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La Economía Naranja

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En este caminar de aprender mucho más acerca de la Economía Naranja y sus actores, pasé por incubadoras y aceleradoras de negocios, foros y mesas de trabajo, eventos en diferentes ciudades de Bolivia y muchos, pero muchos eventos culturales de todo tipo. El mensaje siempre terminaba siendo el mismo: aquí hay mucho valor y se necesita que muchos actores y componentes trabajen juntos para potenciarlo.

Entonces me encontré justo en la encrucijada de un camino lleno de oportunidades y gran impacto, al igual de muchos desafíos y obstáculos por resolver. A esto le añadimos los años de pandemia y la gran necesidad de reactivar la economía. Economía en la cual el turismo, la gastronomía y muchos de los campos artísticos, estuvieron entre lo más afectados.

Mi interés con estos próximos artículos es poder explicar de qué trata la economía naranja, sus campos, sus cambios y desafíos, su estado actual en América Latina y Bolivia y, sobre todo, la potencialidad y desempeño clave que la mujer boliviana tiene en ella.

¿Qué es la Economía Creativa y cuáles son sus campos?

El mundo empezó a escuchar y hablar sobre la Economía Creativa recién a partir de 2001, cuando John Howkins publicó el libro:  Economía Creativa: transformar una idea en beneficios. Básicamente, lo que el libro proponía era el punto de partida para quienes combinan la creatividad con los negocios.

La economía creativa definida por Howkins, comprende los sectores en los que el valor de sus bienes y servicios se fundamenta en la propiedad intelectual, como ser la arquitectura, las artes visuales y escénicas, las artesanías, el cine, el diseño, los juegos y juguetes, la moda, la música, la publicidad, el software, la TV y radio y los videojuegos.

En ese tiempo se hablaba de Industrias Culturales y Creativas (ICC) pero resultaba ser un término menos cercano o tangible. En cambio, la creatividad como concepto es algo mucho más amplio y que se halla en toda acción humana. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de creatividad? No existe una única definición para esta palabra y por eso las definiciones han ido cambiando y profundizándose al pasar el tiempo. Y fue así como diferentes entidades y organizaciones, fueron añadiendo perspectivas complementarias a los conceptos iniciales.

Lo importante es que, dentro de diferentes definiciones, los elementos centrales se encuentran dentro una zona en común, que contienen 3 partes principales:

  1. Creatividad, arte y cultura como materia prima.
  2. Relación con los derechos de propiedad intelectual; en particular con el derecho de autor.
  3. Cadena de valor creativa.

Por ejemplo, la Economía Creativa, rebautizada como Economía Naranja,  desde la definición del Banco Interamericano de  Desarrollo (BID) es el conjunto de actividades a través de las cuales las ideas se transforman en bienes y servicios culturales y creativos, cuyo valor está —o podría estar— protegido por derechos de propiedad intelectual, lo que quiere decir que para el BID, la economía naranja es aquel conjunto de sectores, rubros y actividades económicas con unas características singulares que son creativas, innovadoras o van de la mano con la cultura. La economía naranja, como precisa el BID: «representa una riqueza enorme basada en el talento, la propiedad intelectual, la conectividad y por supuesto, la herencia cultural de nuestra región».1 Es una fuerza que está al servicio del desarrollo de América Latina y del mundo. El color naranja fue adoptado para justo destacar el color que es asociado con la cultura, la creatividad y la identidad.

Es así como, añadiendo a la definición del BID, encontramos que la Organización de las Naciones unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) define la Economía Naranja como una fuerza transformadora en términos de generación de ingresos, creación de empleos y aumento de los ingresos en exportaciones. Pero para la UNESCO, eso no es todo. La Economía Naranja genera también un valor no monetario, que contribuye notablemente al resultado de un desarrollo sostenible inclusivo y centrado en las personas. Se basa en el talento, la propiedad intelectual, la conectividad y, por supuesto, la herencia cultural. Como sostienen muchas agencias internacionales como la UNESCO y el Banco Mundial, la Economía Creativa se ha convertido en el motor y riqueza de las sociedades de este siglo.

Así mismo, El Banco Mundial define la economía naranja como un motor para el empleo de los jóvenes. Además, ofrecen oportunidades para el crecimiento social y económico mas sostenible, pues no se basan en los recursos naturales, algo fundamental para nuestra realidad actual.

Años más tarde, después de la publicación del manual de Buitrago y Duque, en un informe del BID del año 2017 encontramos aun más cambios, modificaciones y limites de la Economía Naranja. El informe trata sobre la Economía Naranja en la región y sus innovaciones, y hace un nuevo enfoque fundamentando que el sector se rige por tres pilares:

  1. La creatividad artística, que involucra imaginación y capacidad para originar ideas novedosas, y ahí es donde entran todas las prácticas culturales, como el arte, el cine, la música, etc. La gigantesca industria del entretenimiento y su enorme capacidad de emplear y de generar ingresos es un ejemplo rotundo del éxito de la Economía Naranja.
  2. La creatividad científica, impulsada por la curiosidad, por la observación de fenómenos y la disposición para experimentar y crear nuevas formas para resolver los problemas. Todo el desarrollo tecnológico tiene aquí su base, abarca las industrias del software, los videojuegos y las plataformas colaborativas, entre otras.
  3. La creatividad económica, que incluye toda innovación que apunta hacia la innovación en tecnologías de producción, prácticas comerciales y nuevos modelos de negocios escalables. Aquí se insertan las revoluciones como las del legal tech y de bienes raíces.

Como hemos revisado arriba, las definiciones y variaciones existen y no se resumen en una sola, ya que van evolucionando y lo seguirán haciendo, al igual que su impacto. Lo que sí queda claro, es que la Economía Naranja no es un sector cerrado. Más bien, es un nuevo concepto que debe inspirar a todas las empresas, en cualquier ámbito, para evolucionar hacia un enfoque que privilegie la creatividad y la innovación como el mejor camino para crecer comercialmente y, además, generar un mayor impacto social.

En el siguiente articulo podremos explorar el impacto de la Economía Naranja al igual que sus cambios y desafíos. ¡Hasta la próxima!


  1. BUITRAGO, F. & DUQUE, I.: La Economía Naranja: Una oportunidad infinita. BID, Washington-Bogotá, 2013, p.10.
  2. LUZARDO, A., DE JESÚS, D. & PÉREZ, M.: Economía Naranja: Innovaciones que no sabias que eran de América Latina y el Caribe. BID, 2017. p.9

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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