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Lo que está aconteciendo con las movilizaciones ciudadanas exigiendo la realización del Censo nacional de población y vivienda para el año 2023 y, las posturas asumidas fundamentalmente a través de los comités cívicos y sus autoridades departamentales, dan buena cuenta del estado del arte en materia de representatividad.
Convengamos, qué en la historia inmediata boliviana, esos movimientos ciudadanos liderados por los cívicos que en términos generales aglutinan a la ciudadanía pues suelen representar no sólo a una parte de ella, sino a la reunión de la mayor parte de sus diversos estamentos, han sido y siguen siendo con todas sus luces y sombras, los mejores mecanismos para que desde la sociedad civil se interpele al poder, encarnado por los distintos gobiernos. De ahí se sostiene, acertadamente para mi gusto, que los Comités Cívicos constituyen el gobierno moral de la ciudadanía.
Pues bien: ¿Cómo estamos en la Capital? Mal. Pues lamentablemente para el ciudadano y afortunadamente para el poder, la división alentada por éste, es de tal magnitud que hemos llegado a extremos grotescos, pues los chuquis somos tan pero tan locos, que nos damos el “lujito” de tener hasta tres Comités Cívicos: el oficialista que ni siquiera ya disimula en su asqueroso rol como entusiastas tontos útiles al gobierno; el otro, que hace lo que puede y en realidad puede muy pero muy poco y, el provincial que últimamente está tratando sin mucho éxito de hacer revivir CODEINCA, aglutinando a todos.
El resultado, prueba del perverso “divide y vencerás”, es que al final del día, se siguen sistemáticamente sembrando nabos en las espaldas de los chuquisaqueños farreándose nuestro presente y futuro; y el poder, metiéndole no más, feliz con esa nuestra división.
Así el estado del arte, acaece que por ejemplo durante las últimas semanas, nuestra región no ha tenido una postura clara sobre el Censo, menos gravitación en el tema que por supuesto nos concierne. Hay quienes pretenden huirle con la nalga a la jeringa pensando -erróneamente creo- que de esa manera cuanto más tarde se nos tome la fotografía, los resultados -muchos nefastos- serán mejor digeribles; otros sabemos que se la tome el 2023 o el 2024 igual no más nuestro estado no será el deseado, otros lo han tomado por el lado exclusivamente partidario repitiendo como pericos las órdenes del poder -el Alcalde, por ejemplo, pese a su expectable posición incluso nacional- y así sucesivamente, parecería estamos en el extravío total.
La situación es peor cuando las principales instituciones mediante sus autoridades o repiten ese extravío o están manifiesta y sobre todo vergonzosamente sometidas al poder partidario, omitiendo indignamente que debieran (para eso les pagamos) defender y representar los intereses de la región y no de su partido, en el que militan o al que le mueven la cola: la Universidad, otrora líder de los intereses regionales, ha simplemente desaparecido del mapa; la Gobernación que tuvo el acierto de consultar a las organizaciones sobre la postura a llevar, no tuvo el músculo suficiente en el concierto nacional; la Brigada parlamentaria más allá de su muy discutible presidencia, no tiene ningún peso concreto y peor representatividad pues se somete al partido y listo y, así nos va: no pesamos en el concierto nacional y, por tanto, nuestros intereses legítimos, están a la deriva, en momentos en los que urge hacerlos valer.
Definitivamente, estamos en una grave crisis de representatividad que, debilita significativamente la gestión y defensa de nuestros intereses regionales, por encima de otros que resultan siempre limitados o parcelados. Vemos con envidia sana (si es que eso existe) cómo en otras regiones, aunque en todo lado cuecen habas, sus intereses regionales suelen anteponerse a los partidarios y, aunque no existe -afortunadamente unanimidad en ningún tema- por lo menos tienen el acierto de acordar y construir un piso mínimo relativamente común, que les permite interpelar al poder y sobre todo defender sus intereses regionales.
Aquí ocurre lo contario y por ello, sin ánimo de exhaustividad, FANCESA está al borde del desastre depredada por politiqueros, logias y otros grupos que insultan con su impunidad; la Universidad no aparece en ningún ranking serio de eficiencia; no existen obras de impacto y las escasas, son elefantes blancos o demoran años de años corrupción de por medio. Pudiendo explotar la belleza y riqueza de la ciudad mediante el turismo, ni siquiera podemos lograr servicio aéreo regular. Estamos dejándonos vencer por los problemas, aunque pese a todo, aun tenemos oportunidades. “Los problemas son sólo oportunidades en ropa de trabajo”. Henry KAISER
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo