Los planes de China para dominar la inteligencia artificial y derrotar a EEUU
El gigante asiático invierte millones de dólares, presenta más patentes y asegura que para 2030 superará a EEUU en este terreno. La carrera comenzó hace tiempo y el gobierno de Biden lucha para no quedarse atrás
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Por Oriana Rivas1
La Administración del Ciberespacio de China publicaba hace dos meses un manual de instrucciones dirigido a los desarrolladores de inteligencia artificial. Como primer requisito, los textos generados por ésta no pueden “subvertir el poder estatal” o “incitar a dividir el país”. El segundo es que el contenido que generen los chatbots deberá “reflejar los valores fundamentales socialistas”.
Así, las regulaciones del régimen pretenden mantener el adoctrinamiento y el control instaurados por el Partido Comunista de China. Es otras palabras, Xi Jinping no está dispuesto a que los avances tecnológicos desafíen su autoritarismo. Y así como impone sus propios requisitos en el país que gobierna, también pretende usar la inteligencia artificial contra sus enemigos.
Este tema se convirtió en una carrera de China contra Estados Unidos. Así lo demuestran las cifras. Aunque muchos puedan pensar que la IA es algo nuevo, la realidad es que para 2019 Pekín superó a Washington en términos de patentes presentadas. Es decir, presentó más de 110.000 solicitudes de patentes de IA, según la Academia China de Estudios del Ciberespacio, ligada al régimen. Si retrocedemos hasta 2016, la Casa Blanca ya era consciente de las intenciones del Partido Comunista Chino (PCCh). Un documento que reflotó The Federalist, indicó que ese año invirtieron 70000 millones de dólares solamente en investigaciones sobre inteligencia artificial.
Otro frente de batalla
Si todo el coctel se mezcla con el robo de información que agentes encubiertos chinos practican en instituciones de máxima seguridad estadounidenses como la NASA o el Pentágono, el resultado debería preocupar al gobierno de Joe Biden. Ese espionaje está comprobado por el Departamento de Justicia luego de sentenciar a varios involucrados.
Por eso y más, el artículo del medio de EE. UU., titulado “La floreciente supremacía de la IA en China amenaza la estabilidad estadounidense”, estaría en lo cierto. Hasta hace días se comenzó a hablar de una gran base de espionaje que el régimen tendría en Cuba para interceptar comunicaciones en Occidente. Aunque Pekín y La Habana rechazaron que existe, desde el gobierno de Biden dijeron estar conscientes “de los esfuerzos de China de invertir en infraestructura en todo el mundo con fines militares”. Eso, mezclado con la carrera en el terreno de la inteligencia artificial, se configuraría como otro frente de batalla contra el mundo libre.
Tal como afirma el artículo, “el dominio de la inteligencia artificial es crucial para seguir siendo competitivo en el escenario mundial”. Es que efectivamente, la herramienta permitirá en el futuro cercano ser más productivo y permitir avances en la medicina, matemáticas, robótica. El resultado es un país potencia. Eso suena tentador para el autoritarismo expansionista del PCCh. Hace tres años, China ya tenía claro que para 2030: quiere ser el líder mundial en este campo.
¿Qué está haciendo EEUU?
El freno de los planes chinos está sujeto al empeño que ponga EE. UU. para no ser superado. Ya tiene varios frentes para preocuparse. Por ejemplo, el espacial o el militar. Por ese motivo, aprobó 140 millones de dólares para la creación de siete nuevos centros de investigación de inteligencia artificial y la creación de normas para regularla. Por otro lado, en el Senado se cocina la Ley de Liderazgo Tecnológico Global, para “analizar la competitividad estadounidense en tecnologías críticas”.
Efectivamente, parece que hay esfuerzos para no quedar atrás de China. Sin embargo, la amenaza es importante y adicional a esta, hay precedentes de que Pekín presiona hasta que logra sus objetivos. Una muestra ocurrió en el año 2009, cuando propuso convertirse en líder de ventas de vehículos eléctricos. Para 2020, en China se vendían más de tres millones de vehículos eléctricos, más del doble del número vendido en los EE. UU., según un reporte de Earth.org.