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Carta a los bomberos y bomberas 

Leticia Sáinz

Periodista

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Allá por los años 60 y 70, sentía fascinación por los jóvenes que se iban a la guerrilla, casi con la certeza de que morirían, en busca de defender una utopía. No tenía la edad para partir, ni las agallas tampoco, pero con unos añitos más, quizá lo hubiera hecho….

Mi generación, la generación de la democracia en Bolivia, también estuvo dispuesta a dejarlo todo. Vivimos exilio, apresamientos, muertes y miles y miles de desaparecidos.. todavía tenemos heridas que no han sanado de esas épocas de profunda convulsión.

Ahora, en la madurez, he escuchado cientos de veces que los jóvenes de hoy, del siglo XXI, son totalmente distintos a esos jóvenes dispuestos a dar la vida por lo que creían. Que no tienen ideales, que la tecnología los ha atontado, que sólo buscan bienestar o dinero o, en el peor de los casos, dinero fácil. Que la política no les interesa en absoluto porque no tienen ideales…

Soy de las que creen que la política es una misión sublime. Que son los políticos, algunos de ellos, que se han equivocado al creer que esa es la vía para una vida cómoda y resuelta en vez de buscar el bienestar colectivo.

Ya tenemos democracia, débil y cuestionada pero es democracia. Hoy debemos enfrentar  otros problemas igual o más graves: el mundo, como lo conocemos, está herido de muerte como consecuencia del cambio climático que no es, de ninguna manera, un asunto lejano o de primeras potencias. Está aquí, ahora y la prueba está, por ejemplo, en el aire enrarecido que no queda otra que respirar.

La posesión y la distribución de la tierra nos afecta en Bolivia. Y para tenerla, avasalladores queman los predios en la búsqueda de consolidar una propiedad que es usurpación. Y se desatan los incendios, todos los años… las ONGs gritan que no hay prevención, las autoridades dan manotazos para enmendar el problema allí donde no está la solución y los únicos que arriesgan la vida, casi con la certeza de que morirán, son los bomberos y bomberas que, mochila al hombro, parten a apagar el fuego para salvar lo que se pueda de los bosques, de los animales, del agua… ninguno se queda a  debatir la causa, o las posibles soluciones, o a salir en los medios para que se conozcan sus utopías. Parten sin más a intentar salvar lo que otros, despiadadamente destruyen. Sin nombres, sin plata, con o sin apoyo. A defender su idea de un mundo más sano, a cuidar del agua, del aire, de la tierra que otros negocian impúdicamente.

El mismo idealismo de los guerrilleros de los 70 que buscaban cambiar el mundo. Sería muy difícil, incluso para los más avezados periodistas, dar 10 nombres y apellidos de bomberos o bomberas porque ninguno busca protagonismo personal. A la mayoría nadie les paga y a los que sí reciben un sueldo, supera con muy poco el salario mínimo.

Un matutino local hizo un editorial con el título “Bomberos mendigos” en defensa de estos jóvenes que claman por ayuda para apagar el fuego que los vándalos inician.

Para mí, queridos bomberos y bomberas, es la reivindicación de una generación que lo da todo para defender un ideal. Son héroes, corren a ayudar sin pedir nada a cambio, están siempre ahí como una referencia de que la humanidad tiene esperanza y que la juventud del siglo XXI sí tiene utopías y como ha sucedido con los héroes en todos los tiempos de la historia, están dispuestos a dar la vida por lo que creen.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Leticia Sáinz

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