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Cada vez que leo que la “agricultura orgánica” es la clave de todos nuestros problemas de producción de alimentos, no puedo dejar de pensar que hay muchos países que quisieran vernos más pobres antes que prosperar.
Hace algunos días, UNITAS (Unión Nacional de Instituciones para el Trabajo de Acción Social) que recibe apoyo de Solidar – Suiza, presentó un informe titulado: Entre verduras y Comedores. El mismo es parte de un programa que se llama “Diálogos y apoyo colaborativo”. Sin embargo, parece que al dialogo no son invitados los productores de Santa Cruz o las instituciones de investigación que trabajan con los “agro-industriales”, como pueden ser el CIAT, El Vallecito dependiente de la UAGRM y un par más que surgen por el interés de los mismos productores como el CITTCA.
Lamentablemente el informe no está disponible de manera digital, pero de acuerdo a la nota de prensa que leí, la “agro-industria” es la culpable de reducir las tierras dedicadas a la producción orgánica de alimentos y generar migración rural. Al parecer el ecólogo que realiza una declaración para la nota, no ha conocido Santa Cruz ni sus áreas rurales.
Inicio con Santa Cruz. A diferencia de lo que ha sucedido en La Paz, Oruro, Cochabamba, Potosí, Chuquisaca e incluso Tarija, la migración de las provincias a las ciudades no es tan abrumante. Es más, impresiona ver como tantos “pueblitos” en Santa Cruz tienen mucho de lo básico que debería tener e incluso, varios de sus jóvenes, luego de estudiar en la ciudad, retornan a sus pueblos para seguir trabajando allá, al lado de su familia que es productora.
Es los departamentos donde sí se practicó una especie de agricultura “orgánica”, ya que no se hacía rotación de cultivos, labranza 0, ni muchas prácticas que los productores han aprendido en oriente para conservar más años su suelo, en estas zonas se ha producido un abandono del área rural, con varios pueblos casi fantasmas en el Altiplano boliviano.
Las carpas solares que se mencionan de la Ciudad de El Alto, no son fruto de que la gente en área urbana se haya vuelto productora. La mancha urbana de esta ciudad se ha expandido hacia el área rural. Las hortalizas en la ciudad de La Paz, dependen ampliamente del contrabando desde Perú. Cabe esperar un tiempo más, para que los informadores de UNITAS, puedan observar que cuando se potencia la producción agrícola con tecnología de punta y no ideologías, una familia campesina puede dejar su nivel de subsistencia y convertirse en una pequeña empresa, mucho más eficiente y con ganancia.
Pero lo que realmente preocupa, es que los autores de este informe parecen no haberse enterado de lo que pasó en Sri Lanka que a 6 meses de volverse “orgánicos”, ahora debe indemnizar a varios productores por el derrumbe productivo, estimando un gasto de 200 millones de dólares.
También es un mito que la agricultura orgánica sea más amigable con el ambiente, ya que usa más tierra para cultivar la misma cantidad de alimentos que el modelo convencional. En un estudio publicado en Nature el 2018, comprobaron que las arvejas orgánicas producidas en Suecia, tenían un impacto de más del 50% que las producidas por medios convencionales. Y en cultivos de invierno como el trigo, el impacto incrementa cerca del 70%.
No estamos en condiciones de producir alimentos de manera ineficiente por una moda que demuestra grandes falencias. La agricultura debe incorporar la mejor tecnología y descartar herramientas obsoletas para dar lugar al uso de invernaderos eficientes, bioinsumos obtenidos con biotecnología, microriego, semillas obtenidas por fitomejoradores con acceso a las herramientas de la ingeniería genética, que además les permita preservar y recuperar especies comestibles en olvido. La agricultura en Bolivia no puede limitarse a una ideología que cada vez se queda sin sustento científico, ya no es tiempo de correr riesgos y alejarnos de la innovación agrícola.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo