La disputa entre David y Goliat ha comenzado
Evo Morales cuenta con sanciones, aportes y respaldo obligado de la burocracia estatal masista. David Choquehuanca tiene un discurso que lo diferencia internamente y puede proyectarlo hacia el conjunto del país.
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Los bloques en el Movimiento Al Socialismo están definidos. Uno visible, formal, burocrático, que decidió blindar a Evo Morales con sanciones para quienes piensen diferente, incluyendo la pérdida del curul si se trata de parlamentarios, asambleístas departamentales o concejales.
También le dio poder económico porque el oficialismo masista monopolizará el manejo de los aportes de los “militantes-funcionarios” y, mediante ese mecanismo, buscará decidir quiénes tienen derecho a ser dirigentes partidarios y luego quiénes merecen ser candidatos del MAS.
El bloque formal se aseguró el apoyo obligado de la burocracia estatal masista no solamente con el control político a través de los aportes, sino asignándole a Morales el rol de principal defensor del gobierno de su delfín en la Presidencia para que el “hoy por ti y mañana por mi” quede garantizado.
En ese bloque se hace lo que el jefe y su entorno definen. Y la prueba es que en el Congreso de Lauka Ñ no hubo resquicio alguno para el debate, menos para evaluar la gestión de Luis Arce o a los ministros del Ejecutivo y ni pensar en un ejercicio de autocrítica para no repetir los errores.
Fue un evento controlado de principio a fin para que se diga lo que estaba permitido y se apruebe lo que previamente había sido acordado. El bloque oficialista del MAS tiene en sus manos el nuevo estatuto partidario para mantener el establishment azul, al menos por un tiempo.
El otro bloque es de menor porte, no tiene mecanismos sancionatorios para evitar las disidencias, posibilidades de recaudar fondos internos para desarrollarse, ni el respaldo decretado de los “militantes-funcionarios”.
Se mueve dentro y fuera de las esferas formales del MAS. Es todavía invisible como conglomerado político y se reclama verdaderamente indígena y portador ético del proceso de cambio.
Una de sus principales figuras, el vicepresidente David Choquehuanca, no participó en el III Congreso Orgánico y su ausencia ha comenzado a ser más notoria que la participación del Presidente y su corto discurso en el evento partidario.
Los representantes del bloque opositor dentro del oficialismo decidieron no exponerse al veto pugnando por participar en el Congreso del partido y avanzar silenciosamente en las comunidades, en las ciudades, dentro del aparato estatal, en los sectores sociales y con los intelectuales, esperando la oportunidad para mostrarse públicamente.
Lo que posee el bloque Choquehuanca, aunque el Vicepresidente ha pedido que se maneje otro denominativo, es un discurso que lo diferencia internamente y apunta a retomar la cualidad transformadora del proceso de cambio para tener proyección nacional.
El bloque contestatario sabe que se trata de una disputa entre David y Goliat, pero también conoce cómo la Biblia relata el final del combate. Es probable que el Vicepresidente no desentone en los discursos de los actos patrios, no le interesa mostrar divergencias sin sentido, pero está consciente que la disputa por el liderazgo del instrumento político ha comenzado y, como dicen algunos analistas de la política boliviana, la alternativa al MAS puede surgir del propio MAS.