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La Guerra y la Paz

(…) es el nacionalismo agresivo, el que proviene de la intervención y la planificación el que engendra conflictos de intereses imposibles de solucionar por medios pacíficos.

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Por Elena Valero Narváez1

Cuando Yeltsin en 1991  asume la dirección del gobierno de la URSS,  liquidó al partido comunista, confiscó sus bienes y reconoció la independencia de los Estados bálticos,  así como la de Ucrania, Armenia y Kazjstán.  Desde entonces, Ucrania estaba en proceso de ir hacia una economía de mercado y un estado democrático,  la invasión rusa por Vladimir Putin la situó  en un terrible escenario. Se regresó a  épocas antiguas donde  todo pasaba por  aniquilar para siempre al enemigo;  los vencidos eran deportados, exterminados,  o sometidos a esclavitud, la avidez  de conquista solo se detenía  ante la invencible resistencia opuesta por el enemigo.

Los forjadores de imperios siempre creyeron que sus dominios debían ser ampliados al máximo tanto como las circunstancias permitieran y la aparición de cualquier conquistador poderoso hacia que se produjera la unión de cuantos se sentían  amenazados. Pasó con Napoleón, quien ensangrentó con la guerra a toda Europa, solo la coalición de todas las potencias europeas pudo ponerle término. Hoy, no es porque sí  que tantos países ligados de algún modo a Rusia quieran ser parte de la OTAN, le temen   porque saben de su afán expansionista y autoritario.

Emanuel Kant y su proyecto de  paz perpetua sostenía que el Estado de Derecho es la base en el intento  de alcanzar la completa realización política y moral del género humano. Para que funcionara  se debía  encontrar la salida al estado anómico y de salvajismo  natural entre los Estados,  mediante una reglamentación de las relaciones interestatales  para que,  actuando de acuerdo a ellas, se pusiera fin al estado de guerra. En resumen, se debía  establecer una base de entendimiento mínimo entre los Estados, la cual debía ser,   no solo de orden jurídico,  sino también moral,  para contenerla, logrando la  mutua confianza, requisito indispensable para que la paz fuera posible. Fue un adelantado, es cierto que el orden internacional actual al que muchos países del mundo en general respetan, ha ayudado a mantener al mundo fuera de guerras totales, tan destructivas como fueron las dos guerras mundiales. Existen altos grados de confianza entre países democráticos y desarrollados pero,  como afirma Ludwig von Mises,  nunca tendrán éxito las Naciones Unidas y otros organismos internacionales para imponer la paz en el mundo,   mientras no se batalle contra las aún  imperantes ideologías, devotas del anti capitalismo. Este gran economista nos ayuda a comprender por qué la invasión de Rusia a Ucrania no solo es injusta sino que era  inevitable,  nos retrotrae a los males del nacionalismo agresivo  y sus motivos. Resumiendo su pensamiento, von Mises nos señala que fue Gran Bretaña la que expuso al Mundo, que para salvaguardar la paz no solo bastaba con la democracia, necesitaba que ésta se  apoyara en una economía libre,  dentro y fuera de las fronteras.   En un mundo carente de barreras mercantiles y migratorias los incentivos que  militan por la conquista y por la guerra se desvanecen. El capitalismo elimina las mismas causas de la guerra, permite que coexistan pacíficamente múltiples naciones soberanas,  el individuo se desinteresa por la extensión territorial de su país  pero se hace imposible cuando los gobiernos comienzan a interferir en la actividad económica-

El capitalismo,  señala Mises,  lleva a la cooperación social, ésta se acaba cuando los países devienen en guerreros y lejos de intercambiar bienes y servicios prefieren combatirse los unos a los otros. Fue el reemplazo de la economía de mercado por el Estado Benefactor,   no  el arte militar, lo que más influencia tuvo en transformar las antiguas guerras limitadas en conflictos totales que acabaron con naciones y pueblos enteros.  Napoleón o Hitler hubieran extendido las fronteras muchísimo más  si hubieran ganado la guerra, los alemanes estaban dispuestos a luchar a muerte por el aniquilamiento de los franceses, polacos, y checos ya que creían que había de reportarles cuantiosas y efectivas riquezas. Ampliar los territorios equivalía a ampliar el nivel de vida del pueblo,  las naciones preferían luchar entre si en vez de cooperar pacíficamente en un mundo de beneficios mutuos. Resumiendo, es el nacionalismo agresivo,  el que proviene de la intervención y la planificación el  que engendra conflictos de intereses imposibles de solucionar por medios pacíficos.

