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El cabildo tiene que ser tomado en cuenta

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El comité institucional ha convocado a un cabildo para el 30 de septiembre donde se tomarán las medidas que sean necesarias con tal de conseguir la realización del censo de población vivienda el próximo 2023. La Constitución reconoce la democracia directa y participativa por medio del referendo, la iniciativa legislativa ciudadana, la revocatoria de mandato, la asamblea, el cabildo y la consulta previa, y aclara que las asambleas y cabildos tienen carácter deliberativo (art. 11).

Las asambleas y los cabildos son mecanismos constitucionales de democracia directa y participativa por los cuales la ciudadanía, mediante reuniones y movilizaciones públicas, se pronuncian directamente sobre políticas y asuntos de interés colectivo. Este mecanismo tiene carácter deliberativo, sus decisiones no son de carácter vinculante, pero deben ser consideradas y tomadas muy en cuenta por el gobierno.

Las reuniones públicas se pueden realizar por iniciativa ciudadana, de la sociedad civil y de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, y debe incluirse en la convocatoria claramente el propósito de la iniciativa y una agenda básica. El tribunal departamental electoral tiene que acompañar el cabildo mediante el servicio intercultural de fortalecimiento democrático, y debe elaborar un informe en el que consigne, como mínimo, la agenda de la asamblea o cabildo, número aproximado de asistentes, y las resoluciones o acuerdos en este caso vinculado a la realización del censo.

            El cabildo forma parte de la democracia, y constituye una manifestación del ejercicio del poder ciudadano. Esta forma de participación, significa ausencia de jefes, y equivale a autogobierno, a gobierno consentido y no impuesto por una voluntad ajena. El consentimiento de los gobernados es la fuente última de legitimación del poder, verificable fehacientemente mediante procedimientos electorales, limpios, fiables y competitivos. Sin embargo, la democracia no se reduce sólo a la legitimidad de origen o cómo se accede al poder, sino que a esa legitimidad de origen se suma la legitimación de ejercicio, porque la democracia es también una respuesta a la pregunta de “cómo” se gobierna no sólo de “quien” gobierna.  En los Estados socialista o comunista también hay elecciones periódicas, y no son democráticos.

Los gobernantes deben tener presente que en democracia las formas, los modos, los procedimientos, los ritos, los gestos, las palabras, los mensajes, los silencios, son tan importantes como los contenidos. En general no sólo se debe poner atención al reclamo ciudadano que se moviliza en las calles, sino fundamentalmente se tiene que escuchar a esa inmensa mayoría silenciosa, que se queda en su centro de confort pero que tiene el poder de hacerse escuchar con el voto en las urnas (como ocurrió, por ejemplo, el domingo en Chile).

La democracia política es condición necesaria para construir cualquier otra forma de democracia: social, económica, etc. La participación democrática permite avanzar hacia la igualdad y la justicia, y cuando se ha invertido la dirección no se ha recuperado nunca la libertad. Lo que cuenta es la libertad real, no la libertad en un futuro paradisiaco, como la que prometen los marxistas-leninista y los ideólogos del socialismo del siglo XXI.

             Los países en los que se han alcanzado mejores niveles de calidad democrática, libertad, igualdad, bienestar y prosperidad, son países democráticos. Y cuando se ha abandonado el camino de la tolerancia y la libertad, de la democracia y se ha tomado el camino del totalitarismo, populismo o el fanatismo, la dignidad humana ha sido pisoteada hasta la barbarie como ocurre en Venezuela, Nicaragua, entre otros.

La democracia encarna ciertos valores universales, y quién no respeta la dignidad de las personas, no es demócrata ni aceptará las reglas del juego de este sistema. Y lo más relevante, la democracia significa que el pueblo tiene el legítimo derecho de aceptar o rechazar a las personas que han de gobernarles. La historia de la democracia está llena de pequeñas miserias humanas, de imperfecciones, de frustraciones, pero la historia del fascismo, del comunismo, del totalitarismo, del populismo, es sencillamente un horror.


*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo

 


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