OpiniónEconomía

Independencia del banco central y estabilidad macroeconómica

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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La mayor parte de los bancos centrales del mundo son creaciones del siglo XX, con las notables excepciones del Banco de Inglaterra y del Banco de Suecia.  Con el tiempo, los bancos centrales fueron afinando sus funciones y sus responsabilidades, yendo más allá del monopolio que tenían de la emisión de dinero. Se afirmaron como autoridad monetaria, con todo lo que implica. Dos áreas importantes de las reformas desde fines de la década de los ochenta, fueron: la independencia y la transparencia.

En las universidades de los países industrializados comenzaron a aparecer papers académicos que apuntaban a la independencia de los bancos centrales para resolver el problema de inconsistencia dinámica.  El Fondo Monetario Internacional hizo suya la recomendación de independencia de los bancos centrales también para los países de economía emergente. El problema en este grupo de países, más que el de inconsistencia dinámica era el de la dominancia fiscal, cuya manifestación más grave era el financiamiento por el banco central de los déficit del sector público. Para evitar esa forma ineficiente de financiamiento, se pensó que había que dotar a los bancos centrales de independencia.

La independencia del banco central tiene dos componentes: uno político y otro económico. El componente político consiste en un mandato legal que especifica un objeto bien definido de la política monetaria y que le desprende de funciones que no tienen que ver directamente con su objeto, que aísla a las autoridades del banco central de presiones políticas, al estipular que el nombramiento y la remoción de las altas autoridades del banco central se efectúan siguiendo reglas muy precisas. Los gobiernos no pueden participar en las decisiones tomadas por los directorios de los bancos centrales, menos aún revocarlas.

Por el componente económico, los bancos centrales tienen libertad para fijar las metas de la política monetaria y sobre todo los instrumentos de esa política. En algunos países la fijación de las metas cuantitativas de la política monetaria se la deja al poder ejecutivo.

Instrumentos, como la tasa de interés y el ritmo de crecimiento de la base monetaria, quedan siempre a cargo del banco central.  Los bancos centrales pueden también determinar libremente su hoja de balance y su presupuesto. Para ello se imponen limitaciones a los créditos al sector público.

La independencia de los bancos centrales no implica que puedan hacer cualquier cosa. Ella está concebida para que ellos cumplan con su objetivo principal, que es la estabilidad de precios.  Tienen que rendir cuentas periódicamente, en la mayor parte de los países, al Poder Legislativo

Como el objetivo de inflación baja, pensado inicialmente como único, parecía muy estrecho, los bancos centrales fueron ampliando su cometido al del mantenimiento del pleno empleo y a la estabilidad financiera.  Estos objetivos entran, muchas veces, en conflicto. La prioridad empero sigue estando en la estabilidad de precios.

La Ley del Banco Central de Bolivia de 1995 le otorga independencia, en sus dos vertientes, el político y el económico. Un elemento, que no tienen otros bancos centrales, es la potestad completa del BCB para determinar el sistema y el nivel del tipo de cambio.

Desafortunadamente, desde hace un buen tiempo no se cumple con lo dispuesto por la Ley 1670. Se ha dejado de nombrar a las autoridades de acuerdo a las estipulaciones de la mencionada ley.

En relación al componente económico, mediante aditamentos a las leyes anuales de presupuesto, se ha ido dejando en suspenso los cruciales artículos 22 y 23 de la Ley 1670, que prohíben y limitan los créditos del BCB al SPNF, salvo en circunstancias muy precisas. La suspensión de estos artículos ha originado una gran expansión del crédito del BCB, factor que está entre las causas de la actual precaria situación de reservas internacionales.

Es necesario devolverle la independencia al BCB, para que la estabilidad no se nos vaya. Hay que recuperar la idea de tener un banco central independiente, con un mandato claro de política monetaria, buenas comunicaciones y un personal técnico de alto nivel.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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