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Por: Elena Valero Narváez1
El sistema capitalista, tan vilipendiado en nuestro país, se basa en la propiedad privada, la economía de mercado y la producción masiva, se mueve en los moldes del mercado mundial por ello, para reproducirse, necesita de un mundo libre. Vivimos en un país absurdo donde la gente quiere los bienes del capitalismo pero no al capitalismo que los produce.
La esencia preservadora del orden social de la libertad, incluso económica, se encuentra en el liberalismo, que es la doctrina de la limitación del poder, evita desvaríos, arbitrariedades y autoritarismos que socaban los requisitos del mercado y de su marco institucional. Sin la emergencia de un poder limitado y el desarrollo de una justicia independiente que supone el estado de derecho, el pluralismo político y la libertad de expresión, el capitalismo, que aparece a mitad del siglo XIX, no hubiera podido consolidarse. Exige requisitos que deben cumplirse sin vulnerarse y aquí nace la necesidad de un orden que no invalide sino que contribuya a reforzar el sistema. Esta es la importancia fundamental de la democracia liberal que constituye el sostén jurídico político de la economía de mercado. Para que el orden del mercado sea impersonal y por lo tanto imparcial, debe existir un marco normativo común y para que puedan formarse los precios libres jurídicamente debe haber libertad de elección. Por ejemplo: comprar y vender requiere de las correspondientes libertades o, para que no haya inflación, debe haber limites gubernamentales, leyes iguales para todos.
La democracia liberal es el único método encontrado hasta ahora por el hombre para la transferencia pacífica del poder mediante elecciones, y para evitar que no haya un régimen jurídico elástico y permisivo que vulnere los requisitos del mercado.
¿Cual es, entonces, la conjunción de la democracia liberal y la economía capitalista? un orden jurídico contra la arbitrariedad, con los derechos civiles como límite, un orden económico que no lo contradiga, sea correlativo e interdependiente, y el sistema político de la democracia liberal que garantice la vigencia de los anteriores.
No existe el capitalismo cuando el Gobierno controla draconianamente los precios, fija opciones productivas sobre a base de un plan, dirige el monto y la naturaleza de las inversiones y arremete contra la espontaneidad de los mercados, o sea, cuando avanza pretendiendo devastar a la sociedad civil. Es un desastre para el sistema salvo para los amigos del Gobierno.
En Argentina, la noción de separación de poderes ha resultado para nuestro Congreso, un concepto de difícil asimilación, también para las corrientes políticas tan propensas a identificar democracia con voto y voto con mandato irrestricto para el ejercicio del poder, lo cual no es otra cosa que el concepto de poder autoritario, solo restringido por el origen electivo de quienes lo detentan.
En una sociedad libre es muy importante que el poder de quienes gobiernan sea limitado, por ello, la visión liberal de la Constitución es la de un instrumento de protección de los derechos de los habitantes ante los abusos de los poderosos, protección que, como se ve, está lejos de verse asegurado en lo que depende de la idea del orden jurídico que tiene el Gobierno. El deseo de poder y rapiña y su pasión por el nacionalismo con su visión estrecha y anti universalista es una de las causas fundamentales de la falta de confianza que muchos argentinos, y el mundo en general, tienen por estos funcionarios.
El país está ante un peligro real, el de una dictadura, las condiciones propicias para que ello ocurra están dadas: avance del intervencionismo económico, penetración cultural socialista, control político del Gobierno, creadas desde la asunción del kirchnerismo al poder, con tanta continuidad, que hace sospechar en un plan premeditado.
Mientras los argentinos nos debatimos en la inflación de las más altas del mundo, se pierde la confianza de los acreedores externos en los programas fiscales y amplios sectores de la población asisten indefensos a la pérdida de ingresos y al empobrecimiento inevitable, el presidente de la República continúa propagando mensajes anticapitalistas donde tiene la oportunidad de hacerlo, insistiendo en tomar partido por los países anti occidentales, antidemocráticos, en distintos foros internacionales, ante la atónita mirada de los gobernantes e instituciones democráticas del mundo. Internamente, muchos de los medios de comunicación se han convertido en simples canales de propagación de ideas nacionalistas y socialistas y de consignas antiliberales mediante las cuales se distorsiona nuestra historia, y se debilitan los valores que forjaron la República; la política económica está llevando a numerosas empresas al colapso de no mediar cambios sustanciales en el corto plazo. Los crecientes controles y regulaciones de todo tipo, colocan a lo poco que queda del sector privado, en una situación de casi plena dependencia del poder estatal. Se suma al debilitamiento, cada vez mayor, de las fuerzas armadas y de la policía, que tiene lugar en el plano físico y moral.
Si ganara la elecciones, no sería raro, en este contexto, que el Gobierno diera un volantazo hacia la izquierda, llevando al país hacia un remolino colectivista con pocos medios para oponerse.
Es necesario comprometer a los jueces para que tengan en cuenta que la Constitución les da un arma poderosa, la declaración de inconstitucionalidad garantiza la supremacía de la Carta Magna: en caso de incompatibilidad producida por los actos normativos de los órganos públicos, deja de lado la norma incompatible para aplicar la Constitución. Si las leyes o los decretos carecen de aptitud para lograr el fin que ésta se propuso, ellos pueden ser descalificados como actos o medios carentes de razonabilidad, o sea, actos sin sentido o fuera del sentido previsto por la Constitución. Impuestos muy altos, por ejemplo, son confiscatorios, por lo tanto irrazonables, sin embargo, los aumentan a diario. ¿Duermen nuestros jueces quienes son los que deben señalar cuando es o no una ley o decreto razonable evitando que la Constitución sea usada como un chicle?
El gran desafío para los que tienen fe en la libertad, es salvar al país por medios democráticos, dentro de las instituciones, para ello no hay otro camino que el de la acción política, integrarse a una defensa activa de los valores en todos los ambientes de la actividad nacional. En esta lucha no debería quedarse nadie afuera, porque es cierto que se está jugando nuestra República a todo o nada. Votar con responsabilidad es elegir autoridades de los que estemos seguros que garanticen la libertad civil.
La tarea fundamental de los candidatos liberales es revelar las experiencias del capitalismo real y del socialismo real, para que se vea claro, en la comparación, que el socialismo lleva a un Estado donde la gente no tiene otro derecho que el de seguir los mandatos de los que ejercen el poder. Lenin y Trotsky , creador del Ejército Rojo y segundo jefe de la revolución bolchevique, firmaron el decreto que establecía penas de cárcel a los trabajadores y las bestiales razias de la URSS contra los campesinos, provocaron millones de muertos, así como también, notables científicos en biología, física y matemáticas, fueron condenados a trabajos forzados. En Cuba pasa lo mismo, aunque cierren los ojos quienes van de vacaciones a los hoteles cinco estrellas de la Isla, allí la gente se hallan a merced de lo que deciden los jefes del partido. Ello demuestra que los efectos en la vida social y cultural son los mismos, donde se destruye la propiedad `privada y el mercado. ¿Quién lo enseña en los colegios?
El socialismo real no tuvo éxito donde si lo tuvo el capitalismo en política, cultura, libertad y democracia. El libro negro del comunismo, crímenes, terror y represión nos acerca a las consecuencias de este terrible modelo, del cual Cuba no puede salir. Los aumentos de creación y productividad en todos los países capitalistas han superado todos los pronósticos, mientras que las experiencias socialistas demuestran que el socialismo es imposible ¿por qué, entonces, seguir con ideas locas?
La riqueza cualquiera sea material o espiritual tiene su fuente en las transacciones humanas de allí surgen las innovaciones. Si el Gobierno daña los intercambios, si les hace perder el carácter de voluntarios y libres, si aumentan el gasto creando enormes déficits y se alimenta del robo a los inversores, a los ahorristas, a los empresarios y empresas, haciendo que se paralice la riqueza y que huyan los capitales, el camino es el de Venezuela o Cuba. Los políticos deberían entender de una vez por todas que las libertades se hallan muy ligadas al capitalismo, sistema que, como explicamos, las necesita para funcionar adecuadamente. Para salir del marasmo que se viene hay que crear las condiciones para abrazarlo.
1Elena Valero Narváez
Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia.
Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias. Morales y Políticas
Premio a La Libertad.( Fundación Atlas)
*Este artículo fue publicado originalmente en El Diario Exterior el 11 de agosto de 2021.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo