OpiniónEconomía

¡Si, no y todo lo contrario!

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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La discusión cotidiana está llena de ejemplos donde quienes discuten ideas suelen citar partes de lo que dijo uno u otro para llegar a una conclusión distinta a la expresada por el autor.

Por ejemplo, con esta técnica se puede afirmar que la Biblia de los judeocristianos dice que Dios no existe. En efecto, si tomamos solo una parte del primer versículo del Salmo 14 podemos encontrar “No hay Dios”. Entonces, podríamos afirmar que creer en Dios es irrazonable porque la propia Biblia dice que no existe.

Sin embargo, esto es erróneo porque se toma una frase fuera de contexto. La cita concreta dice: “Dice el necio en su corazón: «No hay Dios»” (NVI).

Lo propio pasa en otras discusiones. Quiero destacar una en particular que está relacionada con la ciencia económica.

Hace unas semanas me llamó la atención lo siguiente: “David Card, Nobel de Economía 2021, con su investigación Salarios mínimos y empleo estudió las consecuencias de la subida del salario y contradijo la teoría de que ésta acababa expulsando a los trabajadores, y demostró que un aumento del salario mínimo no incrementa el desempleo.”

Posteriormente, su autor detalló la trayectoria del salario mínimo y del desempleo entre 2015 y 2019 y llegó a la conclusión que “dichos incrementos no subieron la tasa de desempleo en el país, en promedio el aumento al SMN [Salario Mínimo Nacional] fue de 8% y la tasa de desempleo se redujo en 2%.” (La Razón, “Incremento salarial y desempleo”, 5 de mayo).

Veamos esta afirmación a la luz del contexto.

El principal aporte de David Card y los laureados con el Premio Nobel 2021 (Joshua Angrist y Guido Imbens) fue “Responder a preguntas causales usando datos observados” según lo dice la Academia Sueca en el comunicado publicado el 10 de octubre del año pasado. Su trabajo se ha caracterizado por el uso riguroso de metodología para responder preguntas de investigación.

Las afirmaciones mencionadas en ese artículo de opinión y otros similares no usan los métodos propuestos por Card y, por ende, no tienen las condiciones de rigurosidad científica.

Por el contrario, son más bien ejemplos de “Falacia de causalidad”, porque atribuyen erróneamente fenómenos específicos como la caída de la tasa de desempleo al alza del salario mínimo.

Es algo así como que un niño vea a su padre salir con un paraguas en la mañana, observar la lluvia en la tarde y concluir (erróneamente) que el paraguas de su padre causó la lluvia. La verdadera razón es que su progenitor vio previamente en los medios el pronóstico del tiempo y salió con paraguas porque sabía que había alta probabilidad de lluvia.

Volviendo al tema en cuestión, la aplicación de métodos más rigurosos como los hechos por Claure, Leytón, Valencia, Sánchez y Dávalos en “Evidencia de los impactos de los salarios mínimos en los resultados del mercado laboral: el caso de Bolivia” (2017) muestran con métodos similares a los propuestos por Card que el alza desmedida del SMN implicó perjuicios al empleo en el país.

Lo mismo lo obtuvieron los investigadores Velasco y Puente en el documento presentado en el 8vo Encuentro de Economistas de Bolivia “Efectos de la política salarial sobre la distribución de ingresos” (2015), donde dice textualmente que “En base a estos resultados la población de salarios menores al SMN presenta una probabilidad más baja de encontrar empleo”.

El descubrimiento de Card obedece a un contexto específico donde aprovechó una situación en la cual pudo observar alzas del salario mínimo y cómo afectaban el empleo en restaurantes de comida rápida.

Como lo señala el prestigioso economista de Harvard Dani Rodrik, “No podemos buscar en la economía explicaciones o prescripciones universales que se apliquen independientemente del contexto.” (Las leyes de la economía, 2015).

La economía es una ciencia social que responde a diversas situaciones. Recordando que “Un texto fuera de contexto es simplemente un pretexto”, podríamos quedar en la respuesta de un viejo profesor en Chile que decía “Si, no y todo lo contrario”.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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