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La provisión privada de bienes públicos por parte de Disney

David Boaz destaca cómo la empresa privada Disney ha logrado proveer durante cinco décadas múltiples bienes y servicios públicos que usualmente se asume que solo los puede proveer el gobierno.

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Por David Boaz1

Dejando a un lado el asunto político de DeSantis vs. Disney, aprendí unas cosas importantes en este artículo acerca del “distrito tributario especial” de Disney y acerca de la provisión privada de bienes públicos en la propiedad grande de Disney en Florida. Para empezar, el Distrito de Mejoras Reedy Creek (RCID, por sus siglas en inglés) no es una exención tributaria para Disney:

“Disney paga impuesto a la propiedad a los condados Orange y Osceola a la misma tasa de amillaramiento que los demás contribuyentes del condado (sumando casi $300 millones entre 2015 y 2020). La Constitución de Florida no permite que los contribuyentes dentro de un condado sean tratados de manera diferenciada a menos que esos contribuyentes den su consentimiento para la creación de un distrito tributario especial que imponga impuestos adicionales por encima de los impuestos a la propiedad regulares del condado.

Y es eso exactamente los que el RCID ha estado haciendo durante más de 50 años. Disney paga impuestos adicionales al RCID (a la tasa de amillaramiento más alta en el estado) para cubrir los gastos de funciones que usualmente hace el estado como otorgar permisos para la construcción de edificios, servicios de bomberos y emergencias médicas, una planta eléctrica, el tratamiento de agua y desperdicios, la recolección y el reciclaje de basura, y la construcción y mantenimiento de las carreteras y vías navegables”.

Y, ¿qué calidad de servicios provee esta empresa privada rapaz a alrededor de sus 25.000 acres (39 millas cuadradas)?

“El presupuesto anual para el año fiscal 2022 es de más de $160 millones y el RCID usa esos fondos para mantener un estándar más alto para estas múltiples funciones que lo que podría lograr cualquier entidad local, de los estados o del gobierno federal.

Para dar un ejemplo, la Casa del Ratón Mickey Mouse ha mantenido las vías de manera inmaculada a lo largo de su propiedad; los residentes de Orlando bromean acerca de intentar que Disney tome control sobre la aparentemente interminable construcción de la I-4. Los “Códigos EPCOT”, los códigos propietarios de construcción de Disney, son extremadamente detallados y de vanguardia, ofreciendo el nivel más alto de protección contra huracanes y otras medidas de seguridad. Tres contratistas que han trabajado en Disney que he entrevistado durante mi investigación sobre el RCID (independientemente; ellos no se conocen entre sí) denominaron los Códigos EPCOT “un dolor en el trasero”, pero todos reconocieron que esos estándares exigentes lograban un nivel alto de seguridad, estética y mejoraba las experiencias de los visitantes.

Y los asuntos ambientales no pueden ser ignorados. La propiedad de Disney abarca una amplia porción de la Florida Central y es un espacio en gran medida verde, que se superpone con el Corredor de Vida Silvestre de Florida, un hábitat de importancia crítica. El RCID destina millones de dólares cada año solamente para la calidad del agua, desde los fertilizantes que seleccionan hasta los niveles más altos de purificación del agua que mantienen, beneficiando otras vías navegables descendientes en la parte sureña del estado.

Muchas veces se asume que solo el gobierno puede proveer bienes públicos como estos, aunque hay muchos ejemplos históricos de la provisión privada, muchos de ellos reunidos en este texto editado por Tyler Cowen. Ahora esto nos recuerda todavía otro ejemplo, que el economista David Levy examinó en 1975.

Pueden leer más sobre esta cuestión en Fred Foldvary Roy Cordato y Don Boudreaux. Yo escribí sobre las comunidades propietarias y los bienes públicos en el Washington Post y en The Libertarian Mind (p. 343-45).


1es un distinguido Académico Titular del Instituto Cato y ha jugado un papel clave en el desarrollo del Instituto y del movimiento liberal. Es autor de The Libertarian Mind: A Manifesto for Freedom y editor de The Libertarian Reader. 

*Este artículo fue publicado en Elcato.org el 16 de diciembre de 2022

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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