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Hace mucho tiempo, en una galaxia muy cercana, los niños pasábamos los días jugando en las calles y plazas, viendo algunas horas de televisión porque sólo se emitía en la tarde, y leíamos revistas de caricaturas. Una de esas era Condorito, de un autor chileno conocido como Pepo. Eran chistes cortos de una o media página. Y varios de ellos terminaban con la expresión ¡Plop…! ¡Exijo una explicación!
Esa expresión parece apropiada a los datos del censo de parte del Instituto Nacional de Estadística (INE). Creo que la mayoría, entre los que me incluyo, pensábamos que la población boliviana y de sus departamentos era más grande que la finalmente reportada. Deseo compartir algunas reflexiones que creo requieren una explicación.
Comienzo por las cifras nacionales. Si tomamos las cifras del censo de 2012, sumamos los nacimientos y restamos las defunciones reportadas oficialmente por el INE y corregimos usando el perfil migratorio de la División de Población de Naciones Unidas, llegaríamos a un número cercano a 12 millones, muy por encima de los 11,3 informados en el censo.
Los nacimientos y las defunciones son registros administrativos reportados por el Órgano Electoral: se observaron, no se estimaron. Además, las cifras observadas no son muy diferentes de las proyecciones del INE en 2020 y revelan un patrón de menor natalidad y fecundidad que se observa en casi todo el mundo. También muestran el efecto dramático de la pandemia en las defunciones.
Por tanto, no pareciera existir problemas con esas cifras anuales. Entonces, la única forma de asentir en que las cifras del censo 2024 son correctas es que más de 750 mil personas habrían emigrado en estos años al extranjero, una cifra que es siete veces la proyectada por el INE y las propias Naciones Unidas. No parece plausible esta noción.
En ese caso, nos quedan básicamente dos hipótesis: o el censo de 2012 fue malo o el de 2024 fue mal ejecutado. Comienzo por la última hipótesis.
¿Pueden los “buenos” censos dar resultados equivocados? Digo buenos porque fue monitoreada por organismos internacionales. La respuesta es sí y el mejor ejemplo fue el censo de Chile en 2012, que se supone iba a ser el más moderno de la región, pero que terminó muy mal por una serie de errores. El veredicto lo dio un comité de expertos de alto nivel que descartó su uso. Por tanto, recomendaría que si se tiene una fuerte presunción respecto al censo 2024 se debe convocar a un conjunto independiente de expertos en el tema para despejar las dudas.
Pensemos ahora que el censo actual está bien hecho y que somos “apenas” 11,3 millones de personas en el país. Siguiendo el camino inverso que mencioné con el uso de nacimientos, defunciones y migración internacional, se llegaría a la conclusión que la población en Bolivia el año 2012 era de 9,7 millones en 2012, es decir 600 mil personas menos que lo oficial o 6% por debajo.
En ese caso, la pregunta sería qué habría motivado a sobreestimar la cifra de 2012, si fueron errores o fue un intento deliberado para inflar las cifras. Nuevamente la forma de saberlo es haciendo una auditoría con expertos al censo 2024 para descartar cualquier irregularidad, lo cual implícitamente nos daría un veredicto del censo 2012.
Comparto una tercera vía que usa herramientas internacionales basadas en detección satelital. De hecho, viene de un proyecto académico denominado “Mapeando la población mundial un edificio a la vez”, que consiste en usar algoritmos que combinan imágenes satelitales de muy alta resolución con datos censales. Según esta fuente, Bolivia habría tenido 11,6 millones en 2020 y tendría casi 12 al presente.
El gran problema es que uno de sus insumos es el censo 2012 y, si ese fue malo, sus resultados también están sesgados. Como dicen quienes trabajan en informática y sistemas: “si entra basura, sale basura”. Aún esta tercera opción requiere de una opinión calificada.
Dada la baja credibilidad del censo, la única opción es auditarlo con expertos independientes. Ese es el camino.