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Omnia in bonum

Ciro Añez

Escritor

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En estos tiempos de locura, entre otras cosas, por la codicia, la lujuria, la egolatría, la arrogancia y la vanidad, donde por fines lucrativos, cunde la manipulación disimulada, el culto hacia lo negativo, esto es, nutriéndose sin cesar de violencia, de noticias negativas para sembrar miedo a la humanidad, bajo el pretexto de que es para “informar” o para “divertir”, generando pesimismo, trauma a la vida (al extremo que existe gente con cansancio y odio a su propia existencia), incentivando una vida artificial con exceso de prisa donde, por un lado, se aduce una enorme falta de tiempo, sin embargo, por otra, contradictoriamente se pierde mucho tiempo, distrayéndose frente a una pantalla.

Ante esos niveles de manipulación, es menester que las personas puedan despertar, liberarse de las cajas mentales impuestas por generaciones y exclamar para sí: ¡déjenos tomar nuestro tiempo!, como en su momento dijo John Wesley: “no tengo tiempo para tener prisa”; por ende, resulta oportuno una breve reflexión en un mundo así de acelerado, manipulado, distraído, entretenido y atemorizado, mediante el cual, se usa a la angustia como mecanismo de control y distracción.

Para ello, es importante poner semillas. Uno no puede cambiar al mundo, pero puede empezar a cambiarlo, desde lo más íntimo y tratar de irradiarlo a su propio entorno.

Si bien es cierto que existe en el mundo noticias horribles, guerras, muertes, enfermedades, politiquería, crisis, etc., pero también cada día existe lo hermoso, lo sublime.

La frase “omnia in bonum” significa “Todo es para bien”. A ello, también recordemos aquella canción de Avicci (+) titulada: “las noches”, donde en una de sus estrofas dice: «Un día dejarás este mundo atrás, así que vive la vida que recordarás…».

Ama tu vida, agradezcamos al Supremo Creador por ella porque todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.

Muchas personas viven ansiosas y se atormentan con preocupaciones sobre los afanes de este mundo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas.

La preocupación no soluciona nada, enojarse no soluciona nada. A cada día le basta su propio afán.

La vida no consiste en recordar sino en actuar. No es ir hacia atrás sino hacia delante. El ayer es el recuerdo de hoy y el mañana es el sueño del presente, porque pensar mucho en los recuerdos significa estar viviendo poco. Principalmente, será al final, cuando llegue el momento de recordar. No perdamos nuestro tiempo asignado, en vanaglorias, arrogancias y egocentrismo.

Vivamos siendo auténticos y con entereza sin agobiarnos ni viviendo en búsqueda de la aprobación o el total beneplácito de los demás.

Disfruta el proceso de tu vida, aceptemos agradecidos, lo que nos llega, si es malo, aprendamos de las enseñanzas que trae consigo; y, si es bueno, tomémoslo.

Al final de todo, nadie va a morir por ti, no está en nuestras manos eso, por ende, inevitablemente llegará el día en que nos despojaremos de nuestras vestiduras físicas, y nuestra vida (mediante recuerdos) pasará efectivamente ante nuestros ojos antes de morir.

El Dr. Ajmal Zemmar, de la Universidad de Louisville, en EEUU, coautor del estudio que se publica en la revista “Frontiers in Aging Neuroscience”, menciona “como neurocirujano, algo que podemos aprender de esta investigación es que, aunque nuestros seres queridos tienen los ojos cerrados y están listos para dejarnos descansar, sus cerebros (de quienes están en la agonía) pueden estar reproduciendo algunos de los mejores momentos que vivieron en sus vidas”. De allí que, es muy probable, que esta vida que llevas, la recordarás brevemente antes de partir. Y serán luego, tus seres amados, quienes ellos sí guardarán recuerdos tuyos en su memoria, mientras duren sus vidas.

Por lo tanto, lo que, si está en nuestras manos, es vivir con gratitud, en integridad, de forma integral y pragmática, disfrutando nuestra propia vida, recibiendo y transmitiendo amor.

Recibir el amor es darlo todo. Estar simplemente contento con la existencia del otro. Agradecido por el sublime amor de Dios, agradecido por la creación, por la obra, la vida, el universo y a la impensable energía que lo anima. El amor que se recibe y se transmite, ese hermoso sentimiento que nos aniquila el egoísmo. Compartir lo que se es y se tiene (dones, talentos, habilidades, etc.). Al final de cuentas, todo será devuelto y entregado.

Es nuestra decisión ser feliz y tratar de tener dominio propio.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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