OpiniónEconomía

Especuladores contra el diccionario

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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En estos días hemos sido testigos de largas filas en el Banco Central de Bolivia en La Paz y en las sucursales del Banco Unión en otras ciudades para comprar dólares frente a la escasez evidente en el mercado formal. Acá en Santa Cruz la fila en la calle Cuellar literalmente rodea la manzana.

Lo curioso es que tanto autoridades como analistas indican que estamos en un “ataque especulativo”. Los primeros señalan que los segundos se dedican a “especular”, mientras que los segundos afirman que no lo hacen, sino que sólo informan.

Desafortunadamente ambos están equivocados porque probablemente están usando el término en forma equivocada.

En efecto, autoridades y analistas usan el término especular siguiendo una de las definiciones del diccionario de la Real Academia Española: “Hacer conjeturas sobre algo sin conocimiento suficiente.”

En palabras sencillas, unos y otros dicen que o que están opinando sin fundamento o que lo hacen con respaldo.

Pero el mismo diccionario señala otras dos definiciones “Efectuar operaciones comerciales o financieras con la esperanza de obtener beneficios aprovechando las variaciones de los precios o de los cambios” y “Comerciar, traficar”.

Cuando los economistas profesionales nos referimos a ataque especulativo lo hacemos siguiendo estas dos últimas definiciones.

La lógica de un ataque especulativo contra un tipo de cambio fijo es la siguiente. Supongamos que existe dudas sobre la sostenibilidad del tipo de cambio respecto al dólar estadounidense.

Entonces un grupo de agentes económicos (los especuladores) compran dólares baratos para poder venderlos luego a un precio más alto y obtener ganancias.

Así como pasa en el mercado cambiario, esto lo hacen agentes de bolsa y operadores económicos cada segundo en el mundo. Compran bienes y servicios (o incluso promesas de bienes) a los precios más bajos posibles para luego ganar con ese juego especulativo.

Por eso es que en los mercados financieros los precios de activos y de materias primas fluctúan frente a cada noticia.

No siempre los ataques especulativos son exitosos. A fines de 2010 hubo un ataque contra la moneda nacional que implicó menores reservas internacionales y una salida de depósitos, pero que terminó con gente perdiendo. Perdieron porque el tipo de cambio ni se movió.

En términos técnicos en el ámbito económico, estamos experimentando un ataque especulativo contra el Boliviano, que podría ser parte de un fenómeno más grande denominado “crisis cambiaria”.

Latinoamérica y los países emergentes se han caracterizado por cientos de crisis cambiarias. En una base de datos de la Escuela de Negocios de Harvard, encuentra que en 60 países hubo 1.203 crisis cambiarias entre 1800 y 2016. Algunos tienen incluso más de una crisis al año, como es el caso de Argentina.

Según los estudios respecto a estos fenómenos se clasifican en tres categorías. Primero porque se agotan las reservas internacionales frente a crecientes egresos del sector público en un contexto de tipo de cambio fijo. O porque los agentes especulan (apuestan) contra la moneda y al final consiguen que el tipo de cambio suba en algo que se llama “profecía auto-cumplida”. Y finalmente porque la fragilidad financiera induce a una crisis cambiaria.

En orden se denominan modelos de primera, segunda y tercera generación. En nuestro caso, estaríamos más cercanos a los modelos de primera generación (agotamiento de reservas por desequilibrio fiscal).

Debo añadir que esta visión fue analizada conceptualmente por el destacado economista Paul Krugman, Premio Nobel de economía en 2008, en un documento de investigación publicado en 1979 y que es uno de los referentes en esta materia. A su vez, Krugman se inspiró en el trabajo de otro economista que analizó un año antes los “ataques especulativos” contra el oro.

La “tarea para la casa” es estudiar urgentemente estos fenómenos prevalecientes en la segunda mitad del siglo XX y ver cómo se resolvieron o terminaron.

Y también revisar el diccionario. Siempre es útil.


*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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