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Lo que llaman gobiernos de izquierda

Con frecuencia se organizan seminarios que alertan sobre una conjura castro-chavista en contra de la democracia que está conquistando el continente para lo que llaman izquierda. Este análisis equivocado endosa a los fantasmas del siglo pasado su incapacidad para comprender lo que ocurre en el mundo contemporáneo. En esta nota desarrollaremos el caso de los gobiernos a los que uniforman en una supuesta izquierda y en la próxima las penurias de su alternativa. La llamaremos “Por qué es difícil que gane la derecha”.

Jaime Duran Barba

Consultor de imagen y asesor político.

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El uso mecánico de las categorías derecha e izquierda, que colapsaron con el fin de la Guerra Fría confunde, en vez de ayudar a comprender la realidad. No existe una conspiración urdida por Fidel Castro y Hugo Chávez, que esté logrando el triunfo de Xiomara Castro en Honduras, Gabriel Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú, Luis Arce en Bolivia; que se mantengan en el poder Ortega en Nicaragua y Maduro en Venezuela; que suban en las encuestas Lula en Brasil y Gustavo Petro en Colombia. Según ellos, la marea roja estaría provocada por el comunismo internacional que desapareció a fines del siglo pasado. Castro y Chavez murieron hace rato y no dejaron una doctrina que pueda orientar la política en el largo plazo. Ninguno fue Lenin.

Cuba y Venezuela. Cuba y Venezuela son países muy pobres, que no tienen los recursos necesarios para vivir, menos para lograr que los Andes se conviertan en una gran Sierra Maestra como pretendía la OLAS en 1967, bajo el liderazgo del Che Guevara.

Cuba es un escombro que flota en el mar de los Sargazos, sumida en penurias, con la poca plata que consigue alquilando médicos y con el apoyo de Venezuela que ya quebró, provocando que la cuarta parte de su población huya por el hambre.

Bajo el liderazgo de Castro, Cuba fue un protagonista importante de la política mundial. Aliada a Rusia, envió tropas a Etiopía, Eritrea, Namibia, Angola, el Congo, entrenó y auspició grupos guerrilleros en casi todos los países de América Latina. Fidel era un líder continental. Cuando llegaba a cualquier país se producían movilizaciones, miles de seguidores lo aplaudían entusiasmados, otros le combatían.

Cuba es un escombro que flota en el mar de los Sargazos, sumida en penurias

En las encuestas que hacíamos en los 80, entre un 10% y un 15% de latinoamericanos decía que quería irse a vivir a la isla. El porcentaje de los que ahora dicen lo mismo es cero.

Eso no significa que Cuba pertenezca a la misma categoría de las cleptocracias autoritarias del Caribe. Es impensable que una hija de Miguel Díaz-Canel tenga cuentas por cuatro mil millones de dólares en Andorra, como María Gabriela Chávez, hija del coronel Hugo, quien dijo que ese dinero lo consiguió como vendedora de cosméticos a domicilio; o que sus hijos manejen todos los negocios importantes del país, como hacen los hijos de Ortega en Nicaragua.

La izquierda tuvo un discurso ético, sus militantes no pretendían convertirse en millonarios, luchaban por ideas. Los comunistas tenían una ética privada tan rígida como la de los grupos más fundamentalistas de la Iglesia Católica, lo que provocó episodios pintorescos como el de Volodia Teitelboim y su hijo en Chile. Nadie ha podido imaginar que los choferes, jardineros, secretarios y amigos de Dilma Rouseff, Michelle Bachelet, José Mujica, Tabaré Vázquez, se conviertan en multimillonarios a la sombra de sus jefes como ocurrió con cierta “izquierda” que es mejor no mencionar.

Es honesto defender los mismos principios cuando se aplican a los que nos caen bien y a los que nos caen mal. Cuando los militares hondureños deportaron al presidente constitucional hondureño José Manuel Zelaya, lo rechacé de manera contundente en mis artículos. Lo hice también cuando depusieron a Evo Morales en Bolivia y cuando de manera tramposa dejaron fuera de las elecciones de Brasil a Luiz Inácio “Lula” da Silva. Los golpes y las persecuciones frecuentemente ayudan a las víctimas: Arce barrió en Bolivia, Xiomara Castro en Honduras, Lula aparece como el favorito en las encuestas de Brasil. La persecución a Perón durante 18 años lo convirtió en una leyenda y el acoso de los cristinistas hace crecer a Mauricio Macri todos los días.

Algunos ideólogos dicen que Andrés Manuel López Obrador estaría acabando con una democracia mexicana que habría nacido cuando Vicente Fox ganó las elecciones y puso fin a la “dictadura perpetua” del PRI.

Democracia. Vale definir qué es la democracia. En principio, es un sistema en el que el poder se genera a través de elecciones libres, competitivas, el presidente no se reelige apresando a los opositores como lo hacen los dictadores de Nicaragua y Venezuela, ni pretende ejercer indefinidamente el poder.

Después de los Estados Unidos, México es la segunda democracia presidencialista más antigua del mundo. Desde la elección de Álvaro Obregón en 1920, todos sus presidentes han terminado su período en el día que establecía la Constitución, ninguno buscó la reelección. En cien años, no hubo pronunciamientos militares, ni eclesiásticos que pretendieran someter al poder civil como ha sido frecuente en otros países del continente.

