OpiniónPolítica

Reconstruir la nación y reformar la constitución 

Renzo Abruzzese

Sociólogo

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Un modelo extractivista ha sustituido todas las formas imperiales de las que fue víctima la nación en el pasado. Un discurso mentiroso y una política sistemática de desinformación y copamiento de los medios de información ha reducido a su mínima expresión la libertad de prensa y una progresiva autocensura ha minado la libertad de expresión. La transformación de los contenidos educativos en una suerte de vademécum ideológico de corte racista y discriminante se inserta en el sistema educativo de forma aguda y sistemática. Las instituciones sociales, profesionales, culturales etc. que hacían parte de la historia social y cultural de Bolivia han sido sustituidas una por una por aparatos partidarios e ideológicos del MAS. La policía ha dejado de ser la institución avocada a defender al ciudadano, ahora, bajo el mando del Ministro del Interior se ha transformado en el brazo armado del gobierno, su milicia activa. El Congreso es un escenario de mediocridad y sometimiento. Las FFAA se someten obedientes a los mandatos del Poder ejecutivo. El sistema político fue pulverizado en 14 años de hegemonía masista. La justicia y el Poder judicial han alcanzado un nivel de descrédito nunca visto en la historia republicana. Transformado en un ejército de sicarios al servicio del MAS, se ha transformado en un reducto de las formas más miserables que hubiera alcanzado el Derecho en toda la historia nacional. Los posibles liderazgos de oposición terminan, sino presos, cercados con decenas de juicios, bienes anotados o confiscados, cuentas congeladas y bajo una presión tan grande que terminan enfermos o paralizados ante el poder judicial. A estas alturas, cualquier comparación con el pasado resulta ridícula, nunca el país estuvo como ahora. En medio de todo este desastre los ciudadanos nos debatimos indefensos, no hay una sola instancia en que podamos encontrar alguien que nos defienda de la vorágine masista.

A este devastador panorama se suma el hecho de que las posibilidades de reconstrucción nacional encuentran en su paso un amplio conjunto de insalvables dificultades producto de una minuciosa reingeniería del poder ejecutada en 17 años de administración despótica. Todas las instancias del Estado y todos los dispositivos que rigen la vida del estado y sus instituciones burocráticas y de gestión han sido rediseñadas a la medida del MAS, el estado mismo se ha trasformado en un aparato de legitimación del poder despótico y autoritario.

En el campo político la situación es aún peor. Formar un partido, por ejemplo, hoy en día es casi imposible, y los que existen están sujetos a una reglamentación que incluso puede vetar decisiones internas. Contrarrestar el Poder establecido (por la vía de un Revocatorio, por ejemplo) supone un conjunto de acciones casi imposibles de vencer; cantidades exorbitantes de firmas, formularios, registros, supervisiones montadas, plazos incumplibles etc. Estamos pues en una situación en que, el grado de copamiento, politización y racialización de las institucionalidades sociales ha alcanzado niveles casi totales, y su consecuente desinstitucionalización a diezmado la estructura que permite mantener una sociedad bajo el imperio de las normas y los límites aceptados para una convivencia pacífica.

No necesitamos ser muy agudos para entender que, bajo estas características, quien se haga cargo del poder una vez vencido el MAS, la reconstrucción nacional ha de ser un trabajo de varias y penosas décadas, pero tampoco pasa inadvertido que solo se podrá reconstruir la nación empezando desde el principio, y el principio cuando de naciones y sociedades hablamos se llama Constitución Política del Estado. Si queremos restituir una sociedad democrática y a tono con el siglo que corre, hay que reformar la actual CPE porque ella es la madre de todos nuestros males.

Reconstruir el país supone reformar la Constitución, ese debe ser el punto de partida de cualquier propuesta democrática que se proponga seriamente reconstruir Bolivia después del MAS. ¿después del MAS? No, porque el MAS ha de ser un duro adversario político por los próximos años, y si sigue bajo el amparo de la CPE que aprobó en un cuartel, la reconstrucción política de la democracia boliviana será un camino muy difícil de transitar y el MAS tendrá siempre ventajas comparativas e inaceptables. La actual CPE está diseñada para favorecerlo de principio a fin, hablando con propiedad, es su boleta de garantía.

Estamos ingresando en un momento en que (ante la descomposición de la hegemonía masista) la sociedad civil exige propuestas reales que constituyan dispositivos de transición y continuidad histórica después del evismo. El evismo podrá disminuir su influencia en los próximos años, pero el masismo es una fuerza aún muy poderosa y lo seguirá siendo por un largo periodo todavía. Por esta particular textura de la coyuntura, es necesario pensar en soluciones democráticas de fondo, sin ningún otro cálculo que no sea la reconstrucción nacional más allá de los apetitos partidarios o personales.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo

 


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Renzo Abruzzese

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