Opinión

Panorama nublado para el masismo

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El MAS preparó minuciosamente el terreno en la Asamblea Legislativa para someter a la expresidenta Jeanine Áñez a juicio de responsabilidades, mejor dicho a cuatro juicios en caso de corte, con el riesgo de admitir que asumió la Presidencia del país por la vía de la sucesión constitucional. Pero, en los últimos días hubo un cambio de planes y el enjuiciamiento de la exmandataria por la vía ordinaria aparece como el mejor escenario para materializar la venganza política.

Desde mayo fue despejando el camino en la Comisión Mixta de Justicia Plural con informes por mayoría que recomiendan al plenario de la Asamblea Legislativa la autorización de 20 juicios de responsabilidades archivados hace aproximadamente 15 años a expresidentes, exministros y exprefectos. Incluso puso una picota en la cabeza de Carlos Mesa, expresidente y principal dirigente de Comunidad Ciudadana, con un juicio de responsabilidades por el caso Quiborax.

Ocurrió el 1 de septiembre y a partir de ese momento solo quedaba que la Comisión Mixta de Justicia, que reúne a las comisiones respectivas del Senado y Diputados, sea convocada para tratar los cuatro requerimientos acusatorios contra la expresidenta, el cuarto elaborado en tiempo récord por las “masacres” de Sacaba y Senkata. Han pasado dos semanas y el masismo parece que quiere archivarlos en el Legislativo, como ocurrió con los 20 procesos que apuradamente los desempolvó en tres meses.

Algunos elementos que pueden ayudar a descifrar ese cambio de planes oficialistas. La imposibilidad de que pueda reunir los dos tercios de votos necesarios para autorizar los juicios de responsabilidades a Áñez y la derrota política que supondría para el masismo. El oficialismo tiene en el bolsillo cuatro votos de diputados expulsados de Creeemos y al menos uno proveniente de Tarija de la bancada de Comunidad Ciudadana, pero no es suficiente y no quiere arriesgarse a perder la votación en la Asamblea Legislativa.

Otro elemento, quizás más de fondo, tiene que ver con el reconocimiento de parte del masismo de que Áñez fue Presidenta de Bolivia fruto de la sucesión constitucional que se activó tras la renuncia de Evo Morales por el fraude electoral en los comicios de 2019 y ante el vacío de poder de 48 horas que premeditadamente provocó Morales para que se produzca una confrontación social que pudo acabar en “ahora sí guerra civil”, como exclamaban las huestes masistas en las calles del occidente del país.

El diario El Deber recopila dos declaraciones púbicas que muestran la nueva ruta del masismo. Una del exministro de Gobierno Carlos Romero y otra de la exdiputada Lidia Patty. “Juzgarla en la vía de juicio de responsabilidades es reconocer, desde mi óptica, que fue un gobierno de transición y el MAS ha señalado —y en eso me suscribo absolutamente— que la sucesión no fue constitucional”, fue la declaración de Romero rescatada por el influyente diario cruceño.

Es por demás conocido en el microclima político del país que Romero tiene la virtud de ser escuchado por Morales, sobre todo en temas cruciales que hacen a la viabilidad política del caudillo y del instrumento partidario porque sus criterios suelen estar despojados de la radicalidad ideológica que guía las opiniones y las acciones del resto del entorno que rodea al jefe del MAS.

Por ahora, el objetivo no cambia para el masismo: rehabilitar política y electoralmente al caudillo, primero con el relato del “golpe de Estado” para intentar borrar de la historia el fraude electoral y ahora con los procesos a la expresidenta Áñez, exministros, exjefes militares y policiales en la justicia ordinaria. Es un escenario en el que puede actuar con mayor facilidad, aunque tiene a la comunidad internacional con los ojos bien abiertos.

Los próximos hechos dirán si el masismo abandona definitivamente la posibilidad de someter a juicios de responsabilidades a la ex mandataria o buscará condenarla en procesos ordinarios tratando de eludir la vigilancia ciudadana y de los organismos internacionales. El panorama se ha nublado para Morales y el masismo, y sus oscilaciones políticas del último tiempo dan cuenta de que las cosas dejaron de estar claras para el oficialismo.


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