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Como para qué sería? (el favor judicial)

Carlos Valverde

Analista político y periodista

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En realidad no debiera extrañarnos absolutamente nada de lo que pasa en materia de justicia; lo sabíamos todos, lo dijeron y reforzaron el GIEI, lo mismo que García Sayán: la justicia boliviana está tomada por el poder político. Probablemente el valor de esas declaraciones es que los bolivianos nos adelantamos y lo reclamamos antes.

Lo que probablemente no sabíamos, era esto último: esto que dice que los integrantes del máximo tribunal de control de constitucionalidad del Estado (las minúsculas son absolutamente intencionales) no sólo militan en el Poder, sino que, han tomado preferencia por una de las dos partes en disputa de ese poder; me refiero a que son “evistas” al extremo, en detrimento de “Arce/Choquehuanca” que tendrían que ser los damnificados de este fallo que en estricta interpretación no generará ningún efecto al presente, salvo, empoderar a Morales quien, como vengo diciendo en SIN COMPOSTURA, se convierte en el escollo a “convencer”, es decir, en la persona con la que el Poder debe “negociar”, cuando se trate de erradicación forzosa o de entrar con fuerzas de Tarea/UMOPAR al Trópico Cochabambino donde se han multiplicado no sólo las fábricas de pasta base y los laboratorios de cristalización (estos están también en Santa Cruz o en el altiplano), desde donde salen hacia la Chiquitania para ser enviados vía aérea a Brasil principalmente, aunque como ya se ha visto, Paraguay y Chile, se están convirtiendo en “corredores de exportación”.

El Trópico manejado en su totalidad por Morales es refugio y base de los cárteles extranjeros, esos a los que antes Carlos Romero llamaba “emisarios” y ahora, que no está en el gobierno, los reconoce como parte de las temibles organizaciones extranjeras, sean mejicanas, colombianas, brasileñas y hasta rusas.

Morales, se siente reivindicado con el “premio” de haber sido injustamente apartado de la candidatura a senador y, además de ello, queda claro que hubo, en los juzgadores una sensación de que lo consideraron “ganador de su banca senatorial”, por lo que se le concedieron la gracia de “cobrar lucro cesante” por una expectativa (ser candidato es expectativa, simplemente) que sólo se podía hacer tal (y generar derecho) si se ganaba y no lo dejaban ejercer.

En este caso hay que reconocer que hay al menos derecho a la duda en cuanto si debió o no, ser habilitado; en el retorno a la democracia, allá por el 1979, los exiliados participaron de las elecciones pero, no había expresa condición de residencia de un año en el lugar por dónde se postule el candidato, cosa que, ahora hay, de manera que, si bien en el campo de la discusión política y el análisis es discutible, en el campo jurídico legal, no hay discusión. En materia legal lo que está escrito se cumple y no hay excepción, salvo en el caso presente, por la condicionante política. En efecto, el elemento político salta, a todas luces, como el elemento soslayado por los miembros del máximo tribunal constitucional que, no solamente se lo ve como sometido al poder político, sino que tiene tendencia por uno de los sectores claramente en disputa.

Personalmente no creo que esto le vaya a “hacer un bien político” o vaya a convertir en candidato a la presidencia ipso facto, a Evo Morales que, “vivo e intuitivo” como es, sabe que, de cobrar ese “lucro cesante se estaría enterrando en política porque la gente de la calle no le aceptará una cosa de esas.

Morales es, de acuerdo al menos a 3 encuestas, el político más resistido del país; es visto como el que genera conflictos, el que inviabiliza la gestión de Arce que hasta ahora no encuentra cómo salir de los problemas no sólo dejados por el gobierno de Morales, problemas que en materia económica él mismo generó, porque nunca se atrevió a contradecir al “jefe”, sino porque sin plata, sin gas, en pandemia y, ahora con guerra/invasión en una Europa convulsionada, su “brillantez” es puesta en duda.

“Con plata, hasta la pobreza es llevadera” decimos en Santa Cruz, pero Arce no tiene con qué hacer llevadera su pobreza porque es de ideas y de desconfianza, no logra colocar sus famosos bonos soberanos y entra en un casi “default”, que no es otra cosa que la suspensión de pagos o, se presta plata para pagar, que es lo que se llama bicicleteo, porque no está haciendo frente, de manera real a las obligaciones de pago del Estado. Si a eso se le suma las desacertadas prohibiciones de exportaciones a 3 productos que se producen en el oriente, de los cuales 2 (maíz y sorgo) no se exportan ya, por las restricciones que desmotivaron su producción y el azúcar que tiene stocks suficiente como para hacerlo, generando la molestia de productores que amenazan con salir a bloquear caminos; “el Lucho” está en problemas graves y no sabe por dónde salir.

Morales es la “contra” de Arce; retornó a su rol como máximo dirigente cocalero y es con quien se debe “negociar todo”, lo que rompe 14 años de sometimiento del cocalero al poder; ahora ya no hay verticalismo; ahora el poder negocia con el cocalero, hay horizontalidad en la relación, así, el poder del Estado sufre y se ve debilitado.

Por otra parte, no debe ser gratuita la estúpida advertencia del “niño ministro”, me refiero a del Castillo, cuando advertía a los jefes que tienen hectáreas de coca (en vez de catos) para después disculparse ante chapareños y yungueños. Eso, por más tonta que haya sido la manera en la que se haya hecho, es política y obedece a una lógica confrontacional; veremos si era una estrategia de gobierno o si, por el contrario es sólo una cosa de él, lo cierto es que, desde mi punto de vista, se inscribe en eso de no ceder al cambio de ministros, no dar paso a las “sugerencias” de Evo Morales, que fue despreciado por Arce en varias ocasiones. Esto es política y hay que entenderlo así.

El Chapare cocalero está en problemas, para nadie es un misterio que su producción de coca va al narcotráfico; el jefazo está afincado otra vez en el lugar desde donde no piensa salir; es más, los espacios parecen ir achicándosele, porque Venezuela, desde donde le enviaban aviones para recogerlo y devolverlo luego de su estadía en Caracas, está tratando de hacer “migas con EEUU” y, Morales no entra en esa ecuación. Morales debe mirar esto de reojo, sobre todo ahora que se va descubriendo lo de Dávila y su poderoso rol como jefe FELCN; sólo hay que afilar la punta del lápiz y ver hasta dónde esto llegó al poder político. Por ahí, Venezuela ya no es destino confiable.

La pregunta: cuántos favores judiciales más necesita Evo Morales para terminar perdiéndose en su propio nombre?


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Carlos Valverde

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