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Perversos medios errados para conseguir fines

José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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La aprehensión/secuestro violento del Gobernador de Santa Cruz –rapto en modo “terrorista”– intentó doblegar al departamento más contestatario y anticentralista a través de pretendidamente descabezar la oposición cruceña representada en Camacho, a la vez que daba una “ofrenda de paz” para los radicales de Morales –como hizo con Añez–, mostrando mediáticamente una firmeza írrita cuando la gestión Arce, siempre exangüe, responde a las crisis con la filosofía del avestruz: el laissez passer (“porque algún día se cansarán”).

Pero fue otro cálculo fallido de los estrategas que (des)asesoran al Poder: no es 2009 ni hay Media Luna; a diferencia de entonces, el Gobierno hace años que no se soporta ya en la narrativa de “reivindicación indígena-popular” ni en los petrodólares de Caracas ni, aun peor, es el Gobierno de un partido si no sólo es, cada vez más, el de una facción. Peor aún: la “ofrenda votiva” no limó asperezas y sólo encendió nuevos reclamos radicales, a la vez que –como boomerang– convirtió la aprehensión/secuestro de Camacho en el inicio de un martirologio que se posiciona como bandera contra el totalitarismo y, por ende, contra el centralismo.

También fallaron otros presuntos para esa incursión: el “cansancio ciudadano tras 36 días de paro” y “el relajamiento de actividades por las fiestas”: crasos yerros que no entendieron la resiliencia ciudadana de todos los que formamos Santa Cruz –collas, cambas, chapacos, cochalas… mestizos, aymaras, quechuas, chiquitanos, guaraníes, criollos… crisol de Bolivia– para defender los derechos ni que, esta vez sí, fuera creciendo la protesta coordinada para todo el país: una estrategia hoy que recuerda el éxito del 21F.

En estos días he leído dos trabajos sobre los ciclos de Bolivia. En uno de ellos (“El fin de lo ‘nacional-popular’ y la emergencia del Poder Ciudadano”, Ideas & Debates N.º 11), Abruzzese Antezana define el período del MAS que se cierra en 2019 como el final de las etapas que se inician –formalmente– en 1952 con la Revolución Nacional pero cuyo sustento –lo “nacional-popular” que postuló Zavaleta Mercado– venía formándose desde la Guerra del Chaco; en el otro (“El ciclo ha concluido, bienvenido el ciclo”, Página Siete, 04/01/2023), Portugal Mollinedo avanza la idea que –tras un ciclo que inicia en 2003 con la salida de Goni y termina en 2019 y que yo caracterizaré por su matriz indigenista (asaz indianista), su Revolución Cultural y su Modelo económico–, el período de Arce tenía la opción de avanzar ese ciclo o hundirlo definitivamente, afirmando que “no se puede concebir Bolivia sin el rol cardinal de lo indio, pero tampoco sin el protagonismo de las regiones hasta ahora prescindidas, como Santa Cruz y el Norte y el Sur de Bolivia”, lo que refuerza positivamente mi defensa del mestizaje plural del país, como vía de verdadera integración.

Arce ha denunciado “intentos” que buscan sacarlo del Poder. La consecuencia constitucional vía revocatorio sería que el vicepresidente concluyera el ciclo, pero Choquehuanca es aun más débil que Arce, lo que conllevaría elecciones anticipadas en un panorama donde las actuales oposiciones al MAS –sin liderazgos nacionales (una bandera no hace liderazgo-país), sin estructuras políticas formadas (menos partidarias) y, además, sin alcances nacionales ni coordinación estratégica entre ellas– serían inútiles frente a un Evo MAS potenciado desde su actual debilitamiento por la salida de Arce –incluso si Arce intentara regresar con MAS Renovación–.

La solución para una real oposición efectiva sería trabajar en un proceso de construcción a mediano plazo a través del pensamiento lateral –superando caudillismos, prebendalismos y regionalismos–, junto con la renovación de liderazgos con la asunción y formación de otros nuevos acordes con estos tiempos. La solución para el país frente las crisis que se avecinan –económica (a pesar de las propagandas gubernamentales), políticas y de identidades– pasaría por un verdadero Pacto social que abriera el camino a la paz social y el desarrollo económico; pero este Pacto sólo sería posible tras un desarme espiritual de odios, rencores, múltiples discriminaciones y egoísmos. Y eso es casi imposible hoy.

Como recordaron los presidentes de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz, de la Cainco y de la CAO en un video que circula por Redes y medios, sólo se pueden defender los derechos si se tiene una economía fuerte, la que sólo se construye con el trabajo.

Y no podemos esperar que la traigan los Reyes Magos.

La solución
para una real oposición efectiva sería trabajar en un proceso de construcción a mediano plazo

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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