«Camino de servidumbre»: 80 años
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Este mes se han cumplido ochenta años de la publicación de «Camino de servidumbre», del premio Nobel de Economía y filósofo austríaco Friedrich von Hayek. La obra se convertiría en uno de los textos más influyentes del pensamiento liberal en el siglo XX y varias de sus lecciones se encuentran hoy tan vigentes como a la fecha de su publicación, en marzo de 1944.
Una primera lección se refiere a la identidad ideológica entre comunismo y nazismo. En un país como Chile, gobernado por el comunismo, vale la pena reparar en este punto.
«Cuando se entrega el mundo intelectual —escuelas, medios, universidades, arte, etcétera— a los enemigos de la libertad, el camino de servidumbre y miseria resulta inevitable, pues las instituciones y cultura que hacen posible el florecimiento humano desaparecen».
Hayek, quien desde la década del 30 se desempeñaba como profesor en la London School of Economics (LSE), tuvo como una de sus motivaciones centrales para escribir «Camino de servidumbre» el explicar a la población y élite británicas que, contrario a lo que pensaban, el nazismo de Hitler no era una reacción capitalista frente al comunismo, sino una doctrina «genuinamente socialista» que, como la anterior, constituía un sistema de creencias totalitario que negaba los derechos del individuo en función del colectivo y buscaba el control completo del aparato económico.
En el informe de 1933 titulado «Nazi-socialismo» al presidente del LSE William Beveridge, que constituiría un antecedente del libro, Hayek explicó que fue Marx, con su idea de la fragmentación de la razón humana en lógica y racionalidad burguesa y lógica y racionalidad proletaria, el que sentaría las bases del antirracionalismo económico y racial nazi. Como el comunista, el antirracionalismo de los nazis negaría la existencia de verdades cognoscibles independientemente de la raza, nación o clase.
Este relativismo epistemológico propio del colectivismo nazi y comunista, explicó Hayek, es contrario al individualismo liberal, cuyo fundamento se encuentra en el pensamiento racional.
Según Hayek, «la temida revolución comunista» ya había tenido lugar en el centro de Europa, hecho que no era reconocido por las «diferencias en fraseología y grupos privilegiados» entre nazis y comunistas.
Una segunda lección de «Camino de servidumbre» es que la pérdida gradual de la libertad económica a manos de tendencias antiliberales implica de por sí una agresión sustancial a la esfera de acción de los individuos y tiene el potencial de conducir a la pérdida de todas las demás libertades. Es importante notar aquí que la destrucción progresiva de la libertad económica a la que Hayek se refería, suele tener lugar bajo regímenes democráticos que socavan la aceptación de la propiedad privada y los resultados del mercado.
Entre las nuevas ideas que Hayek denunció como perniciosas se encuentra la redefinición del concepto de libertad, que los liberales clásicos entendían como ausencia de coacción arbitraria y que simpatizantes socialistas entendieron como ausencia de carencias materiales. Esta forma de entender la libertad, que se encuentra en el pensamiento de Marx, ha sido adoptada en nuestro país por la mayor parte de la clase política e intelectual de derecha a izquierda. Y, tal como habría predicho Hayek, en Chile condujo al colapso en los índices de libertad económica con todas las consecuencias que ello conlleva.
Una tercera lección de «Camino de servidumbre» es que la creciente búsqueda de igualdad material a la que conduce esa noción pervertida de libertad, resulta incompatible con la igualdad ante la ley y por tanto con un sistema económico libre, pues es precisamente este sistema el que se presenta como un obstáculo a la realización de la nueva libertad. En ese sentido Hayek advierte que «toda actividad del Estado dirigida a la igualación material o sustantiva de los individuos» conduce «inevitablemente a la destrucción del Estado de Derecho».
Sin duda, lo anterior ha ocurrido gradualmente en Chile y en casi todo Occidente mediante la asignación de privilegios artificiales a diversos grupos, además de un creciente intervencionismo estatal en la esfera económica.
Pero tal vez la lección más relevante de «Camino de servidumbre» sea la insistencia de Hayek en que son las ideas que predominan en una sociedad lo que define su evolución. Cuando se entrega el mundo intelectual —escuelas, medios, universidades, arte, etcétera— a los enemigos de la libertad, el camino de servidumbre y miseria resulta inevitable, pues las instituciones y cultura que hacen posible el florecimiento humano desaparecen.
A ochenta años de su publicación, Chile debería tomar nota de estas lecciones.