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Por Macario Schettino1
El viernes se publicó el dato oportuno del PIB, y muchas personas se emocionaron. De acuerdo con Inegi, el crecimiento en el segundo trimestre fue de 1 por ciento comparado con el anterior, o de 1,9 por ciento si se compara con el segundo de 2021. Algunos expertos han incluso modificado su estimación para todo este año, elevando en unas cuantas décimas el crecimiento esperado.
No creo que deban emocionarse tanto, porque prácticamente todo el crecimiento del trimestre ocurrió en abril. Tanto mayo como junio lo que muestran es una contracción. Y algo así nos ocurrió el año pasado, pero en marzo. Tal vez tenga algo que ver con Semana Santa, porque en ambos casos hay un incremento notable en turismo y entretenimiento. El año pasado, alojamiento y comida creció 10 por ciento en marzo. Ahora fue entretenimiento el que superó 9 por ciento de crecimiento. En ambos meses hubo también un repunte en transporte, asociado al comercio al mayoreo en 2021, y ahora al comercio al menudeo.
Pero cuando uno ve los meses siguientes, en 2021 todo fue hacia abajo. Tanto, que el único mes que logró superar a marzo de 2021 fue precisamente abril de 2022. Si ese fuera el caso ahora, lo más que podríamos esperar es un crecimiento de 1,8 por ciento, como el que tenemos en este momento comparando con el año pasado, o de 1,6 por ciento, comparando los primeros semestres de ambos años.
Mayo mostró una reducción, pequeña, comparada con abril, y del dato oportuno del PIB se desprende que junio tuvo el mismo comportamiento, que ya el indicador adelantado del IGAE, del Inegi, había mostrado. Julio terminó ayer, de forma que no hay datos, pero los indicadores de confianza, tanto del consumidor como de los empresarios, fueron negativos al inicio del mes. En estos días se publican estos índices, y podremos verificar si hubo cambio de ánimo en el transcurso del mes.
Para el resto del año, no se percibe alguna razón para crecer. El gran motor, que son las exportaciones, depende mucho de la industria manufacturera estadounidense, que en junio tuvo ya una caída mensual. Con las alzas de tasas de interés y la reducción de actividad en otras partes del mundo, es poco probable que haya crecimiento en ese cliente, que es el más importante. El conflicto con EE.UU., avivado por el Presidente, es fuente de incertidumbre, con lo que habrá inversiones que prefieran esperar al menos unas semanas, a ver qué ocurre en ese tema.
Quedan, como veíamos, el comercio y el turismo. En el primero, del crecimiento espectacular de abril en ventas de la ANTAD, hubo una reducción en 25 por ciento para mayo, y otro tanto para junio. No parece que haya razón para que los mexicanos empiecen a comprar en estos meses. En el turismo, falta muy poco para alcanzar los niveles prepandemia, y tampoco veo razón para que tengamos un incremento notable en lo que resta del año. Menos todavía si el peso sigue fuerte.
Considerando lo anterior, me parece más razonable mantener la estimación de crecimiento de este año entre 1,5 y 1,8 por ciento, que puede convertirse en algo cercano al cero para 2023, conforme el efecto de las altas tasas de interés se despliega por toda la economía (especialmente en EE.UU.). Con base en esto, el PIB sería, en 2024, inferior al que tuvimos en 2018. El resultado del gobierno en este sexenio sería negativo, en cuestión económica.
El resultado del gobierno en otros ámbitos, desafortunadamente, es todavía peor. Así lo muestra el espectáculo antidemocrático de Morena este fin de semana, pero también la destrucción de la capacidad de gestión del gobierno, que es impresionante. Comentaremos ambos temas.
1es profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en la ciudad de México y colaborador editorial y financiero de El Universal (México).
*Este artículo fue publicado originalmente en elcato.org el 03 de agosto de 2022