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Desde el Ministerio de Justicia se ha informado que la nueva Cumbre Judicial prevista para marzo pasado, no se realizará pues no habrían condiciones, por el momento. Recordemos que el año pasado se había anunciado con pompas y sonajas ese evento, como componente importante para la reforma al sistema de administración de justicia, dado su estado comatoso, puesto nuevamente en evidencia hasta el cansancio por múltiples estudios: GIEI; WJP, etc.
No es que sea tan ingenuo como para creer que con esa nueva cumbre el sistema iba a reformarse genuinamente por arte de esa magia, hasta lograr que efectiva y oportunamente tutele como tercero imparcial los derechos de todas las personas y sin amañarse con los poderes fácticos que lo tienen ahora prostituido. Empero, incluso en los términos que trató de sernos vendido por sus organizadores, ni siquiera eso se ha cumplido. La nueva cumbre quedó sine die, postergada… si es que hubiera servido para algo que no sean los acostumbrados discursos, fotitos palfacebook, etc.
Es que el desastre actual del sistema no se percute siquiera en términos de avanzar hacia una solución, ni con varias de esas ya reiteradas y acostumbradas cumbres. A los Abogados nos encanta ese tipo de eventos en los que sacamos a pasear nuestra lengua muy bien entrenada para esas lides, pero al final del día… De hecho, las conclusiones de la última cumbre del 2016 hasta positivizadas por la Ley de seguimiento a sus conclusiones No. 898, no han sido en gran medida implementadas (pese a reuniones y comisiones posteriores, etc) e incluso, semanas después el Consejo de la Magistratura perpetró una masacre de más de 100 jueces “transitorios” a los que despidió sin el Debido Proceso y sin la evaluación de esos funcionarios en ejercicio, pese a que esa Ley así lo había ordenado expresamente. Puro papo entonces.
Así el estado del arte, me temo que se está nuevamente confirmando aquello que muchos hemos sostenido: una verdadera reforma a nuestro temible sistema de administración de justicia boliviano requiere como condición indispensable de genuina voluntad política (oficialismo + oposición) y, así como están las cosas, las evidencias disponibles prueban más allá de toda duda razonable que a la clase política de todos los colores, no les conviene. Prefieren someter al sistema de justicia para sus intereses coyunturales, frecuentemente nada sanctos y nada más. Esito sería todo, mientras…discursos van y vienen.
Tampoco los directos interesados que operan el sistema al menos desde sus cúpulas están dispuestos a perder su situación, a la que han ingresado y sobreviven pese a que perdieron por goleada en las elecciones, vendiéndose a cuenta de las sobritas del banquete (algunas excepciones, aplican). También, parte de la Abogacía libre, está en su salsa con ese estado vomitivo del arte, pues antes que preparar y estudiar profesionalmente sus procesos, ofrecen “llegar” al Magistrado, Juez o Fiscal e incluso, existen clientes que así lo exigen como si fuera normal, considerando inútil al profesional que no se presta a tan deplorable práctica. Hay de todo en la viña del Señor.
Aquella falta de genuina voluntad política se patentiza por la incontrastable prueba que cuando están en la oposición, critican ese sometimiento de esa administración a poderes fácticos que afean su independencia y objetividad; pero cuando les toca, así sea por 5 minutos ejercer el poder, hacen lo mismo que habían criticado, minutos antes. No dan la talla.
Siendo “pesimista” al respecto (los pesimistas somos optimistas, pero bien informados) y más allá de esos espejitos de colores que pretender vendernos al soberano bajo disfraces de cumbres, nuevos estudios sobre lo mismo, etc., volvimos al inicio: no hay genuina reforma sin voluntad política, que no sea otra estrategia envolvente más. Mientras el soberano, a seguir sobreviviendo en esta jungla donde manda el más poderoso y abusivo. “Las instituciones pasan por tres períodos: el del servicio, el de los privilegios y el del abuso”. René de CHATEAUBRIAND.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo.