OpiniónInternacional

Un fantasma recorre…

«Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. […] ¿Qué oposición no ha sido acusada de comunismo por sus adversarios en el Poder?» (Marx, K. & F. Engels: Manifiesto del Partido Comunista, [Manifest der Kommunistischen Partei, o simplemente Manifiesto comunista], 1847)

José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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Cuando desde la noche del domingo empecé a leer la catarata de opiniones, comentarios, críticas, ayes, risas gelásticas, incontenibles tricotilomanías y proptosis y salivadas profusas y espumosas, de cilicio y ceniza cubiertas y de rasgadas kirias (K más) en medios de todo el mundo sobre los resultados de las PASO argentinas, no pude menos que recordar este texto tan mentado en todos los círculos zurdos, comunistas, socialistas democráticos, socialistas veintiuneros, trotskistas, maoístas, podemitas y de la más rancia gauche caviar. Y con el pensamiento de que en esos lectores mencionados —si yo los tuviera— se les provocaría una risa sardónica, “traduje” para ellos a Marx&Engels: «Un fantasma anarcocapitalista recorre Argentina (y amenaza Latinoamérica): el fantasma del libertarismo ortodoxo. ¿Qué oposición no ha sido acusada de fascismo y ultraderecha por sus adversarios [de la progresía] en el Poder?»

No voy a opinar sobre Javier Gerardo Milei Luján, entre otras razones porque no soy espeleólogo para entrar en las cuevas que para él algunos han construido. Hablaré de las PASO, las elecciones de octubre, el panorama que mis amigos argentinos encontrarán el 23 de octubre —si eligen presidente en primera— o el 20 de noviembre —en balotaje. Y, medio de todo y en rápido atrevimiento, un punteo sobre lo que propone La Libertad Avanza (LLA) y del fenómeno Milei.

Como no podía ser, empezaré por las encuestas. ¡Ja, ja, ja, ja: las encuestas! Para no distorsionar en el tiempo, me referiré desde julio hasta el silencio de difusión de estudios de inicios de agosto. En unas fue mayoritario el filokirchnerismo de Unión por la Patria (Massa predicho entre el 17,2% la menos favorecedora y el 27,5% la mejor y los augurios para su espacio —Unión por la Patria [UP]— entre el 21% y el 32,1%), en otras Juntos para el Cambio (la menor el 28%, la mayor el 34,8%) pero ninguna favoreciendo a Milei y La Libertad Avanza (la más baja fue del 15%, de la Universidad San Andrés, y la mayor del 24,5%); en la realidad de las PASO, Massa obtuvo el 21,4% y UP el 27,27%, Juntos por el Cambio (JxC) el 28,27% y La Libertad Avanza el 30,04%. Un batacazo encuestal, peor si sacamos la media de todas las encuestas del período para candidato y lista (ni la menor participación le palió el fracaso: el 69,62% este año versus el 76,40% en 2019 y el 72,37% en 2015: en el 6,78% y el 3,65% menos de participación respectivamente de las dos anteriores).

Es verdad que esos resultados PASO no son directamente extrapolables a las nacionales: en 2019 Alberto Fernández ganó las PASO con el 40% y las elecciones —en balotaje— con el 48,24% pero en 2015 Daniel Scioli ganó las PASO con el 38,07% pero Mauricio Macri venció las presidenciales con el 51,34%. Tampoco lo es la asistencia ciudadana entre las PASO y las generales: en 2019 a las PASO asistió el 76,40% de los electores —como ya mencioné— y a las elecciones el 81,31%, es decir: casi el 5% más; mayor la diferencia en 2015 cuando fue el 72,37% versus el 81,07%: casi el 9% más.

