Pasando una hora con el Dr. King

Si pudieras viajar en el tiempo y pasar una hora con diez personas de tu elección, ¿a quién elegirías y por qué? ¿De qué querrías hablar con él o ella?

Este es un fascinante experimento mental que le recomiendo que presente a sus amigos. Nunca deja de producir un debate interesante del que todos los implicados aprenden. En mi caso, el gran orador romano Cicerón está siempre entre mis diez primeras opciones.

También el Dr. Martin Luther King Jr., al que honramos con una fiesta nacional (diferente a su fecha de nacimiento el 15 de enero). Me encantaría tener la oportunidad de hablar con él cara a cara.

No estaríamos de acuerdo en todo, sin duda. Creo que el Dr. King se equivocaba a menudo cuando abordaba cuestiones económicas. Sin embargo, era un hombre tan reflexivo y amable que estoy seguro de que escucharía atentamente mi perspectiva. Me gustaría explicarle por qué su apoyo al salario mínimo, al sindicalismo obligatorio y a los programas de bienestar entran en conflicto con su devoción por la no violencia.

El Dr. King señaló que el capitalismo (el sistema de propiedad privada, el espíritu empresarial y el libre mercado) hizo posible que Estados Unidos «hiciera maravillas» y «se convirtiera en la nación más rica del mundo». Lo llamó «el mayor sistema de producción que la historia ha conocido». Y sabía que el comunismo tenía sus raíces en el engaño y la tiranía, y lo dijo en múltiples ocasiones. Así que, incluso en economía, es probable que encontremos una considerable armonía de opiniones.

En otros asuntos —en los más importantes, de hecho— estaríamos de acuerdo con entusiasmo. Disfrutaría mucho discutiendo ese terreno común en detalle.

Por ejemplo, como compañeros cristianos, probablemente hablaríamos de nuestra mutua comprensión de la ética cristiana. También me gustaría contarle cómo la ciencia, en los años transcurridos desde que él murió en 1968, ha afirmado cada vez más la Creación y un Creador, no un universo accidental. Creo que le encantaría esta evolución.

El Dr. King declaró célebremente: «Tengo el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivan un día en una nación en la que no sean juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter». Le agradezco que apoyara con tanta elocuencia la importancia crítica del carácter. Yo mismo he abordado esta cuestión muchas veces a lo largo de los años, incluso como tema principal en Are We Good Enough for Liberty?

Las numerosas y sabias observaciones del Dr. King sobre la bondad, el valor, el perdón, la responsabilidad y la compasión darían para hablar durante mucho más de una hora. De hecho, pediría a la máquina del tiempo que me concediera varias horas más con él.

El Dr. Martin Luther King Jr. sigue siendo el portavoz más elocuente de los derechos civiles de todas las personas desde el gran Frederick Douglass (véase mi tratamiento de Douglass aquí y aquí). Así que, en lugar de leer mis palabras sobre él, permítanme compartir con ustedes algunas palabras del propio gran hombre. Estas son algunas de mis citas favoritas de King:

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Creo que la segregación es totalmente anticristiana y que va en contra de todo lo que representa la religión cristiana.

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El hombre es hombre porque es libre de actuar en el marco de su destino. Es libre de deliberar, de tomar decisiones y de elegir entre alternativas. Se distingue de los animales por su libertad para hacer el mal o el bien y para recorrer el camino de la belleza o el de la degeneración.

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Un hombre muere cuando se niega a defender lo que es correcto. Un hombre muere cuando se niega a defender la justicia. Un hombre muere cuando se niega a defender lo que es verdadero.

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Nuestra última lealtad no es al gobierno, ni al Estado, ni a la nación, ni a ninguna institución hecha por el hombre. El cristiano debe su última lealtad a Dios y si alguna institución terrenal entra en conflicto con la voluntad de Dios, es su deber cristiano tomar una posición contra ella. Nunca debes permitir que las demandas transitorias y evanescentes de las instituciones hechas por el hombre tengan prioridad sobre las demandas eternas del Dios Todopoderoso.

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Este no es un día para los agitadores, ya sean negros o blancos. Debemos darnos cuenta de que estamos lidiando con el problema social más importante de esta nación y al lidiar con un problema tan complejo no hay lugar para el emocionalismo equivocado. Debemos trabajar apasionada e implacablemente por el objetivo de la libertad, pero debemos estar seguros de que nuestras manos estén limpias en la lucha. Nunca debemos luchar con falsedad, odio o malicia. Nunca debemos amargarnos.

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No debemos victimizarnos con una filosofía de supremacía negra. Dios no está interesado solamente en liberar a los hombres negros y a los hombres morenos y a los hombres amarillos, sino que Dios está interesado en liberar a toda la raza humana. Debemos trabajar con determinación para crear una sociedad, no en la que los hombres negros sean superiores y los demás hombres sean inferiores y viceversa, sino una sociedad en la que todos los hombres vivan juntos como hermanos y respeten la dignidad y el valor de la personalidad humana.

