Opinión

El trauma de Arce y Calvo

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Pasada la polémica por los dichos de Luis Arce y Rómulo Calvo, pasada la ola de críticas y amenazas de juicios, pasada la reflexión mediática sobre la actitud vocinglera de ambos personajes, va quedando claro en el sustrato que el Presidente del Estado y el Presidente Cívico cruceño padecen el mismo trauma político.

Arce y Calvo desarrollan sus responsabilidades bregando por construir un perfil propio, buscando impregnar su sello a la administración gubernamental de Bolivia y a la conducción del ente cívico más poderoso del país, para que la gente, la suya y la ajena, sepan a primera vista que son ellos los líderes del momento.

Pero por más esfuerzos que hacen, siempre acaban bajo la sombra de sus predecesores.

En el caso de Luis Arce, el haber estado junto a Evo Morales casi 14 años en el poder, como conductor de la economía y las finanzas del país en tiempos de nacionalización, parece que no fueron suficientes para asimilar el perfil de estadista. En los círculos políticos bolivianos Arce quedó con la imagen de “cajero” del Estado.

Ahora que es Presidente y tiene las multitudes a sus pies, aquellas que ovacionaban al caudillo, cree que la manera de superar la vara alta que dejó Morales es con mayor radicalidad verbal que caracteriza a su jefe político, con la mayor agresividad discursiva posible, hablando más fuerte y más duro en actos políticos en los que siente que está a prueba ante el electorado del MAS.

Amenazar con hacer respetar en las calles lo que, según Arce, no se quiere admitir como expresión de las urnas, calificar todo el tiempo como “golpistas”, “inútiles” y “asesinos” a los adversarios políticos en realidad es una muestra de falta de prestancia disfrazada de beligerancia sin medida.

Calvo no la pasa mejor. Este fin de semana conversé con jóvenes cruceños que suelen reunirse en el Comité Cívico semanal o quincenalmente y es evidente que el liderazgo de Luis Fernando Camacho es excluyente, de gran calado por la audacia que representa y gusta, y porque es casi omnipresente en tierras cruceñas.

Pese a que una encuesta publicada en una edición especial de Asuntos Centrales, del periodista Tuffí Aré, muestra que el Comité Cívico pro Santa Cruz pesa más que la Gobernación y otras instituciones cruceñas, el liderazgo de Calvo no ha logrado superar al de su antecesor, sobre todo en la rebelión popular de los 21 días.

Y como Calvo conoce esa limitación, trata de vencerla también con bravuconadas y actitudes que en lugar de catapultar su perfil, es torpedeado por él mismo. Ya llamó “salvajes” a oriundos de otras tierras del país y se desinfectó de pies a cabeza en la efeméride cruceña dando la espalda, además, para no saludar a autoridades electas del masismo.

En política, sobre todo en la que se practica en el país, siempre se cae en la tentación de diferenciarse siendo más radical que el líder histórico y hasta ocurrió que hubo delfines políticos que se desbocaron contra sus predecesores sin tener la talla para semejante despropósito y deslealtad.

Arce y Calvo comparten el trauma de estar bajo la sombra de Morales y Camacho, que paradójicamente no ocuparon la primera línea de la disputa política en los últimos días, ni siquiera para respaldarlos, lo que demuestra que el radicalismo verbal es pólvora mojada.

Mientras no superen su trauma compartido, es probable que Arce y Calvo sigan horadando sus perfiles con nuevas denostaciones pensando que hablar más fuerte y más duro los hace más líderes.


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