Opinión

Morales está desesperado

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El pez muere por la boca. En la concentración del masismo en San Francisco casi todas las bocas que pronunciaron discursos pidieron que “la justicia haga justicia” contra los denominados “golpistas” de 2019. Evo Morales y Luis Arce recogieron esas expresiones y cuando les tocó hablar, exigieron resultados al lento, ineficiente y sometido sistema judicial.

La línea de acción política del masismo tras siete días de marcha entre Caracollo y La Paz era bastante clara: retomar con fuerza el enjuiciamiento y condenar a exgobernantes transitorios, empezando por Jeanine Áñez, excomandantes de las Fuerzas Armadas y de la Policía, y a quienes participaron o colaboraron en la asunción de Áñez como Presidenta del Estado.

Sin embargo, todo quedó opacado por la desbocada de Juan Carlos Huarachi de trasladar la marcha a Santa Cruz y de “nacionalizar” las industrias y empresas cruceñas. Pero también por la decisión de un juez de instruir la liberación inmediata de Gabriela Zapata, la “cara conocida” de Morales.

“El pedido clamoroso del pueblo”, reunido en la histórica plaza de San Francisco, para que fiscales, jueces y magistrados asuman la línea, apuren los procesos judiciales ordinarios y den resultados con sentencias condenatorias pasó a un segundo plano, pero no por eso dejaba de tener carácter de instrucción política del masismo y su caudillo.

Y como el sistema judicial boliviano, sometido al poder político, no quiere arriesgarse a nada, mientras la concentración de la plaza San Francisco terminaba con música en vivo, el Ministerio Público informaba sobre la acusación formal a Jeanine Áñez y varios excomandantes para que sean enjuiciados en la vía ordinaria, desconociendo que el país tuvo una Presidencia transitoria tras la renuncia de Morales.

Pero, no era insuficiente para satisfacer al caudillo y su marcha. Entonces, la Fiscalía General organizó una conferencia de prensa en Sucre un día después para dar cuenta que se presentaron 70 pruebas y 20 testimonios que prueban que Áñez asumió la conducción del país de manera inconstitucional y pedir que se fije día y hora para el inicio del juicio ordinario.

Y mientras eso sucedía en la capital del país, Morales advertía, en una entrevista con emisoras de radio gubernamentales, que el masismo podría realizar una nueva marcha, esta vez hacia la ciudad de Sucre, para presionar al sistema judicial, a fin de asegurar los procesos y las condenas a quienes supuestamente urdieron, participaron y colaboraron en el fantasioso “golpe de Estado”.

“El pueblo paciente ha estado esperando y sería importante que las instancias correspondientes se pongan la mano al pecho y hagan justicia”, dijo Morales en la entrevista luego de dejar sentado que “le hemos dado fuerza a nuestro gobierno y nos hemos dado fuerza como proceso” para conseguir las sentencias que el jefe del MAS las necesita para quedar rehabilitado política y electoralmente.

Y es que Morales está desesperado. Caminó una semana para que su gobierno borre de la historia del país la Presidencia transitoria de Áñez, consiga que la justicia condene duramente a los autores del inventado “golpe de Estado” y, con todo eso, cumpla su objetivo de vida de volver al poder y perpetuarse en él.

La desesperación de Morales por el retorno al poder explica finalmente el motivo de la marcha de siete días por el altiplano y de posibles futuras movilizaciones hasta conseguir el objetivo político a como dé lugar. El jefe del MAS sabe que cuánto más tiempo pase, menores serán sus posibilidades de redimirse ante la gente después del golpe que le dio a la democracia con un fraude electoral que no se olvida.


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