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Un Silicon Valley en los Andes

Gabriela Calderón de Burgos indica que los proyectos de Yachay Tech y la Ciudad del Conocimiento en Ecuador ilustran el fracaso de la mentalidad estatista.

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Por Gabriela Calderón de Burgos1

La Universidad de Investigación de Tecnología Experimental Yachay (Yachay Tech) es un monumental elefante blanco de esos que pululan alrededor de todo el país. En sus ocho años de existencia se han invertido $602 millones de recursos públicos, según el informe del caso de Universidades Emblemáticas de la Comisión de Fiscalización en la Asamblea Nacional. El informe plantea graves denuncias de corrupción y despilfarro.

En el informe se indica que Yachay Tech ha graduado desde su inauguración a un total de 450 estudiantes. Solo 28% de sus edificaciones están terminadas, 48% en ejecución y 23% paralizadas. Los edificios que si están concluidos presentan fallas importantes.

La universidad se maneja hoy con un presupuesto de $12,3 millones y 22 aulas para atender a 1.357 estudiantes, mientras que en 2016 llegó a tener un presupuesto de $36 millones para atender a tan solo alrededor de 500.

En la Ciudad del Conocimiento, de la cual Yachay Tech sería “el corazón y cerebro”, se invirtieron $233 millones en contratos de construcción con dos empresas estatales chinas, dinero que fue prestado por el mismo gobierno chino. De este proyecto, el ex-presidente dijo, “Yachay es el proyecto más importante de este gobierno y de la historia del país”. Consecuentemente, el estado ecuatoriano invirtió en un periodo de siete años $272,8 millones.

Hoy, hay edificaciones inconclusas con fallas estructurales que impiden que se terminen de construir. Solo 28% de las obras del proyecto estaban terminadas hasta 2018, 48% en ejecución y 23% paralizadas definitivamente.

Para dimensionar la monstruosidad de estos costos, consideremos que el estado invierte aproximadamente $7.000 al año por estudiantes que asisten a las universidades públicas tradicionales, mientras que en estos casos podríamos decir que invirtió más de $300.000 al año. Si bien no es correcto dividir el costo total de una inversión de largo plazo por los usuarios actuales, esto sí nos sirve para entender el costo de oportunidad de este desmesurado gasto público.

Frente a estas críticas, dirán los partidarios de este tipo de proyectos delirantes, que no valoramos la educación o que no le apostamos al país. Pero en un país que todavía sufre de un nivel importante de pobreza y de carencias más esenciales como seguridadvivienda y alimentación adecuadaseducación básica, es realmente inaudito que se hayan desperdiciado recursos de esta manera en un delirio de un poco de profesores universitarios con poder y poca conexión con la realidad.

Yachay Tech nunca iba a ser MIT ni la Ciudad del Conocimiento Silicon Valley porque estaba todo mal concebido. Las universidades como las empresas y las innovaciones no se dan en un vacío. Estas requieren de un entorno amigable donde se le concede la mayor libertad posible a los individuos para realizar incontables pruebas, acumular el capital necesario para invertir en estas y donde quienes cometen errores o aciertos al invertir asumen las ganancias o pérdidas. Es decir, todo lo contrario de lo que se ha hecho en Carondelet desde 2007. Lamentablemente, todavía no ha cambiado de manera significativa a pesar del cambio de administraciones.

Polos de desarrollo como Silicon Valley son el resultado espontáneo de la iniciativa privada en una sociedad de personas libres.

1es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).

*Este artículo fue publicado originalmente en elcato.org el 03 de junio de 2022

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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