OpiniónEconomía

Un privilegio exorbitante

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

Escucha la noticia

El presidente francés Valery Giscard d’Estaing (1974-1981) calificaba al dólar como moneda de reserva de los bancos centrales, como “privilegio exorbitante”. Después de la segunda guerra mundial, la mayoría de países fijaron las paridades de sus monedas con relación al dólar. Esta moneda había sustituido a la libra esterlina en ese papel y por los acuerdos de Bretton Woods de 1944, era convertible al oro a un precio fijo y las monedas de otros eran convertibles al dólar a una paridad fija. Ya desde antes, gran parte del comercio internacional, sobre todo de materias primas, se efectuaba en dólares o se cotizaba en dólares.

La profundidad del mercado financiero americano también contribuía de manera importante a la primacía del dólar. Los países que tenían excedentes comerciales – exportaciones mayores que importaciones- invertían los dólares que habían recibido en títulos valor de los Estados Unidos, normalmente Bonos del Tesoro Americano, que eran considerados el activo sin riesgo por antonomasia. El comprador más grande de Bonos del Tesoro americano fue, durante un largo tiempo, la China. Se tenía además un banco central muy sólido, el Banco Federal de Reserva, que no sólo era una garantía de estabilidad del poder adquisitivo del dólar, sino que también servía de ejemplo al resto del mundo. A los aspectos financieros favorables se ha de añadir una notable estabilidad política y un sistema judicial creíble.

Si bien muchos países en desarrollo abandonaron el tipo de cambio fijo con el dólar y lo flexibilizaron, siguieron empero constituyendo reservas internacionales, mayormente en dólares, como un seguro contra shocks exógenos que pudiesen afectar a sus economías. Si bien existía la alternativa de recurrir a créditos internacionales para superar dificultades externas, preferían la forma de autoseguro que les daban las reservas internacionales, aún si el costo de mantenerlas era sustancial.

Los últimos movimientos de los mercados del dólar y financieros están modificando este arreglo que tuvo vigencia por ocho décadas. No sólo que la caótica política arancelaria del presidente Trump ha desorganizado el comercio internacional, sino que su política fiscal ha continuado con la expansión de la era Biden (con un déficit de 7% del PIB el 2024, similar al de algunas economías en desarrollo) y que todo parece indicar que ella irá todavía más lejos, con las propuestas rebajas de impuestos. Los recortes del gasto público están afectando el funcionamiento de instituciones esenciales, como el Servicio de Impuestos Internos. Trump ha puesto también en tela de juicio la independencia del Banco Federal de Reserva y el rumor es que quiere destituir a su gobernador (su presidente), al señor Jerome Powell.

Los grandes operadores financieros no estadounidenses, como ser los bancos centrales y los fondos de pensiones, ya no están comprando activos en dólares y aún se están deshaciendo de ellos, con la doble consecuencia de que el dólar se ha estado depreciando frente a otras monedas duras y que la demanda por bonos del Tesoro americano se ha reducido, lo que ha hecho subir más allá de lo esperado su tasa de rendimiento.

El dólar tiene todavía la ventaja de no tener un remplazante claro como reserva internacional. Un poco ingenuamente se creyó que el yuan chino tomaría la posta, lo que no ha sucedido, en parte porque la China no tiene los mercados financieros con la profundidad que tienen los mercados americanos. Tampoco ofrece seguridad jurídica suficiente a ojos de los inversionistas extranjeros. El euro tiene el potencial de ser un remplazante idóneo del dólar como reserva internacional, pero todavía no tiene aceptación general.

La gran mayoría de los bancos centrales del mundo se están protegiendo de la inestabilidad macroeconómica americana, comprando oro y no yuanes. En los últimos meses han comprado más de mil toneladas de oro.

En el país, tenemos el tema candente de una nueva política cambiaria y de un nuevo tipo de cambio, lo que nos obliga a estar atentos a la inestabilidad de la moneda de referencia tradicional que es el dólar.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


Cuentanos si te gustó la nota

100% LikesVS
0% Dislikes

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

Publicaciones relacionadas

Abrir chat
¿Quieres unirte al grupo de Whatsapp?
Hola 👋
Te invitamos a unirte a nuestro grupo de Whatsapp