Gobierno sin pantalones en la crisis de las segundas dosis
Mientras las autoridades justifican los incumplimientos de rusos e indios sobre las segundas dosis de las vacunas Sputnik V y AstraZeneca, la gente se alarma porque no quiere estar protegida a medias.
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¡Qué poco amor propio tiene el actual gobierno! Desde diciembre del año pasado, cuando Bolivia firmó un contrato de adquisición de vacunas contra el Covid-19 con el Fondo Ruso de Inversiones, el incumplimiento del país proveedor ha sido groseramente reiterado, pero más agraviante es la actitud del gobierno boliviano que justifica una y otra vez la burla a miles de personas, la mayoría mayores de 50 años, que recibieron la primera dosis de la vacuna Sputnik V y no saben cuándo le aplicarán la segunda.
En lugar de ponerse del lado de la desesperación de nuestra gente y por lo menos expresar preocupación por semejante irresponsabilidad, las autoridades bolivianas, desde el presidente Luis Arce hasta el viceministro Benjamín Blanco, pasando por el Ministro Jeyson Auza, han optado por un silencio humillante o por ensayar coartadas que no convencen a los afectados, menos en tiempos en que se anuncia oficialmente la llegada de la cuarta ola de la pandemia o que la variante Delta ya está circulando, por ejemplo, en la ciudad de La Paz.
Ha sido decepcionante ver y escuchar al Viceministro en cuestión avalar con su presencia y su palabra una nueva postergación, sin fecha definida, en torno a la llegada de las segundas dosis de la Sputnik V, con el Embajador ruso a su lado. Y lo peor, convalidar que ahora el efecto de la primera dosis tiene una duración de 180 días cuando él y otras autoridades del Ejecutivo aseguraron hace tres meses que el límite era de 90 días. ¿Qué provoca tanta humillación de nuestras autoridades? ¿La pretendida explotación rusa del litio boliviano? ¿Otros intereses extractivistas de Moscú en territorio boliviano?
Dos periodistas de El Deber, Carmela Delgado y Deisy Ortiz, se encargaron este jueves de mostrar la dimensión del embuste ruso justificado por el gobierno nacional. Sobre la base de datos oficiales, informaron que “hasta el momento han llegado al país 1.272.000 dosis de Sputnik V, de las cuales solo 47.000 son segundas dosis”. 20.000 arribaron con bombos y platillos en el primer lote para el personal de salud y otras 27.000 llegaron hace un par de semanas. Restando las 47.000 segundas dosis de los 1.272.000 que ya están en el país, los rusos le deben a Bolivia nada menos que 1.225.000 de segundas dosis.
Aquí hago un paréntesis necesario. Según el contrato de adquisición de vacunas firmado con el Fondo Ruso de Inversiones, al 31 de marzo de este año debieron haber llegado 1,2 millones de vacunas Sputnik V entre primeras y segundas dosis. Más allá de las inútiles justificaciones, cabe preguntar: ¿Por qué las autoridades del gobierno aceptaron que esa cantidad llegue a cuentagotas en abril, mayo, junio y julio? ¿Por qué no garantizaron que se envíen al país vacunas en proporciones iguales entre primeras y segundas dosis? ¿Por qué tanta complicidad si de por medio está la salud de miles de bolivianos en plena pandemia?
En medios de comunicación y redes sociales ha circulado la hipótesis de que el gobierno lanzó la realización del Censo 2022 para ocultar la falta de segundas dosis Sputnik V y AstraZeneca, y evitar la posible reacción de los ciudadanos que no pueden completar su esquema de inmunización. Sea cual fuere el motivo del anuncio gubernamental, queda claro que en el tema de esas vacunas, los proveedores incumplidos son unos embusteros y los gobernantes que justifican a los primeros pueden ser señalados como culpables de la muerte de personas protegidas a medias contra el coronavirus.
Al silencio y las evasivas, el Ministro de Salud le sumó necedad y politiquería a la crisis de las segundas dosis. Dijo a los medios que los responsables de la falta de inoculantes para completar la pauta de inmunización son los Servicios Departamentales de Salud y para ejemplificar mencionó que se distribuyeron 228.000 dosis de la vacuna AstraZeneca a los Sedes y éstos no las aplicaron correctamente.
Las periodistas de El Deber informaron, siempre en base a datos oficiales, que “con relación a la AstraZeneca, el 21 de marzo llegaron al país 228.000 dosis, de las cuales 209.136 fueron primeras dosis y 18.864 segundas dosis. El 13 de junio se recibió otro lote de 150.000, todas de primeras dosis”. ¿Le habrá quedado clara la explicación al Ministro politiquero y ex agitador masista en el sector de salud?
Las vacunas Sputnik V y AstraZeneca no son un regalo ni una donación del Fondo Ruso de Inversiones ni del Instituto Serum de India a Bolivia y su población vacunable. Los bolivianos estamos pagando por esos antivirales y, por tanto, esperamos que nuestras autoridades encargadas de la adquisición se pongan los pantalones, se armen de valor y hagan cumplir los contratos de provisión, que garanticen el arribo de segundas dosis en las cantidades requeridas y que rusos e indios dejen de burlarse de un país que se acerca al medio millón de contagiados y 18.000 muertos por coronavirus y cuyos gobernantes solo saben justificar y pregonar que vamos a salir adelante.