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Por Nicolás Albertoni Gómez y Manuel Martínez Arteaga
El 28 de junio de 2019, la Unión Europea y el Mercosur anunciaban haber logrado un acuerdo comercial en el marco de un acuerdo de asociación estratégica más amplio. Se trata de un acuerdo que puso fin a una etapa de diálogo y negociaciones de casi veinte años y que consolida un entendimiento político y económico generando oportunidades de relevancia para los dos bloques. El mundo se hacía testigo de un instrumento histórico, moderno y muy abarcativo en cuanto a temáticas negociadas, dando protección al consumidor y los distintos sectores parte.
Un año más tarde, en 2020 se concluía el acuerdo político. Sin embargo, a tres años de aquel acontecimiento, el acuerdo no ha sido ratificado y aún está lejos de ser una realidad.
Desde 2019 a hoy, el mundo ha cambiado. Estados Unidos y China se enfrentaron en una guerra comercial. Nos enfrentamos a una pandemia global que ha dejado millones de muertes y efectos sociales, políticos y económicos de gran magnitud. Y, recientemente, Rusia ha desatado una guerra contra Ucrania.
La geopolítica y geoeconomía global han tenido un impacto negativo, enlenteciendo el diálogo posterior al acuerdo que permitiera firmarlo y ratificarlo. Es cierto que las dinámicas internas en la Unión Europea y señales poco amigables de Brasil no han ayudado. Sin embargo, paradójicamente, como consecuencia de una guerra, la esperanza de que el acuerdo se haga realidad comienza a crecer.
Claves a tener en cuenta
- Es necesario concentrarse en los capítulos centrales de este acuerdo: Cooperación-Político, Comercial e Inversiones. Diversificar el debate con temas que están fuera del acuerdo solo ayudan a distraer y quitar el foco de atención de lo verdaderamente importante. Para seguir profundizando en otros temas, se requiere primero concluir lo ya acordado.
- Una de las discusiones más importantes que se ha dado, luego de logrado el acuerdo, refiere a las medidas medioambientales. En particular, se ha hablado mucho de la deforestación del Amazonas. El acuerdo establece, expresamente, la idea de que el crecimiento comercial debe ir acompañado de un desarrollo sostenible. Se establecen compromisos contra la deforestación. Incluso se señala el respeto a los acuerdos multilaterales ya firmados sobre este tema. Sobre esta base, se deberá conversar y acordar un mutuo reconocimiento de estándares. El acuerdo es el instrumento más eficaz para cooperar, coordinar y ayudar a que se cumplan los compromisos asumidos. De lo contrario, solo serán resoluciones condenatorias sin efectos concretos.
- En varias oportunidades surge el argumento de la espera por los resultados frente a determinados procesos electorales. Limitar la magnitud de estos acuerdos, las oportunidades que generan para el conjunto de la economía —nacional o regional— no soluciona problemas de fondo y no permite avanzar. Las agendas nacionales son importantes, pero estos acuerdos lo son aún más. Decía Lord Palmerston, con su pragmatismo político: «No tenemos aliados eternos y no tenemos enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y nuestra obligación es vigilarlos».
Algunos datos cuantitativos
- Se trata de un acuerdo que liberaliza ampliamente el comercio de mercancías. El Mercosur se compromete a liberalizar el 91% de sus importaciones provenientes de la UE, en un período de hasta 10 años, en la mayoría de los productos (para productos más sensibles, el plazo será de hasta 15 años). Por su parte, la UE liberalizará el 92% de sus importaciones del Mercosur, en un período de hasta 10 años.
- En un escenario conservador, el acuerdo haría que el PIB de la UE se expandiese en 0,1 % (10.900 millones de euros) y el del Mercosur 0,3 % (7.400 millones de euros) para el 2032.
- También con una mirada conservadora, las exportaciones totales de la UE fuera de la comunidad se expandirían en un 0,4% (0,6% siendo ambiciosos), mientras que, en el Mercosur, las exportaciones totales al mundo se expandirían entre un 0,5% en Paraguay y 4,5% en Brasil.
A tres años de haber logrado el acuerdo, la sensación es que no hemos sabido explicar bien los beneficios de este. Tratar de dejar de mirar el árbol para mirar el bosque. Dejar de lado la inmediatez y los impactos estáticos y mirar a mediano y largo plazo. Explicar a los ciudadanos y los distintos sectores sobre los beneficios que pueden generar. Por ejemplo, en la capacidad de crear empleo, de aumentar la capacidad exportadora o tener una competencia con ciertos niveles de calidad que fuerce a seguir mejorando, innovando. Un acuerdo de esta magnitud y complejidad generará efectos negativos que deberán ser mitigados con políticas específicas.
Sin embargo, siempre son más los efectos positivos. Esos son los que hay que potenciar. El mundo necesita de más comercio, capaz de generar alternativas tanto en mercados de destino como en suministradores. Eso es lo que está evidenciando la guerra entre Rusia y Ucrania. Eso es lo que, al parecer, la Unión Europea está advirtiendo en este tiempo. Y eso es lo que, permite volver a mirar con esperanza y optimismo que el acuerdo sea una realidad.
*Este artículo fue publicado originalmente en dialogopolitico.org el 27 de junio de 2022
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo