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“El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Esta frase del intelectual italiano Antonio Gramsci resuena en mi cabeza cuando veo que 2025 (en lo nacional) y 2026 (en lo regional) serán el fin de una generación políticamente fracasada. Es la última oportunidad para toda una generación que batalla entre sí por el ejercicio del poder durante todo el siglo XXI (varios incluso desde antes).
En el último tiempo hemos visto el surgimiento de una nueva generación política, tanto en el espacio local como en el nacional. Ideas nuevas, pero también una nueva forma de hacer política que se aparta de lo que han acostumbrado durante tanto tiempo la generación que hoy muere. Esto refleja también un nuevo sentido común que emerge en la ciudadanía. La gente quiere dejar atrás el enfrentamiento, el odio y la delincuencia casi institucionalizada en el Estado. De la generación que muere, al menos podemos aprender qué no hacer.
La renovación, para ser tal, no puede repetir los errores de los que se van. Los personalismos, caudillismos y mesianismos a los que nos han acostumbrado en este último tiempo se terminan. La época de votar por salvadores se termina. Ahora debemos votar por ideas, proyectos, visiones a largo plazo. Esto aplica para el nivel nacional, pero también para lo local.
No podemos olvidar que hoy Bolivia mira a Santa Cruz. La región más importante económica y demográficamente del país. Y como tal, Santa Cruz se está convirtiendo en el centro político nacional. Pero los cruceños debemos estar a la altura. Pasadas las elecciones nacionales, en 2026 Santa Cruz deberá demostrar que ha madurado políticamente, que ha dejado atrás las viejas disputas, los viejos actores y que mira hacia adelante. Hay que dar el ejemplo del cambio desde casa.
Precisamente por esto, es que en Santa Cruz debe nacer una nueva forma de entender la política y ejercer el poder. Un proyecto nuevo que será la antítesis de lo viejo. Una generación que tiene el deber histórico de realzar el valor de lo público. La planificación, modernización de las instituciones, la transparencia, lucha contra la corrupción, entre otros, deberán ser ejes centrales de la nueva política local.
Sin embargo, en este último tiempo vemos cómo surgen supuestos salvadores, los que dicen tener soluciones mágicas a los problemas de la gente. Crean conflictos para polarizar a todos. Caras nuevas pero que usan los métodos de siempre, sin proponer un cambio real.
Los monstruos de los que nos hablaba Gramsci son los populistas, de izquierda y derecha, que se desenvuelven en lo nacional y en lo local. Esos que se agarran de la casa en ruinas de la vieja generación, mientras intentan derrumbar los cimientos de lo nuevo que quiere surgir. Por eso es que, además de cambios estructurales en las instituciones, si los cruceños queremos involucrarnos en la construcción de una Bolivia distinta, es urgente exterminar el populismo en Santa Cruz. Hay nuevos liderazgos, sanos, que creen en la transparencia, en el diálogo, en la modernización, pero también deben tener la humildad de aprender de las experiencias pasadas. Esos son los liderazgos que valen la pena. No debemos caer nuevamente en las garras del populismo, aunque este muestre una nueva cara.
El cambio nacerá en Santa Cruz. Acá germinará la semilla de un nuevo país, que pronto se expandirá a cada rincón de Bolivia. Hay que apoyar las nuevas ideas y formas de hacer política en Santa Cruz y en el país.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo