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Por Axel Kaiser1
Para nadie es un misterio que la industria de los criptoactivos se ha visto severamente afectada por el colapso del valor de sus tokens y también por escándalos que han llevado a esfumarse en el aire a algunos de sus actores más emblemáticos. La muerte súbita de Terra-Luna, la quiebra de Blockfi y Celsius Network y el escándalo del exchange FTX, que ha terminado en la reciente captura se su fundador Sam Bankman-Fried, son algunos de los casos más notorios.
A primera vista, entonces, parecería que Warren Buffet y otros no se equivocaron al advertir, luego de reconocer que no lo entendían, que el mundo cripto era tóxico. Pero un examen más cuidadoso permite arribar a otras conclusiones. Bitcoin, por ejemplo, cuyo fin se viene profetizando desde el día en que apareció, ha sido sorprendentemente resiliente y aún se cotiza en torno a 17 mil dólares, con un market cap de casi 350 mil millones de dólares. Si fuera una empresa estaría hoy entre las 20 más grandes del mundo.
Es verdad que es altamente volátil, pero esto se debe más bien a que aún se encuentra en una fase de “descubrimiento de precio”. Por lo demás, su caída de 70-80% comparado a su precio máximo el año pasado no es nueva y muchas empresas tech han visto caídas similares. Netflix, Nvidia, Zoom, PayPal y Meta, entre otras, han perdido 50% y más sólo en 2022.
Gran parte de esto se debe al castigo especial que activos de riesgo reciben en tiempos en que el costo alternativo del capital se vuelve más elevado producto de las alzas de tasas de interés. Pero incluso en ese ambiente y atravesando las peores noticias de su historia, el market cap combinado de las criptomonedas llega a casi un millón de millones de dólares.
No sólo eso, diversas instituciones tradicionales en la banca y el sistema financiero han entrado de lleno en el negocio de los criptoactivos. BNY Mellon Bank ya custodia activos digitales permitiendo a clientes enviar bitcoin y ethereum. JP Morgan ha comenzado a explorar el desarrollo de su propia billetera para criptoactivos, incluyendo sistemas de pagos, aun cuando Jamie Dimon se declare escéptico de ese mundo. Visa y Mastercard han celebrado acuerdos con empresas cripto para ofrecer tarjetas que permitan usarlas.
Godman Sachs, por su parte, acaba de anunciar que se encuentra invirtiendo en el mercado de empresas cripto ahora que está castigado. Con este tipo de actores entrando en el mercado es improbable que el regulador en EE.UU. termine por matar a la industria cripto, de la cual se podrán obtener importantes ganancias económicas y tecnológicas para empresas y ciudadanos comunes y corrientes. Así las cosas, lo que la industria cripto ha experimentado no es su fin, sino una necesaria y sana limpieza de proyectos fraudulentos o de mala calidad que despejarán el camino para que sobrevivan las mejores innovaciones. Adicionalmente, de seguro serán aprobadas regulaciones que darán mayor predictibilidad al ecosistema cripto en su conjunto.
1es Director Ejecutivo de la Fundación Para el Progreso (Chile) y miembro de Young Voices (Berlín, Alemania).
*Este artículo fue publicado en fppchile.org el 14 de diciembre de 2022