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Putin declara movilización y nueva amenaza nuclear

Eduardo Zeballos

Investigador social y analista geopolítico

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En un discurso realizado el 21 de septiembre, el presidente de Rusia declara una “movilización parcial” para apoyar en lo que denomina una medida necesaria “para proteger al pueblo ruso” de lo que llamó “toda la maquinaria de guerra del occidente” en Ucrania. Acto seguido el Ministro de Defensa Sergei Shoigu aclara que la llamada se orienta particularmente a sumar unos 300,000 soldados provenientes de las reservas y que tengan experiencia militar previa. La medida se lanza a pocos días después de la mayor derrota del ejército ruso, donde producto de una maniobra militar de contraofensiva ucraniana, perdieron más de 6,000 km2 de territorio.

La medida ha generado un nuevo remesón mundial, que evidentemente llama a analizar las consecuencias de dicha medida. Primeramente, hay que destacar que fruto al éxito en el campo de operaciones para recuperar gran parte del territorio en el Oblast de Kharkiv, los analistas internacionales, tanto del frente militar como el político, comenzamos a vaticinar el inminente colapso del ejército ruso en Ucrania. Situación que se hizo también evidente, frente al material de inteligencia recuperado en lugares como Izyum donde en los cuarteles rusos se encontraron cartas de soldados presentando argumentos de no estar dispuesto a seguir en la lucha. Esto mostraba un indicativo adicional de las fallas internas de la ofensiva rusa para mantener cohesionado a sus fuerzas. El caso no fue un hecho aislado y se venía hablando de la inhabilidad de la ofensiva rusa de alcanzar resultados significativos en los últimos dos meses en el frente de guerra, lo que terminó por dar los argumentos finales de las difíciles condiciones en que se encuentra el ejército ruso para alcanzar cualquier objetivo político o militar en Ucrania.

Un hecho adicional precede a la determinación de Putin, se trata de que todas las medidas previas para movilizar a nuevos contingentes, que juntos formaron la Tercera Armada no han permitido alcanzar los números suficientes para hacer una diferencia en el campo de batalla, como lo atestigua la victoria de Ucrania en Kharkiev. Por ello, Putin se encontró sin opciones para persistir en su objetivo militar en Ucrania, caso contrario terminar de ver colapsar a su ejército.  Para Putin y los ultranacionalistas que lo apoyan no encuentran otra opción que no sea doblar los esfuerzos antes que recibir una nueva humillación.

El hecho evidentemente conmociona no solo al pueblo ucraniano que se encuentra en una lucha contra un país que es 28 veces más grande, la segunda potencia militar mundial y la primera potencia nuclear. También ahora conmociona al pueblo ruso, que durante meses vive mirando de costado los abusos y excesos que su “operación militar especial” viene cometiendo en el “hermano país”. El mayor impacto inmediato lo está viviendo dentro de sus fronteras, pues la medida ha volcado a decenas de miles de hombres a buscar la primera salida del país y a débiles protestas rápidamente apagadas, en una muestra de lo que se interpreta como la imposibilidad de una sociedad de poner un freno a la voluntad de un déspota.

La pregunta que se hace en el entorno mundial, es si la nueva medida del Kremlin, logrará que en esta ocasión permitan alcanzar los objetivos políticos y militares establecidos por Putin en Ucrania. Evidentemente, se trata de una cadena de medidas complementarias en un plan para lograr su cometido, que básicamente buscan maniatar a la comunidad internacional a no tomar acciones en contra de esa voluntad, con la amenaza nuclear de por medio.

Como observador y analista del conflicto, puedo asegurar que Vladimir Putin lo único que está logrando es aislar políticamente cada vez más a Rusia, deteriorar aún más la economía de su país y ahora abrir las puertas a que el conflicto en Ucrania termine por socavar el clima social dentro de su país. Es decir, la sociedad rusa ya no será neutral en el conflicto y lo que vaya sucediendo dentro del frente de guerra va a ir teniendo un mayor impacto político en su interior.

A nivel internacional, la cohesión y voluntad ha mostrado mantenerse incólume y veremos en el transcurso de los meses invernales si la unidad permanece, estaremos viviendo el 2023 la nueva “primavera rusa”.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Eduardo Zeballos

Investigador social y analista geopolítico

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