Después de un prolongado dominio del PRI, ganó las elecciones, en el 2000, el Partido Acción Nacional. Ernesto Zedillo entregó el poder ordenadamente. Después se han alternado después presidentes del PAN, del PRI y de Morena, sin que se altere el orden. Nadie duda de que cuando termine su período, AMLO entregará el poder a quien sea elegido en las urnas. Las encuestas dicen que es el mandatario latinoamericano mejor evaluado de este momento. ¿Por qué está terminando con la democracia?

Es antidemocrático suponer que existe la democracia solo cuando se eligen presidentes del gusto de algún intelectual. En cada país, con distintas tradiciones, existe democracia cuando se garantiza que los presidentes proceden de elecciones libres y es posible la alternabilidad.

Los principios democráticos pasan por respetar la autoridad de quienes han sido elegidos, sin organizar asonadas golpistas, llámense Pedro Castillo, Daniel Boric, Guillermo Lasso o Alberto Fernández.

Chile. Sería ridículo decir que las elecciones en que fue elegido presidente de Chile Gabriel Boric se debieron a la intervención de Maduro y Fidel Castro. El nuevo mandatario chileno hizo una campaña inteligente, con estrategia, con imaginación. Es uno de los pocos políticos que ha entendido que estamos en el siglo XXI, con electores que exigen nuevas formas de comunicación y acción política. Boric no ganó porque lo ayudaron los fantasmas del pasado, sino porque puso la mirada en el futuro, mientras la Concertación, la derecha y José Antonio Kast fueron arrogantes y se quedaron en 1990.

Tan lejos estaba del chavismo que, después de las elecciones, ha criticado abiertamente a la cleptocracia militar venezolana. A esa altura no lo hace porque busca votos que no necesitaba, sino porque quiere construir una alternativa de izquierda moderna. Para quienes amaban tanto la Revolución en el el siglo pasado y para quienes quieren seguir luchando por ideales semejantes en el futuro, es difícil entender a izquierdistas clericales que respaldan a una dictadura militar corrupta, que invoca una revolución que no tiene nada que ver con lo que defendieron los revolucionarios de antaño, ni con el futuro. Boric y AMLO representan dos formas nuevas de replantear la política desde la izquierda.

Colombia. En Colombia probablemente ganará las elecciones Gustavo Petro. Es equivocado pensar que su éxito se debe al apoyo del castro-chavismo. Las cosas pudieron ser distintas si Iván Duque hubiese tenido una estrategia que logre conectarlo con la gente y conseguir una mejor evaluación. Tanto él como Sebastián Piñera en Chile tuvieron una comunicación equivocada que los alejó de la población.

¿Pudieron terminar mejor su período? La respuesta es sí. Necesitaban investigaciones, estudios, trabajar con equipos técnicos a los que debían integrar. Menos creencias y más tecnología.

Si la derecha colombiana pretende ganar, no tiene el mejor candidato, que sale de un intrincado sistema de internas. Está haciendo una campaña alejada de los electores, protagonizada por personajes que, siendo respetables, tienen imagen negativa. Son ellos quienes ayudan a la elección de Petro. Es un candidato hábil, que impedirá que lo apoyen en público Maduro, Ortega o Cristina. Cuenta con el apoyo del Papa, quien se tomó una foto para apoyar al más parecido a su ideología, en un país tan católico como Colombia. Tal vez integre a uno de sus voceros a la banca de suplentes del gabinete de Cristina. Así, podría imprimir a la campaña un toque místico, desde la Pontificia Academia de Ciencias, hablando del milagro Petro, como lo hizo hace poco algún otro miembro pío de ese organismo, hablando del milagro argentino de Santa Cristina.

Los principios democráticos pasan por respetar la autoridad de quienes han sido elegidos

Kirchnerismo. Terminemos esta revisión de esta lista de distintos gobiernos, a los que algunos llaman de “izquierda” hablando del más exótico de ellos, el kirchnerismo. Es la variante ómicron del peronismo: hace mucho ruido, se difunde rápidamente, es superficial y está en su ocaso. 

En el siglo pasado la izquierda no incluía en su lista al peronismo. El Partido Comunista argentino participó tanto de la llamada Revolución Libertadora de 1955, como del Golpe en contra de Isabel Perón en 1976. La URSS defendió en los foros internacionales a la dictadura, invocando la “autodeterminación de los pueblos”, como si los argentinos hubiesen escogido que gobiernen esos militares.

Actualmente varios revolucionarios descubrieron la izquierda cuando todo había terminado, aunque mantuvieron sus privilegios durante el gobierno militar. Dicen que hicieron fortuna gracias al libre ejercicio de su profesión de abogados, nunca presentaron un recurso para defender a alguno de los miles de perseguidos por los militares.

En un giro pintoresco, descubrieron la izquierda cuando entraban a la tercera edad mental, incluso algunos que no pasaban de los 30 años. Confundieron izquierda con anomia. Hablaremos del tema en nuestra próxima nota.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo

*Artículo publicado con la autorización del autor


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Jaime Duran Barba

Consultor de imagen y asesor político.

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