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La independencia cruceña y el centralismo

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El bicentenario cruceño ha servido para recordar no solo que ya éramos independientes antes de la fundación de la república de Bolivia el 6 de agosto de 1825, sino también para denunciar que buena parte de nuestra historia se encuentra ignorada y, en algunos casos, distorsionada por la narrativa oficial y el centralismo. Como ha editorializado El Deber, “esta histórica fecha del 14 de febrero de 1825 pasa casi desapercibida en los libros de historia nacionales que han abordado las luchas independentistas del país desde una perspectiva predominantemente andina, concentrada en Chuquisaca, La Paz y sus áreas de influencia, dejando en un segundo plano los procesos ocurridos en el oriente boliviano”.

El centralismo casi nos priva del feriado departamental y del reconocimiento a nuestro prócer cruceño José Manuel Mercado, y tantos otros; sin embargo, nos impone la celebración del año nuevo aimara, etc. Santa Cruz ha sido históricamente ignorada y discriminada (que en pleno siglo XXI el historiador y expresidente Carlos Mesa nos haya calificado de “provincianos”; y Manfred Reyes Villa haya declarado que los cruceños solo podíamos llegar a ser ministros, evidencia ese desprecio hacia todo lo que supone Santa Cruz y sus elites).

Y cuando reivindicamos nuestro legítimo derecho a ser tomados en cuenta, la respuesta oficial es que los cruceños somos separatistas, oligarcas, vendepatrias, etc. Tal el caso por ejemplo del Memorándum de septiembre de 1904, elaborado por la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz y presentado al Congreso de Bolivia, que en su parte final decía: “Pedimos ferrocarril, porque tenemos derechos a pedirlo, no para beneficio del Oriente, sino para el bienestar general de la República…”

Los autores del Memorándum habían justificado, documentado y demostrado al centralismo las ventajas de la construcción del ferrocarril. El documento también constituía una crítica a la miopía de la clase política boliviana que solo veía las necesidades de Occidente y se olvidaba del Oriente. Y aclaraba “no pedimos a nuestros compatriotas que nos traigan el progreso, como ha dicho un escritor sin sentido común”. “Tal vez ellos necesitan más de ese progreso que nosotros; el progreso vendrá paulatinamente, nosotros lo obtendremos con nuestros esfuerzos”.

En esos términos Santa Cruz comenzaba a exigir integración nacional. En junio de 1921 se dio una especie de cabildo abierto, en el que Santa Cruz exigió igualdad de trato en la administración pública y la prefectura del departamento.  Luego se crearon dos partidos políticos cruceños, el Orientalista y el Regionalista, que planteaban la necesidad de descentralizar el país en lo administrativo y financiero. Estos partidos propiciaron en 1924 el levantamiento denominado ferrocarril o nada, y la descentralización del país. El año 1936, el coronel Froilán Calleja Castro, apoyado por la Legión de Ex combatientes de la guerra del Chaco, realizó un levantamiento exigiendo al gobierno central la descentralización político administrativa, acción que también fue reprimida por el gobierno nacional.

El estado de abandono en que se encontraba Santa Cruz obligó a buscar formas de asociación para atender sus requerimientos. El comité cívico y las luchas cívicas dieron el impulso para que la elite cruceña creara un imaginario y los insumos necesarios para impulsar un patriotismo regional que les permitiera diferenciarse del resto de Bolivia.

Las exigencias en procura de transformar el Estado centralista hacia un régimen autonómico, aumentaba en la medida en que se había reconquistado el sistema democrático (10 de octubre de 1982), y se masificaba la migración a Santa Cruz. El 26 de febrero de 1987, el Cristo Redentor fue testigo de lo que se denominó “Juramento a Santa Cruz”, que tomó el presidente cívico, Carlos Dabdoub Arrien, donde miles de cruceños se comprometieron a “defender su identidad y los símbolos de su propia fe, luchar contra el narcotráfico y conquistar su autonomía”.

El Comité pro Santa Cruz y la institucionalidad cruceña tenían clarísimo que el modelo centralista había fracasado a poco de haberse recuperado la democracia el 10 de octubre de 1982. Tampoco eran las dictaduras militares las que impedían progresar y avanzar a nuestra región, sino el centralismo secante y perverso que se ejercía y aun se ejerce desde La Paz.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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