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Doña Alicia Flores, originaria de Cliza, Cochabamba, tiene 82 años, de los cuales hace 52 vive en Santa Cruz. En una escena icónica de las protestas cruceñas, se enfrentó a un grupo de policías que reprimían a vecinos que apoyaban el paro cívico y que habían sido agredidos minutos antes por grupos de choques enviados por sectores violentos del partido de gobierno. El amor que refleja Doña Alicia por Santa Cruz y su defensa de las reivindicaciones departamentales, marca el mayor triunfo que se puede lograr y el camino que debemos seguir, la integración de todos quienes migran a nuestro departamento en la búsqueda de un mejor futuro para sus familias.
En la escena que resaltamos y que fue transmitida por los medios de comunicación independientes y por las redes sociales, se combinan dos sentimientos, uno el de la emoción por ver que lo que venimos buscando desde hace tantas décadas, se está logrando gestar desde Santa Cruz, una nueva Bolivia, en la que la pertenencia a una sociedad y comunidad, no está determinada por el lugar de nacimiento sino por la identificación con una cultura abierta, en la cual el amor por la libertad, la búsqueda incansable del progreso y la construcción de la modernidad, desde la producción y el emprendimiento, constituyen las bases fundamentales de nuestro proyecto en común, de nuestro modelo de desarrollo.
Ese es el fin y así debiéramos concebirlo, la construcción de un entendimiento común en el cual nos encontremos en nuestra diversidad de pueblos y de culturas. Es lo que lamentablemente la patria boliviana no logra conseguir a tan solo tres años de su Bicentenario y que se va haciendo cada vez más difícil de alcanzar con las heridas en el alma de la nación que ocasionan la actitud represiva gubernamental con grupos de choque y una policía que actúa parcializadamente, con lo que pierde el respeto ciudadano.
Ahí viene el otro sentimiento, desafortunadamente negativo, y es la frustración y el rechazo que causa un estado centralista que no cumple con la constitución ni con las leyes, que se ha burlado de las autonomías establecidas en la Constitución, que nunca hizo el Pacto Fiscal previsto en la Ley Marco de Autonomías y que debía concretarse con los resultados del censo del 2012, que no protege a sus ciudadanos, con una justicia y una policía sometida al control político, servicios sociales deficientes como la salud y la educación, además de políticas económicas que destruyen empleos, mediante la limitación de las exportaciones y el desincentivo de las inversiones.
Obviamente, estos no son solo problemas que afectan a Santa Cruz sino al conjunto del país, pero no causan la misma reacción en los nueve departamentos. Algunos se rebelan y otros se conforman. La mayoría de la gente que no se conforma opta por migrar. Muchos del campo a la ciudad, miles hacía Santa Cruz y muchos otros hacía otros países, donde viven por lo menos tres millones de compatriotas que perdieron las esperanzas de encontrar un futuro en su propia patria.
Volviendo a Doña Alicia, lo importante es no equivocarnos, lo trascendental es entender que este no es un enfrentamiento entre departamentos ni entre sectores, como tampoco entre clases, porque las diferencias de visiones sobre el futuro de Bolivia, sobre el tipo de estado que anhelamos tener y sobre el modelo de desarrollo que queremos seguir, atraviesan al conjunto de la sociedad boliviana, aunque con seguridad Santa Cruz representa y concentra el planteamiento de una visión basada en la búsqueda de la modernidad, la democracia liberal, el estado de derecho y la libertad económica, entendiendo que esas son las bases del desarrollo de las naciones que han prosperado.
La actitud de Doña Alicia, al igual que la de cientos de miles de ciudadanos que han permanecido en las calles, reclamando su derecho a manifestarse en democracia para reclamar la libertad y la justicia que les corresponde, nos muestra que es posible integrarnos y compartir sueños y un proyecto común de país. El desafío es cómo construir esa nueva Bolivia en la que quepamos todos, en la que convivamos con respeto a nuestra diversidad y diferencias, y en la que cada departamento pueda definir su camino hacía el progreso según su cultura, realidad y potencialidades.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo