Escucha la noticia
Como si fuera una película de acción, algunas actividades en Bolivia parecen una Misión Imposible. Solamente que no es Tom Cruise el protagonista, sino cada uno de los pequeños, medianos y hasta grandes empresarios bolivianos.
Se levantan ríos, tempestades y tormentas que tienen diferentes frentes y justo cuando crees haber ganado la batalla, aparece un enemigo nuevo.
Estos son tres frentes claramente identificados: El primero es el temible e invencible Estado, el segundo es el MENOS esperado trabajador y el tercero es el cliente.
El Estado se convierte en perseguidor de muchas maneras: Impuestos Nacionales, Cajas de Salud, Ministerio de Trabajo y demás. Pero pongámosle nombre. Este es “Pedro Labura” un joven de 35 con muchas ganas de superarse que, después de obtener su título profesional y de magíster, se independizó y abrió su propio restaurante de comida rápida. Quién diría que Pedro se pronto se chocara con el bendito SERPREC (cuánto se te extraña FUNDEMPRESA), que tardó mes y medio en dar el visto bueno para la constitución. No solo eso, sino que después de esperar tanto, el Servicio de Impuestos Nacionales le comentó que un gran porcentaje de sus utilidades se iría para pagarles a ellos. Pedro, a pesar de todo, contrató 10 empleados para manejar el Restaurante de mejor manera y brindar un servicio como el que siempre soñó. Nunca imaginó que el Ministerio estuviera tan parcializado como cuando tuvo que despedir a “Cristina”, la contadora que venía tergiversando fondos de la empresa a quien tuvo que finiquitar conforme ley y en vez de recuperar lo robado tuvo que pagarle de extra por miedo a una demanda laboral. Acá se chocó con el segundo frente, el trabajador. Pedro no solo descubrió que debía batallar con el Estado, sino también tener mucho cuidado con el trabajador, que no importando cuanto buscara ayudarlo, a veces no sería igual de leal que él.
A pesar de todo esto, Pedro sigue con la frente en alto y empieza a escuchar en sus visitar diarias al local, que las personas pedían descuentos y rebajas a pesar de la fuerte carga económica que significaban sus 10 trabajadores, sus facturas, sus aportes y demás. Fue donde se dio cuenta que, en Bolivia, es una MISION IMPOSIBLE ser empresario.
Estimado lector, contra todo pronóstico, hay muchas personas que apuestan a pérdida y le juegan al riesgo.
En nuestro hermoso y próspero departamento, existe un alto porcentaje de empresarios. Según las estadísticas arrojadas por Fundempresa[1], para el mes de enero del año 2021, existían 99.471 empresas de todo tipo de rubros. Esto es lo que hace que Santa Cruz signifique un número tan importante en el PIB de Bolivia entera (31% para el año 2020)[2].
Pero ¿qué es lo que motiva al empresario cruceño? ¿qué acciones pudieran ayudarlo aún más?
Es sencillo, al empresario lo motiva ir tras sus sueños ayudando a sus contemporáneos. Crear empresa, generar empleos, luchar contra las trabas estatales y progresar. Al cruceño le encanta ver crecer a su región.
Pero, aún más motivado estaría si el gobierno lo incentivara a través de la bajada de impuestos, la eliminación de barreras de entrada a la industria, si lo motivara a exportar, a contratar en limpio; te aseguro que todo mejoraría si el Ministerio de Trabajo tuviera una mirada más global y menos favorecedora al empleado, entre otros.
Qué lindo sería, qué distinto sería. Los jóvenes no huirían de su país como sucede en Argentina o Venezuela, se quedarían a construir patria.
Señores lectores, solicitemos entre todos que emprender en Bolivia no sea una MISIÓN IMPOSIBLE.
[1] FUNDEMPRESA 2021, https://www.fundempresa.org.bo/docs/contents/es/269_enero-2021.pdf
[2] Bolivia emprende https://www.fundempresa.org.bo/docs/contents/es/269_enero-2021.pdf
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo