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En defensa del especulador

Alex Ayguavives Monserrat

Máster en Banca y Regulación en Financiera

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La palabra especular proviene del latin speculari que significa ver desde arriba, interpretado como observar desde una torre. La capacidad de observar más allá permite preparar acontecimientos futuros mediante una correcta anticipación. El especulador observa el futuro y actúa antes de que ocurra. En este sentido, todos somos especuladores. Por ejemplo, cuando acudimos al supermercado a realizar la compra semanal, estamos anticipando una serie de necesidades que esperamos tener durante la semana. Además, de forma implícita, estamos especulando que pasaremos la semana en casa, la nevera funcionará correctamente, los alimentos caducarán en la fecha indicada, o, incluso, el hecho de que estaremos vivos. Aunque no lo concibamos como un acto especulativo, nuestros planes acarrean una serie de riesgos implícitos que tratamos de anticipar.

En los mercados financieros, existen una serie de agentes que se especializan en la anticipación del precio de mercado de múltiples activos financieros. Los especuladores arriesgan su patrimonio (o incluso más si realizan operaciones con apalancamiento) con el fin de materializar posibles oportunidades de ganancias comprando barato y vendiendo caro o viceversa mediante posiciones en corto, de las que hablaremos después. Su función es primordial ya que dan negociabilidad actuando como contraparte, contribuyendo a la liquidez de los activos en el mercado. Un bien líquido es aquel que muestra un bid-ask spread muy estrecho ya que existen muchos agentes interesados en comprar y vender ese activo. En resumen, los especuladores contribuyen a preservar el correcto funcionamiento de los mercados.

El especulador profesional se especializa en tomar riesgos. La posibilidad de transferir riesgos permite la correcta operatividad de los negocios, ajenos a las fluctuaciones de mercado. Por ejemplo, una empresa minera puede temer que el precio del oro se desplome en un año cuando la extracción de oro esté disponible. La viabilidad del negocio podría verse comprometida si los precios caen excesivamente. Sin embargo, la empresa minera puede transferir el riesgo de mercado al especulador mediante la promesa de compra a un precio acordado en un año (contrato de futuros). Si los precios suben, el especulador tendrá una plusvalía y, si caen, el especulador terminará comprando oro por encima del precio de mercado. En cualquier caso, la empresa minera no se verá afectada por la volatilidad del mercado.

Los especuladores tienden a estabilizar los precios si anticipan correctamente. Por ejemplo, imaginemos que un especulador decide atesorar trigo ya que los precios han caído por la excelente cosecha de este año. En otras palabras, el exceso de oferta no respaldado por un aumento de la demanda correspondiente ha hecho que los precios bajen. En este primer escenario, el especulador que compra facilita la estabilización del deprimido precio del trigo. En el siguiente año, la cosecha de trigo será escasa debido a malas condiciones climáticas. La drástica reducción de oferta no acompañada de una reducción equivalente de demanda disparará los precios del trigo. La subida de precios funcionará como la señal que llevará a los buenos especuladores a vender sus mercancías atesoradas. En este segundo escenario, el especulador también facilitará la estabilización de precios contribuyendo al aumento de la oferta en un periodo de escasez.

No sería realista asumir que los especuladores no cometen errores. Cuando esto ocurre los especuladores tienden a acumular pérdidas. Este modus operandi es insostenible en el largo plazo lo cual garantiza que solo los mejores profesionales en asumir riesgos sobrevivan. Dos críticas comunes al respecto es que los especuladores se ponen de acuerdo y que pueden forzar la quiebra de empresas/gobiernos dañando el bien común. Sobre la primera, cabe mencionar que es posible que algunos especuladores lo intenten. Sin embargo, cuando un especulador se ve forzado a cerrar una posición de mercado, el precio se dispara en la dirección opuesta. Por ejemplo, si un especulador quiere cerrar una posición bajista, deberá comprar la acción (conocido como un short squeeze). Esta dinámica genera un incentivo a favor de la competencia. Sobre la segunda, las posiciones cortas son un mecanismo eficiente de libre mercado para depurar empresas que no son viables. Se pide prestado un activo que se vende hoy con la esperanza de comprarlo a un menor precio en el futuro. Estas operaciones son arriesgadas ya que el especulador se compromete a comprar un activo cuyo precio podría, teóricamente, subir infinitamente. Por lo tanto, el buen especulador tenderá a no posicionarse contra empresas solventes y robustas. La misma lógica aplica para gobiernos. Los especuladores actúan como contrapeso de gobiernos financieramente irresponsables destapando sus errores. ¿Es el especulador culpable de esos errores, o simplemente los señala?

Por último, los especuladores cumplen la función de tasadores en mercados sin compradores ni vendedores. La especulación ha facilitado la formación de precios en activos relativamente recientes como Bitcoin. El mercado es un proceso dinámico de descubrimiento de valor y la volatilidad es un reflejo de ello. Los especuladores permiten la formación de precios facilitando que otros puedan comprar y vender.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Alex Ayguavives Monserrat

Máster en Banca y Regulación en Financiera

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