¿Mejorará resultados Milei en octubre? ¿O la contrapropaganda —“campaña negra”— lo reducirá? El panorama hasta entonces es complicado: De un lado un Ministro de Economía que es candidato presidencial de todo el peronismo pero que no puede ejercer la candidatura porque su obligación —peronista— ineludible es la de aplicarse cada momento posible en tratar de paliar la grave crisis que ya hay (la definitiva desaparición del kirchnerismo como fuerza política importante le es absolutamente indiferente, como al resto del arco peronista; a Massa y al resto del peronismo lo que sí le urge es no hundirse con el Titanic de los K, que hasta su feudo de Santa Cruz perdieron) y debe poner paños tibios ahora (como la devaluación del 22% del dólar oficial, el aumento de las tasas de interés y de la gasolina para luego “congelarla” hasta postoctubre, como la electricidad). Si Massa —alguien lo describió como “el piloto del avión incendiado”— está entre el populismo de la izquierda radical K y el centro de muchos referentes justicialistas (tal él mismo), Bullrich tratará de moverse hacia la imagen de centroderecha-derecha fuerte (en el final de ese camino Milei como parangón), desmarcándose del gradualismo de Macri —asaz irresoluto— y de la contemporización de Larreta (aunque sin perder los votos que fueran para ambos). Queda Milei.

Mientras más crisis, más inflación, más dólar blue: más crece Milei. Las medidas radicales del programa de LLA: dolarizar la economía («Los ecuatorianos están muchísimo mejor que los argentinos. Los números de Ecuador son impresionantes. Se multiplicó por diez el ingreso y se pulverizó la inflación», dijo Milei al diario español El País); privatizar las empresas públicas del Estado y cerrar («¡dinamitar!») el Banco Central;  reducir drásticamente el gasto público, “dando prioridad a ciertos gastos”; reducir los subsidios a las empresas que prestan servicios y que el valor de la tarifa real sea transferido a los usuarios (un “sinceramiento” real), y retirar el cepo al dólar, entre otras de carácter más social (plebiscitar la derogación de la legalización del aborto, prohibir la ideología de género e identidad en las escuelas públicas, así como permitir la compraventa de armas en la Argentina y la venta de órganos).

La mayoría de éstas asustan a muchos electores argentinos pero entusiasman a otros frente a la grave situación económica hoy —y peor augurada para octubre, con o sin FMI—: en julio, el aumento de precios (IPC) fue del 6,3% mensual, mientras que la inflación interanual alcanzó el 113,4% y la acumulada trepó al 60,2%; en el país rigen siete tipos de cambio de dólar (oficial, blue, tarjeta, turista, MEP, CCL y mayorista); el lunes 14 el dólar blue subió a $780/USD (y por momentos rondó los 800) aunque este viernes 18 estaba a $720-730/USD (el oficial estaba a $365,50/USD, una brecha del 108%).

Otra baza fundamental es la narrativa de Milei. Como menciona Roberto Casanova, la exacerbación de «La rabia y la frustración de millones de personas pueden ver en un gobierno de Milei la oportunidad para satisfacer su sed de revancha, de lograr al fin “que se vayan todos”» (“Milei, la libertad y los leones”, La Gran Aldea, 15/09/2023), un “barrido total” que tiene mucho de la consigna del 2002. Si bien a diferencia de 1982 no hay una crisis política aunada a la crisis económica —precisamente porque evita esa crisis política la segura salida de los K y lo que representa—, la división explotada machaconamente por la narrativa de Milei entre “la casta” (entendida como “los favorecidos que medran de la política”, lo que la diferencia en determinada medida de la casta podemita) y “los demás” (los desfavorecidos, la ingente clase paupérrima, los clasemedieros a punto de bajar a la pobreza y, con mucho, los jóvenes sin más futuro que el de ser ni ni) son narrativas impactantes en muchos lugares de Latinoamérica pero más en Argentina que, desde finales de la década de 1940, ha sido un tobogán de crisis y recuperaciones temporales con experimentos populistas de cualquier tono y que —aunque no lo vivieran los más jóvenes— las crisis de 1982 y del corralito de 2001 están muy presentes.

Como colofón, copio de El Cronista (“Los 4 datos clave que anticipaban el triunfo de Milei”, 15/8/2023) el primer sondeo tras las PASO (Opina Argentina) que da —con las reticencias ya mencionadas antes— algunas pautas: «el 44% consideró que es importante que “gobierne un partido político nuevo”»; «una oferta política nueva era particularmente intensa entre los jóvenes (6 de cada 10 sub 29 años estaba a favor de la novedad)»; el 62% «respaldaba transformaciones profundas»; «el 59% de los encuestados reveló que prefería un “liderazgo firme y capaz de imponer sus ideas”» (lo que es discurso de Bullrich y de Milei)…

Por ahora, suficiente mielización. Esperemos cómo sigue Argentina.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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