OpiniónEconomía

Las comunicaciones de los bancos centrales

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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En los bancos centrales modernos la comunicación se ha vuelto un instrumento importante porque contribuye a la formación de expectativas, que son las determinantes principales de la inflación, aún más que la expansión monetaria. La política monetaria apunta entonces a que no desestabilicen las expectativas de inflación.  Se ha visto claramente ese objetivo en los países de economía avanzada para controlar los recientes episodios inflacionarios.

Expectativas estables de inflación determinan el curso de las negociaciones salariales y, más importante aún para nuestros países, inciden en la fijación de precios de aquellas empresas que tienen suficiente poder de mercado por lo que pueden establecer precios. Lo hacen tomando en cuenta lo que ya ha pasado con precios y  costos, y mirando al futuro, lo que podrá pasar con ellos.

Las comunicaciones de los bancos centrales se basan en los estudios y pronósticos de sus departamentos de investigación. No confunden comunicación con propaganda, aún si la frontera es tenue. En aquellos países que tienen una política de metas de inflación, una vez fijada la meta para el mediano plazo, típicamente entre dos y tres años, el banco central informa los desvíos de la inflación observada, y aún proyectada, y las medidas de política monetaria que se tomarán para corregirlos.

En los países que no siguen el marco de políticas de metas de inflación y que basan su programación monetaria en cantidades de dinero y tipo de cambio fijo, la comunicación es menos importante, pero no deja de tener lugar. Lo hemos visto en el país. Se puede atribuir en gran parte la crisis cambiaria actual a errores de comunicación del BCB. Achacar la escasez de dólares a los analistas y “opinadores” fue uno de ellos. Los estudiantes de tercer año de universidad, que conocen el modelo de Krugman de 1979, saben que, ante la percepción de una caída de las reservas internacionales, el público apura su demanda por dólares, aún si en lo inmediato no los necesite, por el temor de que más adelante ya no haya, o si los hay, lo será a un tipo de cambio más alto. Los especuladores del mercado financiero y no necesariamente el gran público, hacen la apuesta de que el tipo de cambio no se va a poder mantener, presionando al mercado cambiario. No hay nada de ilegal ni de irracional en esa actitud.

Dejar de informar el nivel de reservas internacionales por más de cinco meses, con argumentos leguleyos, ha sido también un error, que ha sido corregido parcialmente con la reciente publicación con datos a abril. La última información semanal, con datos completos, cambiarios y monetarios, es del 17 de febrero de este año. Todavía no se ha informado al público cuánto de los Derechos Especiales de Giro (DEGs) se han vendido y a qué precio; tampoco se sabe, ni el monto ni el precio al que se han vendido las reservas en oro, después de la aprobación de la ley del oro.

Muchos analistas que han estudiado la severa crisis financiera que afectó a México en 1994-1995, concluyen que un factor de agravamiento fue que el Banco de México (el banco central de México) dejó de informar acerca del nivel de reservas internacionales, con lo que alteró expectativas. Es cierto que publicar o no publicar, crea un serio dilema a las autoridades monetarias. Si se publica y las reservas son muy bajas se valida aún más la teoría de Krugman. Si no se publica, el público puede pensar que no se lo está haciendo porque la situación es desastrosa. La solución a este dilema es publicar, acompañando la publicación con anuncios creíbles, de las medidas que se van a tomar para corregir la situación.

Son (o eran) muy útiles las informaciones semanales del BCB.  Los Informes de Política Monetaria del BCB están en la buena dirección, aunque no son siempre oportunos. La publicación mensual, con las decisiones e intenciones de la política del BCB, que se tenía entre 1995 y el 2006, era un buen pie de análisis.

Los muchos años de inflación muy controlada han contribuido a mantener la expectativa de futura baja inflación y a alejar el temor de una devaluación. Esa expectativa debe ser preservada, con una información fidedigna, oportuna y completa.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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