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En algún lugar alguien debe tener algo de sentido común. Los hombres deben ver que la fuerza engendra fuerza, el odio engendra odio, la dureza engendra dureza. Y todo es una espiral descendente, que finalmente termina en la destrucción de todos y todas. Alguien debe tener el suficiente sentido común y la suficiente moralidad para cortar la cadena del odio y la cadena del mal en el universo. Y eso se hace con amor.

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El comunismo se basa en el relativismo ético y no acepta absolutos morales estables. El bien y el mal son relativos a los métodos más convenientes para hacer frente a la guerra de clases. El comunismo explota la terrible filosofía de que el fin justifica los medios. Enuncia de forma conmovedora la teoría de una sociedad sin clases, pero, por desgracia, sus métodos para lograr este noble fin son con demasiada frecuencia innobles. La mentira, la violencia, el asesinato y la tortura se consideran medios justificables para alcanzar el fin milenario. ¿Es esta una acusación injusta? Escuchen las palabras de Lenin, el verdadero estratega de la teoría comunista: «Debemos estar dispuestos a emplear artimañas, engaños, violaciones de la ley, retener y ocultar la verdad». La historia moderna ha conocido muchas noches tortuosas y días llenos de horror porque sus seguidores se han tomado en serio esta afirmación.

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Uno de los grandes debates filosóficos de los siglos ha sido la cuestión de los fines y los medios. Desde Maquiavelo en adelante, ha habido personas que han defendido que el fin justifica los medios. A veces los sistemas de gobierno han seguido esta teoría. Escuchen a Lenin cuando dice: «La mentira, el engaño, la violencia, la ocultación y el ocultamiento de la verdad son medios justificables para lograr el fin de la sociedad sin clases». Esta es la gran debilidad y la tragedia del comunismo y de cualquier otro sistema que argumente que el fin justifica los medios, pues en un sentido real, el fin es preexistente a los medios; los medios representan el ideal en ciernes, y el fin en proceso. A lo largo de la historia, los medios inmorales no pueden dar lugar a fines morales. Los medios destructivos no pueden dar lugar a objetivos constructivos. La belleza de la no violencia es que hace posible que el individuo luche por conseguir fines morales a través de medios morales. 

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Otra razón por la que debemos amar a nuestros enemigos es que el odio marca el alma y distorsiona la personalidad. Conscientes de que el odio es una fuerza maligna y peligrosa, pensamos con demasiada frecuencia en lo que hace a la persona odiada. Esto es comprensible, ya que el odio causa un daño irreparable a sus víctimas. Hemos visto sus horribles consecuencias en la ignominiosa muerte de seis millones de judíos a manos de un loco obsesionado por el odio llamado Hitler, en la indescriptible violencia infligida a los negros por turbas sedientas de sangre, en los oscuros horrores de la guerra y en las terribles indignidades e injusticias perpetradas contra millones de hijos de Dios por opresores desaprensivos.

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El odio es igual de perjudicial para la persona que odia. Como un cáncer incontrolado, el odio corroe la personalidad y carcome su unidad vital. El odio destruye el sentido de los valores y la objetividad del hombre. Hace que describa lo bello como feo y lo feo como bello, y que confunda lo verdadero con lo falso y lo falso con lo verdadero.

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Por desgracia, la historia deja a algunas personas oprimidas y a otras opresoras. Y hay tres maneras en que los individuos oprimidos pueden lidiar con su opresión. Una de ellas es alzarse contra sus opresores con violencia física y con un odio corrosivo. Pero este no es el camino. Porque el peligro y la debilidad de este método es su inutilidad. La violencia crea muchos más problemas sociales de los que resuelve. Y he dicho, en muchas ocasiones, que mientras el negro, en particular, y los pueblos de color de todo el mundo luchan por la libertad, si sucumben a la tentación de usar la violencia en su lucha, las generaciones no nacidas serán las destinatarias de una larga y desoladora noche de amargura, y nuestro principal legado al futuro será un reino interminable de caos sin sentido. La violencia no es el camino.

Otro camino es consentir y ceder, resignarse a la opresión. Algunos lo hacen. Descubren las dificultades del desierto para pasar a la tierra prometida, y prefieren volver a los déspotas de Egipto porque es difícil entrar en la tierra prometida. Y así se resignan al destino de la opresión; de alguna manera consienten esta cosa. Pero ese tampoco es el camino porque la no cooperación con el mal es una obligación moral tanto como la cooperación con el bien.

Pero hay otro camino. Y es organizar una resistencia masiva no violenta basada en el principio del amor. Me parece que este es el único camino cuando nuestros ojos miran al futuro. Mientras miramos a través de los años y de las generaciones, desarrollemos y avancemos aquí mismo. Debemos descubrir el poder del amor, el poder, el poder redentor del amor. Y cuando lo descubramos podremos hacer de este viejo mundo un mundo nuevo. Podremos hacer que los hombres sean mejores. El amor es el único camino.