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Bolivia enfrenta una tormenta económica en forma de una crisis de balanza de pagos que amenaza con desestabilizar el país si no se toman medidas urgentes. Las señales son claras y preocupantes: reservas internacionales en niveles críticamente bajos, amplia brecha cambiaria entre los tipos de cambio oficial y paralelo, inflación creciente y una gradual contracción en el comercio exterior.
Una crisis más aguda amenaza al país si no se adoptan medidas. Las crisis económicas han sido un lastre para el desarrollo de Bolivia, y la historia nos muestra que los desequilibrios macroeconómicos golpean con fuerza a los más pobres.
Estos hechos han impulsado a CAINCO, institución que integro, a dedicar su principal evento, el Foro Económico, a analizar las posibles soluciones a la crisis. Y fruto de esa instancia, la Cámara publicó el documento “Propuestas que suman: Ideas para repensar la economía boliviana”.
La principal intención fue proponer un plan específico de estabilización, con cuatro pilares, que ataque las causas del desequilibrio macroeconómico actual sin afectar a la población vulnerable.
En primer lugar, se requiere un ajuste fiscal efectivo que libere dólares y fomente el crédito. La inversión pública debe ser reorientada hacia proyectos con mayor rentabilidad social y económica. Los subsidios, especialmente en hidrocarburos, deben ser focalizados para liberar recursos fiscales y garantizar la producción. Además, es imperativo replantear las empresas públicas, muchas de las cuales operan con pérdidas, además de reducir racionalmente las remuneraciones a parte del sector público y ajustar otras partidas.
Con eso, el déficit fiscal podría reducirse de forma significativa, liberando dólares al público y recursos al sistema financiero. Sin ajuste fiscal no se puede tener más dólares y más crédito.
El ajuste también debe ser monetario. Se necesita limitar el financiamiento del banco central al gobierno a situaciones contempladas en la ley del ente emisor. A mediano plazo, se debe adoptar un régimen monetario que sirva para controlar la inflación y mitigar la volatilidad externa.
El tercer pilar de este ajuste es el cambiario porque el régimen de tipo de cambio fijo es insostenible. La flexibilidad cambiaria debe ser considerada, permitiendo inicialmente operaciones cambiarias libres en el mercado paralelo entre privados y ajustando el tipo de cambio de manera gradual, hasta una flexibilidad razonable.
Sin embargo, un ajuste fiscal, monetario y cambiario, aunque crucial, no es suficiente. Bolivia requiere impulsar el sector exportador para generar los recursos externos para una rápida recuperación, porque el ajuste implicará en principio una contracción de la actividad y el gasto.
La agroindustria, el sector cárnico, el sector forestal, el turismo y los servicios digitales son los sectores clave que pueden generar dólares en el corto plazo. Pero para que estos sectores prosperen, es vital implementar políticas específicas que los impulsen.
No podemos negar la realidad: la economía boliviana está en una situación cada vez más crítica. La no implementación de un programa de ajuste integral no solo compromete la estabilidad económica del país, sino también su desarrollo social. Las consecuencias de ignorar estas señales serían devastadoras para la población pobre y la clase media.
Es hora de que el país enfrente esta realidad con determinación, pese a que el camino hacia la recuperación no es fácil ni rápido, pero es necesario. Esta propuesta específica es una base de discusión junto a otras iniciativas generales planteadas por instancias como el Colegio de Economistas de Santa Cruz, la Fundación Milenio, el IBCE, entre otros. Ahora se debe ver las que son políticamente factibles y operativamente posibles.
La alternativa a no actuar ahora es un futuro de mayor pobreza y estancamiento. Bolivia merece algo mejor, y es responsabilidad de todos los actores, públicos y privados, tomar las decisiones necesarias para lograrlo.