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El gen materno de todes

María José Rodríguez Beller

Consultora internacional en reputación y crisis.

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Es mi amigo y muy querido, converso mucho con él, aunque no tanto como quisiera. Es hombre y es madre. Su hija nacida de células suyas en un vientre ajeno, es simplemente perfecta. Ella tiene un aire hindú, seguramente herencia de la matriz, en rasgos de Él, su madre. “Me faltó parirla”, dice siempre que se lo abraza por el día de la madre. Y de alguna manera lo hizo. La alimentó, educó, vistió, lloró, amó, y todo, todito, con amor materno. Haberla buscado en el vientre de otra porque el suyo no daba para eso, fue siguiendo una pulsión superior a su naturaleza física. Él es una madre poderosa y rica en amor.

Ella, una madre que amando mucho a su hija prefirió la distancia. En la infancia habían asomado algunos rasgos de esa personalidad que explotó con la adolescencia y entonces esa madre reconoció en los ojos de su hija todo lo que no quiso ser, lo que no debería ser nadie para sus cánones. O quizá, simplemente, todo lo que a ella le faltaba ser. Pero madre es madre aunque los críos no salgan a gusto total.

Están las madres que no quieren serlo y lo son sin consulta. Son niñas o mujeres violadas que no pueden romper la vida que albergan dentro, sin intención creadora. Y que con tropiezos consiguen despertar una maternidad tullida pero maternidad al fin.

Están (mos) las que quisieron serlo, pero no dentro del rol esperado. Madres no abnegadas, sino luchadoras y libres. Muchas de ellas conjugaron su gen materno, con el de mujer, persona y ciudadana. Todo al mismo tiempo y medio revuelto. Esas madres sacadas del rol a las que la maternidad jamás les puso un ancla. Como la de mi amiga Glora Ardaya, que no se define como una sobreviviente sino como una luchadora, que ha criado tres hijos paridos y otro de gajo, sin quejas y manteniendo la producción intelectual y la acción política. Sin victimizaciones, amando la realidad tal cual se presenta y siempre creciendo y haciendo crecer.

Y están las mamás dobles, que en pareja de dos, forman una sola familia de amor, problemas y soluciones, como todas. Dos mujeres de fuerza, razón y ternura que muestran a una sociedad todavía pobre en amor la fuerza de éste. Ella, la mamá que conozco desde casi niña, es el ejemplo de la superación y la liberación, sin discursos, ni banderas, solo ñeque, talento y ejemplo diario. Sus hijos entenderán que pueden decidir sobre su cuerpo y que no están atrapados en él. Una cosa simple hoy, que para ella fue como un dolor de marcaje.

El 27 de mayo es de celebración inclusiva. Nos inspiran mujeres que lucharon y ofrendaron su vida por la libertad. Y hoy la celebración debe ampliarse a las madres todes, que llevan el gen de criar hijos con alas, hijos libres. En especial a quienes consiguen techo, comida, abrigo haciendo magia y sonrisa y la mano cálida en la caricia, aunque afuera siempre llueva.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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María José Rodríguez Beller

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