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El Censo del 2024 y las ciudades intermedias

AGORA REPUBLICANA

Carlos Hugo Molina

Abogado con especialidad en Derecho Constitucional y Administrativo por la UNAM

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Estudiando en el CEPAD el fenómeno del despoblamiento rural y el crecimiento urbano, aparecieron las ciudades intermedias para ayudarnos a comprender alguno de sus procesos. Resulta sencillo decirlo ahora que ya hemos estudiado 25 ciudades intermedias y la proyección que ellas pueden llegar a tener si adquirieran la calidad de políticas públicas. Al estudio realizado, estamos teniendo reuniones en los territorios con sus autoridades locales y los actores productivos, académicos y sociales de los lugares, recogiendo nuevas experiencias y enriquecimientos. San Ignacio de Moxos, Tihuanacu, Cobija, Tarija y Ascensión de Guarayos han sido los primeros lugares y continuaremos desarrollando nuevas visitas y actividades para compartir los hallazgos y adelantarnos a definir los instrumentos que necesitaremos para enfrentar los datos del Censo que se realizará el 23 de marzo del 2024.

Los encuentros realizados, permitieron compartir la visión de desarrollo territorial que el país necesita, comprobando la existencia de potencialidades ignoradas y fortaleciendo nuestra visión de país. Resultó gratificante informar sobre el estado del arte de las Ciudades Intermedias en Bolivia, compartir la información específica de la investigación en los municipios investigados y recibir retroalimentación de las autoridades municipales y actores de la sociedad civil y productivos sobre las propuestas que venimos realizando.

La riqueza de los encuentros nos plantea la necesidad de socializar sus resultados, pues el compartir información útil con los actores locales, las instituciones de desarrollo y de la cooperación internacional, puede ayudarnos a profundizarse las líneas estratégicas del desarrollo territorial boliviano. En ese esfuerzo, hemos encontrado tres propuestas fundamentales que orientarán nuestro trabajo para el año 20024: en primer lugar la articulación territorial que debe tener el desarrollo nacional considerando las grandes concentraciones urbanas/metropolitanas, la relación con las ciudades intermedias, y la tendencia de despoblamiento rural; segundo, el turismo sostenible como instrumento de cohesión social, y tercero, el desarrollo productivo como estrategia en favor de la seguridad alimentaria y de lucha contra la pobreza.

Comprobamos que, en el siglo XXI, los territorios necesitan descifrar las características del espacio productivo local en el marco del desarrollo mundial, verificar el modelo territorial de desarrollo turístico consolidado que ya hemos logrado en la Chiquitania, comprender cómo el café está logrando desarrollo competitivo a nivel internacional, articulándose a las capacidades locales en artesanías, tallados, bordados, costura que ya llegan a mercados externos. Encontramos la necesidad de construir modelos de gestión cultural ligado al desarrollo a través de instrumentos inteligente ajustados a las necesidades bolivianas. En ninguno de estos campos es posible improvisar y no podemos desaprovechar las capacidades comparativas que tiene nuestro territorio. Descubrimos, también, la necesidad de sumar organizaciones nacionales e internacionales de apoyo, acompañamiento y potencial financiamiento estratégico, para completar el desarrollo de capacidades locales que el mundo está demandando.

Los datos que ofreció el Censo 2012 y sus proyecciones, ya las hemos trabajado y por eso comprobamos la necesidad de aceptar la realidad que nos avasalla sin que nos demos cuenta, todavía. La sociedad y el Estado boliviano, nos resistimos a reconocer la responsabilidad de vivir en ciudades, debatiendo como antitético y confrontacional lo urbano y lo rural. La legítima construcción ideológica y electoral de lo “originario indígena campesino”, así, sin comas que separen las categorías y como si fueran una unidad, han paralogizado la consciencia nacional, anatemizado la creatividad y debilitado la construcción de una sociedad más equitativa. El resultado se expresa con la agudización de la brecha de desigualdad, el incremento de la marginalidad y el aliento de la migración, como lo demuestran los trabajos de planificación urbana y territorial que ejecuta Fernando Prado Salmón.

Caminamos este camino gracias al apoyo de la Cooperación de la Región Autónoma de Extremadura, en sus diferentes niveles, y a la Fundación SOLYDES con quienes, hemos logrado una empática comunidad de inquietudes, preguntas y la curiosidad por buscar respuestas.

Siguen siendo las preguntas fundamentales, cómo ocuparemos el territorio boliviano, con quienes y de qué manera sostendremos nuestro desarrollo.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Carlos Hugo Molina

Abogado con especialidad en Derecho Constitucional y Administrativo por la UNAM

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