Allí donde han existido poderes políticos ilimitados como en los países comunistas, nacional-socialistas, fascistas o con dictaduras militares,  el capitalismo no existe o lo hace  dificultosamente, y  la guerra siempre estuvo presente,  en estado latente o manifiesto.

Los conflictos tremendos disminuirán o desaparecerán   cuando la humanidad consiga desterrar los doctrinas,  aun hoy imperantes en algunos países,  que predican la existencia de antagonismos irreconciliables entre los diversos grupos sociales, políticos, religiosos, lingüísticos y nacionales y en su lugar se logre imponer una filosofía de mutua cooperación. El hombre se diferencia de los animales en cuanto percibe las ventajas que derivan de ella bajo el signo de la división del trabajo,  porque desea colaborar con otros seres humanos  domina y reprime los naturales instintos guerreros. Cuanto más desee incrementar su bienestar mas deseará  cooperar,  lo cual reducirá paso a paso la actividad bélica.  La división social del trabajo en el ámbito internacional, producto de la libertad económica, es lo que en la actualidad, podrá detener la expansión rusa.

La doctrina liberal esta en pugna con la devoción al Estado, éste debe limitarse a amparar el funcionamiento de la economía de mercado,  defendiéndola de ataques de individuos o grupos antisociales. La  gestión estatal resulta necesaria y beneficiosa, pero es un error atribuirle  omnipotencia y omnisciencia, no puede soslayar los lazos que unen la economía del país con la del resto del mundo;  el nacionalismo económico perjudica los intereses de otros estados sembrando  la semilla de los futuros conflictos internacionales. El intervencionista pretende resolver los problemas que crea  apelando a la guerra,  así actúo  Putin, no pudo tolerar que un Estado más débil pretendiera un gobierno democrático y acercarse a Europa, la solución a la antigua, fue destruir a Ucrania.

La guerra mata y destruye sin mirar a quien,  miles de personas son expulsadas de sus países, del lugar donde vivieron sus antepasados durante siglos, pero la raíz del mal no está en que existan arnas nucleares y terribles mecanismos de destrucción,  el espíritu de dominación y conquista,  como bien apunta Mises, es el que engendra todos los males.  Occidente no podrá sobrevivir si aumenta,  sin que sea resistida,  la omnipotencia gubernamental;   las guerras mundiales nos enseñaron que no basta con derrotar a los agresores,  es imprescindible la destrucción de las ideologías que fatalmente llevan a conflagraciones bélicas.

El Estado nación hace mucho que ha mostrado los limites para decidir las hostilidades como  para establecer las condiciones de paz de la posguerra, se agotaron  esas posibilidades con la victoria aliada, en 1945. Simultáneamente,  como bien lo expresa el destacado sociólogo Rubén Zorrilla, el imperialismo  se tornó, económico, político y militarmente,  imposible, se quebraron definitivamente  todos los imperios, el último fue el de la URSS, perduró hasta la caída del muro de Berlín.  Hoy,  Putin parece querer resucitar un sistema arcaico de dominación que significaba un esfuerzo costoso para la población,  atenuado solo por la gloria que aportaba el nacionalismo.  Es incompatible con mercados mundializados e intercambios políticos consensuados. Allá lejos,  tenía razón Juan Bautista Alberdi: “Dejad que las naciones dependan unas de otras para su subsistencia, comodidad y grandeza ¿Por qué medio? Por el de una libertad completa dejada al comercio  a cambio de sus productos y ventajas respectivas, la paz internacional, de ese modo, será para ellas el pan, el vestido, el bienestar, el alimento y el aire de cada día”.

1Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia. Miembro del Instituto de Economía  de la Academia de Ciencias. Morales y Políticas. Premio a La Libertad.( Fundación Atlas)

Este artículo fue publicado originalmente en eldiarioexterior.com el 07 de marzo de 2022.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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