple” (estoy siendo sarcástico, por su puesto).
El Plan Marshall es entonces una inyección de capital única, extraordinaria e independiente a los presupuestos normales nacionales de los países participantes y, bajo todos los parámetros, fue muy exitoso en cumplir el objetivo declarado de reconstruir Europa, y el no declarado de ganar la guerra fría.
En Bolivia tuvimos una inyección de capital única, extraordinaria e independiente de nuestro presupuesto nacional normal que alcanzó los USD 60 mil millones de dólares, para una población de doce millones: la renta del gas. Esto arroja un factor de USD 5.000 por habitantes, que es cinco a uno el factor del Plan Marshall. La administración de estos recursos se llamó “Proceso de Cambio”.
Además del factor de 5 x 1 entre el Proceso de Cambio y el Plan Marshall, hay dos diferencias importantes entre estos dos programas: 1. Bolivia no estaba devastada por la guerra cuando inició el Proceso de Cambio y 2. El Proceso de Cambio encontró un país sin deudas, y al finalizar está dejando una deuda de USD 30 mil millones, lo que agrandaría el factor que consumió el Proceso a USD 7.500 por habitante, elevando el factor a 7,5 x 1 en relación al Plan Marshall.
Entonces el Proceso de Cambio consumió al menos 7,5 veces lo que el Plan Marshall, y podríamos decir pacíficamente que, al finalizar, no estamos a los niveles de Europa occidental.
Por el contrario, el Índice de Desarrollo Humano de Bolivia sigue estando en la cola comparado con nuestros vecinos, veamos qué dice Bing:
“El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es un indicador que mide el nivel de desarrollo humano de un país y se calcula a partir de tres dimensiones: vida larga y saludable, educación y nivel de vida digno. En 2021, el IDH de Bolivia fue de **0,692 puntos**, lo que supone una disminución respecto al año anterior. Si ordenamos los países en función de su IDH, Bolivia se encuentra en el puesto **118**.
En comparación con sus vecinos, Bolivia tiene un IDH más bajo que Chile (puesto 44), Argentina (puesto 68), Brasil (puesto 84) y Perú (puesto 87).”
Tuto Quiroga dijo correctamente que el de la renta del gas es el despilfarro más grande en la historia económica de Bolivia. La renta del gas nos hubiera dado la posibilidad de cambiar la historia de Bolivia para siempre, como lo hizo el Plan Marshall con Europa, pero además de una manera mucho más profunda y próspera. En su lugar tenemos un desastre económico que se acerca más a la Bolivia de la UDP, que a la Europa del Euro.
Podría escribirse un libro sobre las diferencias entre cómo se manejaron ambos programas, pero la diferencia fundamental entre el Plan Marshall y el Proceso de Cambio, es que los recursos del primero se canalizaron hacia el sector privado y el segundo hacia el sector público. De mínimo, esta es la lección a aprender independiente de la ideología política.
A diferencia de desastres anteriores, no tenemos que buscar responsables en el pasado ni en el exterior. Esta vez no podemos culpar a la colonia española, ni a los chilenos y británicos, ni a la Standard Oil ni al Imperio. Los que presidieron este despilfarro hoy se encuentran disputando la postulación para ser el próximo presidente de Bolivia. No podemos retroceder en el tiempo para recuperar nuestro Plan Marshall, pero lo mínimo que podemos buscar es una responsabilidad política y legal por este desastre descomunal.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo