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El  despoder del Jefazo 

Hugo Carvajal Donoso

Sociólogo. Vicepresidente de ACADEMIA

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Todo tiene un comienzo y un final. Le llegó el turno al Jefazo cocalero y empieza su tiempo de descuento en la política. Le salieron al frente varios parlamentarios y dirigentes de  oposición, pero fundamentalmente tendrá que batallar contra los peores enemigos que existen en política: los militantes desplazados/ignorados del partido, aquellos que fueron dejados de lado por la casta evista durante los catorce años de bonanza. A ellos, se suman los oportunistas que dejan de alabarlo y ya no lo defienden públicamente. Le aplican la sentencia de “a rey muerto, rey puesto”.

¿Esto significa que el líder cocalero aceptará fácilmente su derrota y no podrá  entrometerse  en las decisiones gubernamentales? Para nada, el cacique del Chapare continuará dando batalla y seguirá de entrometido, tiene mucho que perder —incluido el mando— en los magníficos negocios de comercialización de la polémica hoja de coca controlada por las seis Federaciones de productores. Sabe que si no consigue defender eficientemente los intereses de sus afiliados, será sustituido y desplazado de su base territorial de poder, en la que siempre se refugia cuando está en problemas. Finalmente lo que más importa son los negocios, el pragmatismo se impone.

Para entender como irrumpe esta crisis en el MAS —que no significa ruptura y división por el momento—, debemos entender su gestación. Se fueron acumulando las insolencias del Jefazo: impone la candidatura presidencial de Luis Arce y desaíra a la dirigencia de los campesinos del altiplano; designa arbitrariamente  los candidatos a gobernadores y alcaldes a pesar del rotundo rechazo de las “bases”; exige espacios de poder en el gobierno y  conmina a la reestructuración del gabinete ministerial. Esta última, fue la que abrió la grieta, ocasionando la insubordinación del presidente Arce,  la emergencia del Bloque Choquehuanca y el círculo de rebeldes; los que hoy manejan ese maravilloso instrumento de poder: el Estado. La experiencia nos enseña que las crisis se anuncian poco a poco, y de pronto: ¡estallan!

Hoy destacan más los defectos que las virtudes del Jefazo. Comienzan a desvelarse irregularidades en las cinco designaciones de los altos mandos policiales encargados de la lucha contra el narcotráfico en los últimos diez años. Constituyen una carga muy pesada y difícil de justificar; el MAS  desea desembarazarse de este escándalo, denuncian —para distraer y confundir— que uno de los acusados fue ratificado en la gestión de la presidenta  Jeanine Añez. ¿Cómo se explica que luego de 14 meses de gobierno, no lo hayan destituido y procesado como hicieron con otros quince oficiales de la policía nacional acusados de amotinamiento? ¿Cómo justificar los otros cuatro mandos policiales requeridos por la DEA?

Una mala designación pudo haber acontecido y se puede alegar ignorancia; la segunda  ya huele a complicidad; el tercer y cuarto nombramiento revela la existencia de una red delincuencial muy bien estructurada. El quinto, nos indica claramente que estamos en presencia de algo más serio: una organización que utiliza al Estado Plurinacional para la expansión de cultivos ilícitos, el tráfico de drogas, refugio de narcos, y el lavado de dinero. Es el ideal del crimen organizado, un territorio que garantice sus operaciones.

El Jefazo continúa siendo el líder del MAS, tiene el mando y no permitirá que lo desconozcan.  Implantó una clausula en los estatutos orgánicos con la cual podrá sancionar a los insumisos. Ya lo adelantó el senador Loza: “que lo sepan algunos interesados en maltratar a Evo Morales”.

Los contestatarios no están en la pelea por diferencias ideológicas o de identidad cultural, luchan para ocupar espacios que les fueron negados. Les usurparon en 2006 lo que les correspondía por legítimo derecho. Saben que no están capacitados para una gestión eficiente, eso es lo de menos, basta el triunfo electoral de 2020, son los nuevos dueños del Estado y nadie podrá arrebatarles esta oportunidad. El Jefazo deberá asumir esta nueva realidad y dedicarse a lo suyo. ¡Es así el despoder!

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Hugo Carvajal Donoso

Sociólogo. Vicepresidente de ACADEMIA

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